Sacerdotes y obispo de la Diócesis de Ciudad Juárez renovaron sus promesas sacerdotales en la Misa Crismal del Jueves Santo, donde se consagraron óleos sacramentales y la comunidad agradeció por sus presbíteros.
Ana María Ibarra
Configurados al sacerdocio de Cristo, sacerdotes de la diócesis reafirmaron ante su obispo, don José Guadalupe Torres Campos, y ante el pueblo de Dios, su fidelidad a Cristo que los eligió para el Ministerio del Orden.
La renovación de votos sacerdotales, se realizó el pasado Jueves Santo, 24 de marzo, en la Misa Crismal que presidió el obispo en Catedral ante cientos de fieles que acudieron para acompañar a sus sacerdotes y felicitarlos en el que es conocido como “día del sacerdote”.
En esta especial celebración, en la que fueron bendecidos los oleos y consagrado el Santo Crisma, se utilizó el cáliz que fue utilizado por el Papa Francisco en la misa multitudinaria que celebró en Ciudad Juárez el pasado 17 de febrero.
Preparación
Desde temprano los presbíteros se congregaron en la Misión de Guadalupe, donde recibieron unas palabras de reflexión y preparación de parte del padre Leonardo García, liturgista de la diócesis.
El padre Leonardo recordó que el sacerdote es elegido entre los hombres y con la imposición de manos del obispo es configurado a Cristo a través de su sacerdocio. Y desde ese momento presiden al pueblo santo de Dios y lo alimentan con la Palabra y la Eucaristía.
Antes de salir de la misión, sacerdotes y obispo rezaron una oración preparatoria y en un momento de silencio se encomendaron a Dios para enseguida salir en procesión rumbo al templo de Catedral, donde fueron recibidos con cariñosos aplausos de parte de los fieles.
Padre de misericordia
En su homilía, el obispo resaltó el jubileo que la Iglesia celebra en este Año de la Misericordia.
“Dios es misericordioso, su misericordia es grande, abundante, no se queda con nada, es rico en misericordia que nos envía a su Hijo Jesucristo que se encarna, se hace uno como nosotros, menos en el pecado, pasó haciendo el bien, padeció, murió en la cruz, nos redime, nos salva y resucita para darnos vida”, expresó monseñor Torres.
A la luz de la Palabra, el obispo reflexionó: “El amor del Padre se derrama en el Hijo, lo unge con el Espíritu Santo y lo envía a dar la Buena Nueva, a consolar a los tristes, a perdonar al pecador, a liberar al cautivo. La misericordia del padre se manifiesta en Jesucristo nuestro Señor, que nos amó hasta el extremo y dio su vida por nosotros”.
Testigos y ministros de misericordia
El obispo compartió que Dios, en su infinita misericordia, ha querido hacer partícipe de esta misericordia a toda la humanidad e hizo referencia especial al amor de Dios a los sacerdotes.
“Su amor para nosotros, sacerdotes, es grande. Dios Padre, en su infinita misericordia, ha querido unirnos a su Hijo Jesucristo, sacerdote. Somos sacerdotes en Cristo, el Señor, que a pesar de nuestra fragilidad, nuestra condición humana, nos elige, nos llama, confía en nosotros”.
En ese sentido, el obispo recordó al presbiterio que Dios los envía y les da una tarea: ser testigos y ministros de misericordia.
“El obispo en primer lugar, el sacerdote, debe anunciar como testigo que Dios es misericordioso. Toda la vida sacerdotal, todo lo que hagamos como sacerdotes, todo nuestro ser sacerdotal debe dar testimonio de la misericordia de Dios”, expuso.
Haciendo referencia a la bendición del Óleo de los Catecúmenos y de los enfermos, y a la consagración del Santo Crisma, el obispo dijo a su presbiterio que en la administración de los sacramentos deben ser ministros de la misericordia de Dios.
“Dios es misericordioso con nuestro pueblo y al ejercer nuestro ministerio con diligencia, con responsabilidad, con fidelidad y amor, vivimos dignamente nuestro ser, nuestra vocación de ministros de misericordia”.
Pide oraciones
Por otra parte el obispo también pidió a la comunidad diocesana seguir orando por los sacerdotes para que lleven a cabo su ministerio con misericordia.
“Que todo el pueblo descubra en el sacerdote a Dios padre misericordioso, a Cristo el Hijo de Dios, rostro misericordioso del Padre. Hoy se nos invita a darle gracias a Dios por este don que hemos recibido”.
Después de la homilía, en distintos momentos de la celebración se bendijeron los aceites, el Óleo de los enfermos y el Óleo de los catecúmenos.
Los sacerdotes renovaron sus promesas sacerdotales y junto al obispo hicieron la oración consagratoria del Santo Crisma.
Al finalizar la celebración la gente los despidió con muchas muestras de cariño, y los sacerdotes se dirigieron a la parroquia La Divina Providencia, donde el grupo Talleres de Oración y Vida ofreció, como cada año, una comida en su honor.
Agradecidos por el don que recibieron
“Estos años de sacerdocio han sido un continuo ir creciendo y madurando en la conciencia del llamado desde el día que me ordené hasta hoy. Queda uno vinculado al ministerio de la redención uniendo nuestra vida a través del sacerdocio con el sacerdocio de nuestro Señor Jesucristo. Es un seguir trabajando la configuración a través de la oración en nuestro Señor Jesucristo”.
Pbro. Luis Escudero, 22 años de sacerdote
“El hecho de renovar las promesas que un día hice ante mi obispo es retomar fuerzas en el ministerio, esas ganas de seguir con el primer amor. Estos 20 años han sido maravillosos, de ninguna manera me arrepiento de haber recibido este ministerio. Fue un camino un poquito difícil al principio, pero cuando el Señor puso su mirada en mí, ya no me eché para atrás”.
Pbro. Hugo Muñoz, 20 años de sacerdote
Hoy es un día muy agradable para todos los sacerdotes por la gracia de Dios. El Señor nos confía a nosotros el ministerio para servir a los fieles en medio de nuestras propias debilidades, defectos y tropiezos, pero siempre con el espíritu de que el Señor nos eligió para ese ministerio. Estos 63 años y 9 meses de sacerdocio han sido muy bonitos, muchos momentos difíciles en todos sentidos, pero también muy confortantes por la bondad de Dios, por la bondad de los fieles, por la consideración que tienen con nosotros, por su misericordia y comprensión que nos dan”.
Mons. Isidro Payan, 63 años de sacerdote
“Me siento con la alegría de que a muchos de los padres de aquí los he visto nacer, incluso alguno lo he bautizado y eso me da mucha alegría, porque cuando llegué a Juárez éramos 17 sacerdotes y gracias a Dios y a mi buen ejemplo ¡cuántos han nacido! Ha sido una vida muy llena, suelo ser muy bromista y muy alegre. La alegría viene del gozo de estar sirviendo y de vivir mi sacerdocio desde hace 53 años, sigo estando igual de contento y me siento querido por todos los compañeros y eso es vitamina para mí”.
Pbro. Gregorio Ciria, 53 años de sacerdote
“Estos 10 meses han sido rápidos, un poco más por la parroquia en la que me toca servir, Nuestra Señora de la Paz, es una parroquia con mucho movimiento, nos hace correr, hay bastante actividad, es entrarle a la chamba de verdad. Confesar es una tarea que me ha gustado mucho, me encanta ver la cara de la gente cuando llegan muy adoloridos y se van contentos porque han encontrado el perdón y la misericordia”.
Pbro. Francisco Sánchez, 10 meses de sacerdote
“Si pudiera resumir mi ministerio sacerdotal diría que es un regalo del Señor y la experiencia del sacerdote es el amor de Dios, el amor mío expresado al Señor, el amor de Dios manifestado en su pueblo. En la oración diaria es donde experimento ese amor de Dios, ante su presencia que manifiesta su fidelidad hacia mí y el fortalecimiento en mi vida sacerdotal en el sentido de que el pueblo hace cercano al Señor y lo hace presente en mi vida con su cariño y cercanía. Hoy vine dispuesto a renovar mis promesas y decirle Señor aquí estoy, envíame nuevamente como hace 10 meses”.
Pbro. Eduardo Mendoza, 10 meses de sacerdote