Padre Eduardo Hayen Cuarón
Ahora que el presidente electo de Estados Unidos se llama Donald Trump, nos preguntamos qué podemos esperar los católicos durante su gobierno. Quisiéramos políticos que encajaran perfectamente en un molde católico pero, sabemos, eso es imposible. El nuevo presidente en algunos aspectos se acercará a las enseñanzas de la Iglesia, mientras que en otros se alejará.
Causa pro vida, libertad religiosa y pro-familia: la Iglesia enseña que toda vida es sagrada desde su concepción hasta su muerte natural, y que la libertad religiosa es un derecho inalienable. Trump dijo a los católicos: “En cuestión de vida, soy y seré pro-vida. Defenderé su libertad religiosa y el derecho de practicar libremente su religión, como personas, empresarios e instituciones académicas… Y nombraré jueces de la Suprema Corte que interpreten estrictamente la Constitución como el gran pensador católico Antonin Scalia”. Se espera, pues, que vengan recortes de fondos a la organización abortista Planned Parenthood y que en la Suprema Corte domine el ala conservadora, lo que detendría al lobby LGBT.
Sistema de salud: la Iglesia Católica enseña que todas las personas tienen derecho a la asistencia sanitaria. Además ese cuidado debe ser accesible a todos y proporcionado en forma gratuita a aquellos que no pueden pagar. Pero también existen prácticas que son incompatibles con la dignidad humana y que no forman parte de la asistencia sanitaria. Es el caso del aborto y la contracepción que destruyen la vida humana, perjudican la formación de la vida y pueden dañar o matar, incluso a los no nacidos. El presidente electo tratará de derogar el plan de salud de Obama llamado ‘Obamacare’, que incluye el acceso a los derechos reproductivos, y buscará que el libre mercado se encargue de la atención a la salud. Trump está de acuerdo en que el seguro no debe ser obligatorio, pero debe ser accesible para todos.
Inmigración: la Iglesia enseña que debemos de ser abiertos con los extranjeros y refugiados, reconociendo la dignidad humana de quienes solicitan ayuda en otras tierras. Los obispos de Estados Unidos afirman que se debe de recibir al extranjero, tanto por el respeto a su humanidad como por caridad. Aquellos que no pueden encontrar trabajo en su lugar de origen tienen derecho a emigrar, aunque sea a un país extranjero, para trabajar y sobrevivir. Enseña también la Iglesia que cada país tiene derecho a proteger sus fronteras y a defender a sus ciudadanos, y que los inmigrantes deben de ser llevados a cumplir requisitos legales razonables. Trump quiere deportar a los 11 millones de inmigrantes ilegales que hoy viven en territorio norteamericano, y asegurar la frontera sur con un muro de tres mil kilómetros. Esta solución se juzga como extremista, carente de caridad y de justicia para tantos inmigrantes que con su trabajo han contribuido con su riqueza a la sociedad norteamericana y cuyas familias, en caso de deportación, quedarían divididas.
Defensa: la enseñanza de la Iglesia sobre la guerra justa es muy concreta y señala ciertos requisitos que deben cumplirse para que un conflicto armado tenga justificación. Todas las naciones tienen derecho a defenderse y a prepararse para un eventual ataque, dentro de límites razonables. Sin embargo los recursos que asigna Estados Unidos para la producción, venta y distribución de armamento es descomunal y se alejan de lo razonable. Si añadimos que para mantener la producción y utilización de armas se deben fabricar las guerras, estamos rayando en una inmoralidad de proporciones descomunales. Como todo presidente de Estados Unidos lo ha hecho, Trump continuará apoyando la financiación militar y el uso de la fuerza en el mundo para promover la supremacía de su país sobre todas las naciones, lo que lo envía al lado opuesto de las enseñanzas de la Iglesia.
Mercados: la Doctrina social de la Iglesia enseña que el mercado es para el hombre, y no el hombre para el mercado. La Iglesia advierte que el capitalismo liberal, dejado a las solas fuerzas del mercado, se vuelve una economía sin rostro humano y crea grandes desigualdades sociales. El papa Francisco, en su discurso al Congreso de EEUU enseñaba que la economía debe ser moderna, solidaria y sustentable. Decía que la actividad empresarial puede ser una manera fecunda de promover la región donde instala puestos de trabajo. Con Donald Trump podemos esperar menos inversiones en tierras extranjeras y más inversiones en su propio territorio; un reajuste o eliminación del TLC, lo que podría perjudicar a sus socios, principalmente a México. No se ve claro cómo hará realidad su promesa de recuperar la gloria que tenía Estados Unidos perjudicando a sus socios comerciales.
Racismo: La Iglesia enseña que todas las personas hemos sido creadas por Dios y por eso tenemos la misma dignidad, por lo que no existen razas ni sexos superiores. El catolicismo condena el racismo en todas sus formas porque niega el valor inherente de toda vida humana. Con los comentarios de Trump contra los mexicanos, las mujeres y los musulmanes durante su campaña, el presidente electo dejó claro su racismo, lo que podría agudizar la violencia por discriminación racial en todo el país. Pero sobre todo, lo que pondría en discusión la grandeza de Estados Unidos, que es ser un gran crisol en el que se funden hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación.