Diana Adriano
Con profundo agradecimiento, lágrimas contenidas y muchos recuerdos en el corazón, la comunidad parroquial de San Martín Obispo despidió al padre Héctor Miguel Aguilar, quien por casi 16 años fue su guía espiritual.
La tarde del 4 de julio se celebró la misa de despedida al sacerdote, luego de que fuera nombrado prefecto del Curso Introductorio del Seminario Conciliar, cargo que recibió el pasado 20 de mayo.
La celebración eucarística fue acompañada por varios sacerdotes amigos del padre Héctor, así como por feligreses de todas las edades, que colmaron el templo como muestra de cariño, gratitud y apoyo.
Dios siempre es Dios
Después de la lectura del Evangelio, el padre Héctor tomó la palabra visiblemente emocionado.
“Pensaba durante toda la mañana qué podía compartirles. Me sentía muy nervioso para celebrar la misa, porque sentía que no iba a tener las palabras precisas para expresar todo lo que quisiera decirles”, confesó.
“El Señor me regaló esa bella lectura donde Salomón, en diálogo con Dios, recibe una respuesta que me ayudó a entender que Dios es Dios. Y hoy, justo a la mitad de la reflexión, reconozco: Dios siempre es Dios”.
Con voz serena hizo un recorrido por su camino pastoral en la comunidad, agradeciendo a Dios por cada experiencia, por cada persona y por cada paso en el proceso.
“La evangelización me ayudó a anunciar al Señor y a nutrir mi corazón de este Dios que entrega a su Hijo para salvarnos. Es el Dios de las promesas que hace 16 años me permitía soñar muchas cosas”, expresó.
Recordó que al inicio de su servicio soñaba con ver crecer las comunidades y que Dios no solo cumplió esas promesas, sino que hizo mucho más.
“El Señor pide todo, pero mi cobardía, mi pecado, llevó a darle muy poco… y con ese poco, Dios lo hizo todo. Ese es nuestro Dios. Un Dios fiel, un Dios eterno, un Dios que siempre ha provisto todo”, compartió con humildad.

Dios llama
Durante su mensaje, también reflexionó sobre el pasaje del Evangelio donde Jesús llama a Mateo, y cómo ese llamado representa un milagro.
“Que Dios te llame a ti es un milagro. Cada cosa que pasa en nuestras vidas es parte de la misericordia de Dios”, dijo para luego acotar:
“Esta despedida puede ser emotiva, llena de lágrimas, pero la vida sigue… Hagan conciencia de ese Dios vivo y, cuando se cansen, piensen que Dios ha entregado todo por nosotros”.
Al finalizar la misa, la comunidad ofreció a su hoy ex párroco un ameno convivio, en el que muchos pudieron despedirse fraternalmente, quedando en comunión con el padre Héctor.

En frase…
“Ustedes fueron mi primer amor. Los llevo en mi corazón. Pero ustedes saben que hay que seguirle… No dejen de orar por mí, y siempre estaré con ustedes. Ustedes están conmigo”.
Pbro. Héctor Miguel Aguilar


































































