Por el Día Internacional de la Mujer presentamos testimonios de mujeres que han hecho de su apostolado una misión para que la mujer sea valorada, con el deseo de construir un futuro mejor.
Ana María Ibarra/ Diana Adriano
En el marco del Día internacional de la Mujer, Presencia desea resaltar la misión que mujeres de la diócesis realizan en favor de la mujer, especialmente aquellas que se encuentran en situación de vulnerabilidad y que con el servicio que se les brinda las hacen sentirse mujeres amadas por Dios y dignificadas en su ser.
Atención a mujeres embarazadas
A través de la filial en Ciudad Juárez, Mater Filius es un lugar seguro para mujeres embarazadas que se encuentran en situación de desamparo o que han sufrido algún tipo de violencia.
Desde esta misión, Miriam Lechuga, directora de la asociación, guía la misión para salvaguardar la integridad de quienes acuden a esta casa.
“Nuestro servicio es ofrecer a mujeres embarazadas, vulnerables, en desamparo o abandono hospedaje, alimentación, vestido, asesoría académica o regularización académica, así como apoyo espiritual, psicológico y nutricional. Este es un apostolado que hacemos al dulce amor de María, es un llamado a servirle a María en la persona de estas mujeres”, compartió Miriam.
A través de este servicio, Miriam y demás voluntarias buscan que cada mujer sepa que es valiosa por sí misma, digna de un trato humano y respetuoso, que es capaz de vivir una vida mejor a la que está acostumbrada y que puede acceder a un futuro esperanzador.
“Muchas de las mujeres que vienen a Casa Mater tienen miedo y desconfían. No pueden creer que todo lo que les ofrecemos sea de manera gratuita y los primeros días están con la idea de que algo se les va a pedir. Pero van descubriendo un trato sencillo y humano, de familia, que ellas no conocían y se dan cuenta que otra vida es posible”, dijo Miriam.
Hijas de Dios
Desde su llegada, agregó Miriam, las mujeres en estado de gestación van recibiendo un trato digno de hijas de Dios.
«Reciben respeto, aceptación, no son juzgadas, no hay un juicio, no nos interesa ni siquiera qué religión profesan, no les hablamos del aborto, les hablamos de la vida en tono esperanzador para que ellas sientan que están a salvo, que no están solas y les ofrecemos todo lo necesario para que tengan un embarazo tranquilo”, señaló.
Para Miriam y el resto de las voluntarias, las mujeres que llegan a la casa de Mater Filius merecen vivir una etapa feliz, de protección y desarrollo.
«Así como Jesús trató a quienes acudían a él, en nuestra finalidad buscamos acercarle a Jesús esas almas que nos son confiadas. Les ofrecemos talleres para que adquieran las herramientas necesarias para continuar, junto con su hijo o hija, una vida diferente a la que tenían, una vida digna y mejor”, resaltó.
Y agregó: “Para nosotras es una bendición saber que estamos haciendo lo correcto y el que obedece no se equivoca”.
Acompañar corazones rotos en víctimas de violencia
Fue en el año 2004 cuando Patricia Galarza inició su servicio a favor de la mujer, estando apegada a luchar por la justicia y que la mujer conozca sus derechos y sea sujeto de acción.
«La mujer ha sido muy maltratada y siempre estoy a favor de la defensa de la mujer, de que conozcan sus derechos, que se hagan sujetas de acción y puedan defenderlos”, compartió Patricia, quien es psicóloga y cuya atención siempre ha tenido un enfoque hacia mujeres víctimas de violencia, abuso sexual y luego como coordinadora de albergue para mujeres migrantes.
“Acompañé cuatro años a mujeres migrantes, conocí el trayecto de su país hacia Ciudad Juárez y todo lo que ellas viven, primero que nada, en su país, luego en su llegada a México. He acompañado a mujeres en situación de trata. Ha sido muy doloroso, pero muy satisfactorio poder acompañar a un corazón roto”, señaló.
Pero en este servicio, la psicóloga también se ha sentido acompañada por estas mujeres que vienen llenas de resiliencia y de fe.
“Siempre hay una luz en el camino. Es Dios. No hay ninguna mujer que me haya dicho que no cree en Dios. Ellas saben que ha sido Dios quien las ha acompañado en esos momentos de dolor”, compartió.
Resignificar el término
Como acompañante y guía de mujeres víctimas de violencia, abuso sexual y acoso, Patricia señaló que es común que se sientan que han perdido su dignidad.
“La dignidad es inherente, no se quita. Los derechos humanos son inalienables, nacemos con ellos y es esto lo que se les enseña, que su dignidad no se quita y lo primero que se hace es explicarles qué es la dignidad. Es resignificar la palabra dignidad, no por el hecho de que son abusada o violentadas tengan menos valor”, dijo la especialista,
Agregó que en ese sentido, no es tanto recuperar la dignidad de la mujer víctima, sino hacerle ver que debe apropiarse nuevamente de esa dignidad que le pertenece, simplemente por ser persona, y además, hija de Dios.
“Es re dignificar, apropiarse de la palabra, que ellas mismas dignifiquen su ser mujer, su ser hijas muy amadas de Dios. Muchas de ellas son violentadas en su misma casa y es necesario fortalecer en ellas su fe, que sepan que tienen un propósito en esta vida, que existe un ‘para qué’ ”.
Día de la mujer
s por eso que para la psicóloga el día 8 de marzo, aunque mucho se diga que no hay nada que celebrar, son justamente las historias de resiliencia y de lucha de muchas mujeres lo que se debe recordar.
“Por medio de la historia de otras mujeres es como nos enriquecemos y nos vamos llenando de fortaleza y debemos sentirnos arropadas y apapachadas. Muchas mujeres que nos antecedieron tuvieron que padecer agonías de muchos tipos y ahora son derechos que hemos ido adquiriendo gracias a otras mujeres”, dijo.
“Eso hay que nombrarlo y agradecer”, expuso.