Ana María Ibarra
Promesa cumplida de Jesús es la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, momento fundacional de la Iglesia. Este fue el tema que el padre Luis Alfonso Martínez Gallo, Discípulo de Jesús, compartió en el Retiro de Pentecostés del Movimiento de la Renovación Católica Carismática.
Viento y fuego
El padre Luis Alfonso dirigió su reflexión guiado por el texto que narra la venida del Espíritu Santo a los apóstoles, en quienes se cumple la promesa y es fundada la Iglesia.
“Somos parte de este pueblo de Israel, pero no podemos solos y eso lo sabe Dios, así que cumple su promesa de enviar a la tercera persona de la Santísima Trinidad”, compartió el sacerdote.
“Una condición para recibir el Espíritu Santo es que estemos reunidos. Para el cumplimiento de la promesa se requiere la unidad, la Iglesia”, añadió.
El también coordinador de la Comunidad Nueva Alianza citó las Escrituras para reflexionar las distintas maneras de manifestación del Espíritu Santo.
“El Espíritu Santo es sorprendente. Dice la Escritura que llegó como una impetuosa ráfaga de viento. En otros momentos habla de Él como un viento suave. El viento es un signo del Espíritu Santo. El viento mueve, refresca. El Espíritu Santo viene y nos mueve”.
Pero agregó que, para ser movidos por el Espíritu Santo, se requiere disponibilidad.
“Al Espíritu Santo no lo podemos poner en cuatro paredes, llega cuando quiere y llena el lugar”.
El sacerdote recordó que el Espíritu Santo además de ser como viento, también es fuego.
“El fuego ilumina, trae luz, rompe las tinieblas, purifica. A los apóstoles los purificó, ¡cuánto más nosotros necesitamos que se nos purifique de nuestros pecados!”.
Llenos del Espíritu Santo
Recordando a los discípulos que quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas, el padre Luis resaltó que para llenarse debe primero vaciarse.
“El Espíritu Santo no te va a llenar si voluntariamente no te vacías. Dios no va a forzar nuestra voluntad”, resaltó.
El sacerdote añadió que el ser humano siempre estará expuesto a la contaminación del mundo, por lo que debe vaciarse y negarse a sí mismo.
“Hablar de que somos llenos del Espíritu Santo es porque ha tomado posesión de mí, porque le cedí mi vida”.
Hablando de los dones del Espíritu Santo, dijo que hablar en lenguas es un don que actualmente regala el Espíritu Santo en la Iglesia.
“Debemos tomar en cuenta que el Espíritu Santo no me va a dar los dones que yo quiero, sino los que necesita la Iglesia. Pidamos a Dios que nos regale el don de la unidad. Si nos falta la unidad va a ser difícil que el mundo crea”, finalizó, enviando también un saludo a la Diócesis de Ciudad Juárez.
Para concluir su participación, el padre Luis pidió al ministerio de alabanza acompañarlo con un canto de invocación al Espíritu Santo, mientras él realizaba la oración final.