Ana María Ibarra
Como parte de las actividades del Año Jubilar 2025, el pasado sábado 15 de febrero, se llevaron a cabo actividades por el Jubileo de los enfermos en los distintos decanatos de la diócesis, cada uno de los cuales cuenta con un templo jubilar para la obtención de indulgencias.
El Decanato Nuestra Señora de Guadalupe celebró con una misa en Catedral, donde se impartió el sacramento de la Unción a los enfermos previamente inscritos.
El padre Francisco Galo Sánchez, presidió la Eucaristía y estuvo acompañado por los sacerdotes Eduardo Hayen, párroco de Catedral; Leonardo García, párroco de Cristo Rey; Patricio Pelayo, párroco de San Felipe de Jesús; y José Farías.
“Esta es una misa solamente para ustedes. Vamos a tener en cuenta a todos los enfermos, incluso a los que no asistieron”, dijo el padre Galo al inicio de la celebración.
Peregrinos de esperanza
La proclamación del evangelio estuvo a cargo del padre Leonardo García, mientras que la homilía fue reflexionada por el padre Eduardo Hayen, quien resaltó el lema del Jubileo: “Peregrinos de Esperanza”.
“Muchas veces, cuando estamos enfermos, se pierde la esperanza. Estamos llamados todos a ser peregrinos de esperanza, especialmente en este Jubileo 2025. Estamos llamados a llevar la esperanza cristiana”, expresó.
Señaló que para ser peregrinos de esperanza es necesario encontrarse con Jesús.
“El Reino de Dios es Jesucristo, el Señor. En la enfermedad también se manifiesta el Señor. También en los momentos de crisis y de enfermedad, Dios se hace presente”, abundó.
A la luz del evangelio, que narra la curación del paralítico, el padre Hayen mencionó que es primero la sanación del alma y después la sanación física.
Asimismo, mencionó otros encuentros de Jesús con los enfermos, como con Bartimeo, el ciego de nacimiento, y la hemorroisa.
“El encuentro con Jesús nos transforma. Él está con ustedes. Está también la promesa de su amor, pues nos ha prometido la sanación futura. La salud definitiva no está en esta vida, sino en la vida futura”.
El padre Eduardo se dirigió también a quienes atienden a los enfermos, familiares, médicos, enfermeras, asemejándolos a los compañeros del paralítico.
“La enfermedad enriquece a toda la familia. Los invito a sentirse amados”, concluyó.
Unción de los enfermos
Después de la homilía, los sacerdotes recorrieron las bancas del templo para ungir a los enfermos con aceite y orando por ellos.
Llenos de paz, quedaron aquellos que recibieron el sacramento, sabiéndose amados y bendecidos por el Señor.
Al final de la celebración, el padre Leonardo invitó a los asistentes a rezar por las intenciones del Santo Padre y, con las condiciones ya conocidas, recibieron la indulgencia plenaria aquellos que estaban preparados para ello.