Ana María Ibarra
Con gran fe y devoción, el decanato de Nuestra Señora de Guadalupe peregrinó el pasado sábado 19 de octubre con motivo del Año Jubilar de la Esperanza. Como peregrinos de esperanza, fieles de las parroquias que conforman el decanato culminaron su caminar con una misa recibiendo la gracia de la indulgencia plenaria.
Congregados en la parroquia San Felipe de Jesús, sacerdotes y fieles de las parroquias Nuestra Señora de Guadalupe Catedral, Sagrado Corazón de Jesús, Nuestra Señora del Sagrado Corazón, San Felipe de Jesús, Divina Providencia, Jesús Maestro y La Natividad del Señor, dispusieron su corazón y su cuerpo para peregrinar rumbo por algunas calles del sector.
Delante de los peregrinos, en un carro alegórico los acompañaba una imagen del Señor de la Misericordia.

Desde que salieron de la parroquia de San Felipe de Jesús, el padre Eduardo Hayen, párroco de Catedral, dirigió el rezo del Santo Rosario y entre cada misterio se entonaron alabanzas.
El contingente iba resguardado por el grupo de ACAN de Catedral.
Al llegar a la parroquia La Divina Providencia, fue el mismo padre Hayen quien dio entrada a los peregrinos mientras los rociaba con agua bendita.

La misa fue presidida por el padre René Murillo, párroco de la comunidad La Natividad del Señor.
“Celebramos esta Misa como culmen de esta sencilla, pero significativa peregrinación”, dijo el sacerdote al inicio de la celebración.
Luego, en su homilía, ofreció una breve explicación sobre la historia de la indulgencia plenaria, remontándose al año 1517, cuando la Iglesia en Roma, al estar a en la remodelación de la Basílica de San Pedro, cuando se ofrecían indulgencias para los difuntos, aunque no de manera gratuita.
“Ahora no tiene relación la indulgencia con el dinero. Cristo nuestro Señor le otorgó una facultad a la Iglesia, una gracia”, expuso.

“Este día, la indulgencia puede aplicarse para sí mismo o a algún difunto”, agregó el sacerdote para luego invitar a los fieles a pedir a Dios que la indulgencia purifique sus almas, o que el alma de algún familiar difunto pase a la vida eterna definitiva.
“Con esta peregrinación que realizamos, símbolo de la Iglesia que camina a la vida eterna, pedimos para que el pecado no nos detenga. Somos un decanato muy representativo, muy participativo”, manifestó.
“Dios nos conceda ganar las indulgencias y participar un día de la vida eterna”, concluyó.
Al final de la celebración, el padre René presentó a los sacerdotes asistentes: Francisco Galo Sánchez, Eduardo Hayen, Adrián Flores, Daniel Samaniego, Miguel Cisneros y el diácono Alonso Martínez.



































































