Ana María Ibarra
Cómo un signo de amor a Santa María de Guadalupe, patrona de la diócesis, sacerdotes, seminaristas, diáconos permanentes y algunos fieles peregrinaron el pasado martes 9 de diciembre, fiesta de San Juan Diego, rumbo a la Catedral, donde el obispo diocesano, don J. Guadalupe Torres Campos presidió la eucaristía para poner en manos de la Virgen de Guadalupe a la diócesis. 
Se unieron fieles
Congregados en fraternal alegría, sacerdotes, diáconos permanentes y seminaristas se reunieron en el exterior del Centro Pastoral Presbiteral (CEPAP) y se dispusieron para salir en peregrinación rumbo a la Catedral.
Un grupo de seminaristas dirigió los momentos de alabanza dedicados a María Santísima; mientras tanto, sacerdotes, diáconos, seminaristas y algunos laicos tomaron el micrófono para guiar el rezo del Santo Rosario.

Los peregrinos, que sumaron aproximadamente cien personas, caminaron por la calle José Borunda evitando el tráfico, no obstante, a pesar de ser una calle poco transitada, algunos residentes del sector salieron de sus casas al escuchar los cantos y se unieron en el rezo durante breves momentos.
Con devoción y recogimiento, los caminantes siguieron hacia su destino por espacio de una hora, llevando en andas una imagen de la Virgen de Guadalupe. Llegaron a la calle Francisco Villa y siguieron por la 16 de septiembre hasta la Catedral, donde el repicar de campanas anunció su llegada.
Fue el padre Arturo Martínez, vicario de Catedral, quien los recibió con agua bendita, y en su entrada, el coro del Seminario cantó La Guadalupana.

Pastores acompañados de María
“Ofrecemos la celebración por toda la diócesis, por todo el presbiterio, sacerdotes, diáconos, por el Seminario, los formadores, seminaristas, bienhechores y por los fieles que nos acompañan”, expresó el obispo al iniciar la celebración.
La homilía fue presentada por el padre Armando Benavides, Vicario General de la diócesis, quien reflexionó a la luz de la liturgia de ese día, de manera especial del evangelio de Mateo, donde Jesús narra a sus discípulos la parábola de la oveja perdida
“Con estas palabras, Jesús nos recuerda nuestra vocación: ser pastores y buscar a la oveja perdida. Si queremos ser pastores debemos ser pastoreados. Venimos siguiendo el camino que Cristo nos muestra, podremos ser pastores si somos ovejas primero”, expresó el padre Armando.

Reflexionando también el motivo por la que fueron congregados: ir a María de Guadalupe, el padre Armando señaló que María es modelo de discípulo.
“Venimos contentos en peregrinación porque Dios hace maravillas en nosotros. Como discípulos cristianos salimos al encuentro de Dios. Pedimos la intercesión maternal de María de Guadalupe por nuestra diócesis y ponemos a sus pies a nuestro presbiterio, a nuestros sacerdotes enfermos”, oró el Vicario General.
De igual manera pidió a la Virgen que ilumine el caminar de la diócesis, los procesos pastorales y el seguimiento del plan diocesano.
Al concluir la misa, el obispo Torres Campos, agradeció a los sacerdotes su presencia y su testimonio.
“Su presencia a los pies de la Virgen es signo de unidad, consuelen a mi pueblo”, puntualizó.
Que todos vivamos en fraternidad, amor mutuo, y unidad. Caminemos en la fe al encuentro del Señor”, concluyó.

































































