El matrimonio de Francisco y Margarita Contreras es fiel testigo de la acción del Espíritu Santo en la vidade quienes a él invocan, en una oración trinitaria.
Ana María Ibarra
Hace 34 años, Margarita y Francisco Contreras se encontraron con Dios en el Movimiento de la Renovación Carismática y desde ese momento consagraron su matrimonio, su familia, su vida al Espíritu Santo.
Su oración diaria ha sido, en este tiempo, trinitaria. Su fe y su confianza en el amor trinitario de Dios, los fortaleció en un momento de prueba hace cuatro años, cuando dos de sus hijas fueron diagnosticadas con cáncer en fechas cercanas y fue Dios quien, en el nombre de su Hijo, derramó una fuerte efusión de su Espíritu y les devolvió la salud.
Año de la fe
A finales del 2012, el año en que el Papa Benedicto XVI decretó el Año de la Fe, Mague y Francisco recibieron en un retiro la carta del santo padre, La Puerta de la Fe, lo que no esperaban era la manera en la que iban a vivir ese año de la fe.
“En el 2013, diagnosticaron a nuestra hija Marisol con un tumor canceroso alojado fuera del estómago. Mi hija empezó a bajar de peso, con nauseas y dolor en el abdomen. Mi esposa la acompañó a realizarse unos estudios y recuerdo que me habló mi hija y emocionada, en tono de juego, me dijo que tenía cáncer, casi me caía de espaldas”, compartió Pancho.
Marisol buscó una oncóloga para iniciar estudios y tratamientos. No habían pasado ni quince días cuando el esposo de Rocío, otra hija de los Contreras, llamó a Pancho para informarle que su hija estaba hospitalizada a causa de unas manchas moradas en su cuerpo.
“Fui al hospital y mi hija estaba muy animada. No la dejaron salir del hospital y al día siguiente le dieron la noticia de que tenía leucemia. Pensé, una, bueno, pero ¿dos? y en un espacio de quince días”, recordó Pancho.
Rocío ingresó al hospital un día antes del miércoles de ceniza. Empezaron a tratar la leucemia con quimioterapias que hicieron estragos en ella.
“Cuando se habla de cáncer pensamos en muerte. Mi hija estaba devastada, pensando en su hijo, en su esposo. Inmediatamente mi hija Marisol empezó a cuidar a su hermana en el hospital, se olvidó de ella misma para atender a su hermana, siempre la vi como un testimonio”, expresó Pancho.
El milagro
Desde que supieron el diagnostico de sus hijas, el matrimonio Contreras se comunicó con sus amistades y hermanos de comunidad para pedir su intercesión a través de la oración. Así mismo ellos, fortalecieron su oración trinitaria, pidiendo a Dios, en nombre de su Hijo, derramara la efusión del Espíritu Santo en sus hijas.
“En esos días nos invitaron a predicar a un congreso en Zamora, y estábamos en el dilema de ir o no ir. Nos pusimos a orar y el Señor le hizo saber a mi esposa que mis hijas tendrían larga vida. Ese compromiso lo habíamos hecho con el Señor antes de que nuestras hijas enfermaran, ¿por qué decirle al Señor que siempre no?. Nos fuimos”, compartió el padre de familia.
Antes de concluir la Cuaresma, Marisol fue a ver a su oncóloga, cual fue su sorpresa que cuando llegó la oncóloga le preguntó qué había tomado o qué había hecho, pues ya no había cáncer en ella.
“Mi hija le dijo que el Señor había hecho el milagro. La oncóloga es una mujer asiática y no creyó que fuera un milagro. Hasta hoy en día la oncóloga la cita para revisión”, dijo Francisco.
Por el hecho de haberse entregado a su hermana, Marisol no se dio cuenta en que momento empezaron a desaparecer las nauseas, ni el dolor.
“Lo impresionante de todo es que en el orden en el que se enfermaron, en ese orden sanaron. En esos mismos días tomaron medula osea de mi hija Rocío para ver el proceso del cáncer y el oncólogo le dijo que ya no había leucemia”, dijo lleno de alegría el entrevistado.
El matrimonio Contreras está convencido de que Dios actúa de diferente manera en cada persona.
“Con Marisol no utilizó ni siquiera una aspirina. Dice el texto evangélico, “una sola palabra tuya basta”. Con Rocío quiso usar la ciencia. Rocío vivió su Cuaresma en el hospital. El viernes santo estábamos disfrutando de ellas en casa diagnosticadas completamente sanas. Aunque a Rocío le dejaron su catéter un año más por si regresaba la leucemia”, agregó Francisco.
Una vida en el Espíritu
Para Mague haber encontrado al Señor en su vida y vivir en comunidad es algo maravilloso, sin embargo la fortaleza que los sostiene es invocar diariamente al Espíritu Santo.
“Consagrar la familia, el matrimonio, el hogar, vale mucho. Vivir en comunidad es la roca que nos sostiene. Me llena esa lectura del ciego de Jericó que le gritaba a Jesús “Hijo de David, ten compasión de mí”. Compasión significa, sufre conmigo, y Jesús sufrió en ese momento con nosotros, como pareja, como papá, como mamá”, expresó Mague.
El matrimonio Contreras se dijo gradecidos con el Señor por sus tres hijas y su hijo, la unidad de su familia y de su comunidad, que consideran la garantía de un cristiano.
Por su parte, Francisco compartió que en la Renovación han aprendido a ser personas de oración.
“Nuestra oración diaria es una oración trinitaria. Siempre le decimos a papá Dios que, en el nombre de su Hijo, derrame una fuerte efusión de su Espíritu sobre nosotros y más en ese momento. Nunca pedimos que sanara a nuestras hijas, sino que hiciera su voluntad y esa fue su voluntad”, dijo gozoso Francisco.
Francisco añadió que el efecto de la quimioterapia le quitó a su hija Rocío la vista del ojo izquierdo y comenzó a perder la del lado derecho, sin embargo, Dios nunca deja las cosas a medias y Rocío recuperó la vista sin ningún tratamiento.
“Mi hija ya había empezado a tomar orientación para poderse mover en su casa con el bastón pero Dios le recuperó la vista en los dos ojos. Fue algo maravilloso”, exclamó.
Ahora, las dos están sirviendo al Señor. Rocío y su hijo en un ministerio de música, y Marisol integrada en la comunidad de San Pedro y San Pablo en El Paso, Texas.
Permanecer unidos
Para Francisco y Margarita, esta manifestación del amor de Dios en sus vidas ha sido porque viven unidos Él.
“El Señor nos enamoró, y Él nunca se equivoca. Les decía a sus discípulos no se separen, manténganse unidos en mi amor. Pancho y yo, como pareja, hemos estado en esa unión del amor de Dios. Dios es muy bueno, mucha gente desea sacarse la lotería, aumentos en sus salarios pero para nosotros el tesoro más grande es tener a Jesús en nuestro corazón”, dijo Mague.
“Vamos a cumplir 45 años de casados y nos encontramos con Dios hace 34 años en la Renovación. Teniendo al Señor en nuestra vida, es lo que nos ha mantenido”, dijo Pancho.
Espíritu Santo, dador de vida
“El Papa Francisco poco después de iniciar su pontificado pidió que aprendiéramos a orar al Espíritu Santo. El Espíritu Santo es efecto de la pascua de Jesucristo, él viene a poner orden en nuestra vida. Si bien, vino a generar vida, hoy en día, cuando nuestras vidas están deterioradas, es el que viene a regenerar nuestras vidas”, dijo convencido Francisco. Ante lo anterior, Francisco exhortó a la comunidad a confiar verdaderamente en el Espíritu de Dios.
“Lo dijo San Pablo, “es el único que nos puede hacer exclamar que Jesús es el Señor”. El Papa Juan Pablo II dijo: seremos tanto más santos cuanto más dejemos que el Espíritu Santo nos configure con Cristo. Fue la promesa de Jesús. Fue el que actuó en Jesús para hacer milagros. Esos mismos milagros están sucediendo hoy por la acción del Espíritu Santo de Dios”, dijo Francisco.
“El Espíritu Santo nos enseña y nos lleva al amor del Padre y del Hijo, nos hace sensibles, nos regala el amor, y sin amor nada somos, sin perdón nada somos, sin tener misericordia por los demás nada somos. En este momento si existen los milagros”, finalizó Margarita.