El padre Héctor Díaz es originario de Ciudad Juárez y tiene ya más de 40 años misionando en Corea, donde ha crecido considerablemente la población católica….
Lleno de alegría, reconociéndose solo un “empleado del patrón”, el padre Héctor Díaz, sacerdote juarense, Misionero Guadalupano, realiza su misión en Corea del Sur desde hace 45, cuando fue enviado por su superior a trabajar por la salvación y conversión de almas coreanas.
En su reciente viaje a Ciudad Juárez para celebrar su 50 aniversario sacerdotal, el padre Héctor compartió con Presencia los frutos que aquella tierra ha dado en los últimos cuarenta años.
“Cuando llegué a Corea solo el dos o tres por ciento de la población era católica. En este momento el 12 por ciento de la población es católica. Es un logro, porque en Japón y en China menos del 1% son católicos actualmente”, dijo el padre Héctor.
El sacerdote, quien desde joven quiso ser misionero acudió primero con sacerdotes franciscanos, pero no le aseguraron que saldría a misionar, por lo que buscó otra opción.
Dejó la universidad cuando conoció a los misioneros de Guadalupe. Cuando le tocó salir a misionar quería ir a Japón, pero no había necesidad y fue enviado a Corea. Se preparó en Suiza para conocer sobre la cultura de Corea y poder trabajar mejor.
“Atendí un hospital de tuberculosos desauciados. Nada ha sido difícil para mí. Ha sido muy gratificante ver la gracia de Dios trabajando en la gente, entre los no cristianos”, compartió.
El misionero narró que en una ocasión él y su grupo de servidores de una parroquia prepararon una catequesis, invitaron a muchos pobladores y se inscribieron 80 personas, un número mayor al de los católicos de esa comunidad.
Aunque la parroquia era pobre, compraron galletas y algo de beber para ofrecerles, pero llegado el día, nadie se presentó.
“Guardamos lo que habíamos comprado. Les dije a los servidores aquellas palabras de Cristo: Nadie viene a mí si no es enviado por mi Padre”.
Días después, recordó el misionero, llegó un muchacho diciendo que había tenido un sueño donde la Virgen lo invitó a ir y creer. Otros dos llegaron para formarse en la fe. Una señora acudió porque, dijo, las campanadas de la iglesia la invitaron a ir.
“Así llegaron otros. En total llegaron 45 personas y ninguno de ellos se había anotado en la lista. ¿Qué dice uno ahí ante esto?, ¿Quién está trabajando en esas almas?”, compartió el sacerdote.
“Yo me siento la ofrenda, pero el que trabaja es Dios. Sigo trabajando en su changarro, soy un empleado, pero el que trae los clientes y el que mueve las almas es Él”, dijo convencido.
Dificultades En La Misión
El padre Héctor dijo que las dificultades que tiene en aquel país son las mismas que tienen los párrocos de Ciudad Juárez.
“No se fija uno en las dificultades, sino en las gratificaciones. En la diócesis en la que trabajo había padres irlandeses y mexicanos, y sólo 8 sacerdotes coreanos. Ahorita hay 278 sacerdotes coreanos. Corea es el país que más vocaciones tiene en el mundo”, puntualizó.
“Corea fue perseguida por 100 años bajo amenaza de pena de muerte para quien se proclamara católico. Existen 227 mártires reconocidos, cuando estudié concluí que eran 13 mil los mártires, y ya sabe lo que se dice: sangre de mártires, semilla de vocaciones.
Vale la pena ofrecer la vida por llevar el mensaje de Jesús, mensaje de paz y verdadera libertad”, finalizó.