Ana María Ibarra
Como un signo de pertenencia, testimonio y configuración con Cristo, el pasado domingo 8 de enero siete jóvenes del curso introductorio del Seminario Conciliar recibieron sotanas después de un semestre de estudio.
En presencia de sus familiares y amigos, Alberto, Daniel, Roberto, Joshua, Samuel, Edwin y Jorge, recibieron sus sotanas de manos del obispo, monseñor José Guadalupe Torres Campos, quien presidió la misa en la capilla de la Facultad de Filosofía acompañado de los sacerdotes Jesús Manríquez, Alberto Castillo y Armando Benavides.
Dejarse guiar por la estrella
Después de la Liturgia de la Palabra, el padre Armando Benavides nombró a los siete jóvenes, quienes se presentaron delante del obispo diciendo “presente”.
Ya desde sus lugares, los muchachos escucharon la reflexión del obispo, quien a la luz de la Palabra, en la festividad de la Epifanía del Señor, meditó el significado de la estrella de Belén que guió a los Reyes de Oriente que buscaban al salvador para verlo y adorarlo.
“Ver y adorar son dos cosas que deben dar sentido a nuestra búsqueda. Ver la estrella es ver a Dios que me impulsa a seguirlo, ir hacia Él y no detenerme. Lo importante es caminar, jamás dejar de buscar”, meditó el obispo.
En este contexto, el obispo motivó a los jóvenes a que, a través del camino de la vocación, no decaiga su deseo de buscar, adorar y encarnar al Mesías a través del estudio, el Seminario, la familia y en todo lo que realicen.
“Al tomar la sotana van con ese gusto a encontrar al Señor. La sotana no es un adorno, es ver la estrella y querer adorar al Rey. Los animo a que se dejen guiar por la estrella, por el Espíritu Santo y eso los llevará al Mesías. Porten su sotana con dignidad, con alegría, siéntanse orgullosos de ser seminaristas”, expresó el obispo.
Signo de pertenencia
Después de la homilía, los jóvenes pidieron a la Iglesia, en la persona del obispo, la gracia de portar la sotana y pertenecer al Seminario.
“Hoy que reciben la sotana como signo de su deseo, de una vocación, renueven su fe y renuncien a lo que los aparta de Dios”, invitó el obispo.
Con la renuncia y su profesión de fe, los siete seminaristas externaron su deseo de configurarse con Cristo a través del signo visible de la sotana.
El obispo realizó una oración por los seminaristas pidiendo a Dios su protección, para enseguida bendecir las sotanas y entregarlas a cada uno de los jóvenes, quienes fueron revestidos por sus familias.
Al final, con su sotana puesta, los jóvenes fueron presentados por el obispo a la comunidad ahí representada, que les mostró su cariño con un aplauso.