Con cierta nostalgia pero agradecida con Dios, es como la hermana Palma Varela Reyes, reflexiona sobre el tiempo, y sobre todo en su entrega diaria a los adultos de la tercera edad que atiende en el Asilo de Ancianos Senecú.
Caminando por los pasillos del asilo construido hace más de 60 años, la hermana Palma con 78 años de edad y 40 de vida religiosa, compartió que es admirable cuando termina un año e inicia otro y dijo que ella procura reflexionar sobre sus acciones para tratar de enmendar su errores ante la nueva oportunidad de vida que se le brinda.
“Se me hace bonito cada cambio de tiempo, por ejemplo cuando llega el verano, cuando llega el invierno… se me hace muy bonito pues me gusta el frío, pero me gusta el cambio de temporada porque se presta para una reflexión sobre el tiempo que pasa”, dijo la hermana.
Apoyada por su andador en el cual guarda los medicamentos y vitaminas que proporciona a los huéspedes del asilo tanto en el desayuno, como en la comida, la religiosa camina segura de gastar su tiempo en el amor.
A veces recibe un “guiño” por parte de uno de los ancianos, y ello, como atenderlos, le hace pensar sobre la vida que ellos llevaron y de qué manera puede hacerles su vida más amena, aún cuando ella misma vive ya muy cerca de esa etapa de la vida.
Pero, como ella misma lo explica, estos momentos y el servicio que brinda en el asilo, son también ocasión que le permiten ver pasar su vida y meditar sobre el hecho de que Dios le ha permitido vivir tantos años, con muchas buena oportunidades, y alguna que otra que quizá no aprovechó bien o desperdició.
“Me da gusto cuando viene el año nuevo porque le damos gracias a Dios por un año más que Dios nos permite, porque seguimos todavía ‘Dios no se ha acordado de mí todavía, pero Él sabe hasta cuándo”, dijo con cierta nostalgia la entrevistada.
Aunque agregó: “Vivo muy contenta, no me da miedo ni coraje vivir esta etapa de mi vida, me da mucho gusto y pienso, cuando va a empezar el año que toda va a ser nuevo, diferente, que va a ser, mejor o peor, pero va a ser otro año otro tiempo que puedes aprovechar para hacer nuevas cosas”.
Mientras observa a los adultos a quienes cuida, la hermana Palma reflexiona:
“En estas fechas he pensado pues cuantas cosas me ha dado Dios, cosas buenas, pero también me pregunto si hubiera hecho alguna otra cosa en este año que pasó, aunque no me pongo triste, sino que pienso que me voy a proponer ser mejor en el nuevo año”, dijo sonriente.
Como parte de su etapa de vida, la religiosa igual comparte con los adultos mayores sobre la vida y el tiempo transcurrido y aunque algunos le comparten su miedo a a morir, ella está contenta de hacer que se sientan bien y pasen buenos momentos.
“Espero que Dios me dé fuerza para poder seguir adelante, hacer lo que Él nos pide y le pido que me dé valor, confianza y todo lo necesario para seguir y seguir siendo parte de la historia de cada ancianito”, puntualizó.