Por el Día Internacional de la Mujer que se celebra este 8 de marzo, presentamos testimonios de mujeres que han hecho de su apostolado una misión para que la mujer sea valorada, con el deseo de construir un futuro mejor.
Diana Adriano/ Ana María Ibarra
El proyecto CIHUATL (‘Mujer’, en náhuatl) de las hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, sin duda ha contribuido al crecimiento espiritual, político, social y económico de las mujeres en situación de prostitución y de trata con fines de explotación sexual.
A través de este programa, logran garantizar la dignidad de las mujeres, la mejora de su calidad de vida y el cumplimiento y la apropiación de sus derechos como ciudadanas y como mujeres.
Las religiosas que se encuentran trabajando en esta diócesis Luz Angélica García Plata, María Enriqueta Valdés Leyva y Genoveva Ochoa Castrejón, han visto el impacto positivo del proyecto en las mujeres.
“La sociedad juarense está siendo poco a poco sensibilizada ante la realidad de este grupo de mujeres y se solidariza con ellas siendo parte del equipo de voluntariado, aportando desde sus posibilidades”, dijo la hermana Genoveva.
El impacto llega de manera indirecta a los hijos/as de las mujeres, quienes van adquiriendo otros valores, mejoran su calidad de vida respecto a la salud y en el área educativa.
Tanto las mujeres, como sus hijos, van creciendo en conciencia de sus derechos como ciudadanos, añadió.
Expuso que incluso varias mujeres han dejado la prostitución y otras están en proceso de un nuevo proyecto de vida.
“Algunas Instituciones son sensibles y solidarias con las mujeres participantes de este proyecto y poco a poco vamos tejiendo redes de apoyo”, dijo la religiosa.
Hijas amadas de Dios
La entrevistada expuso que la misión que como congregación realizan, impulsa a las mujeres a recuperar y resaltar su dignidad como hijas amadas de Dios.
“En su proceso van descubriendo un aspecto muy importante que es el valorarse a sí mismas y darse cuenta del gran potencial que poseen, aprovechando las oportunidades que Dios pone en su camino”, dijo aludiendo a las etapas que llevan en su trabajo pastoral con las mujeres:
Primera etapa: Encuentro y acogida. Segunda etapa: Decisión. -comienza a crearse un vínculo. Tercera etapa: Formación integral. Cuarta etapa: Empoderamiento. (Se compromete y ejerce su protagonismo, se solidariza y multiplica su experiencia con otras mujeres). Quinta etapa: Seguimiento y fortalecimiento.
“Las Hermanas sabemos que ellas tienen una fe muy grande y se acogen a Dios en todo momento, con la certeza de que Él no las rechaza ni abandona. Recordemos que Jesús denunció la explotación que acontecía en la sociedad judaica, la exclusión a las mujeres que ejercían la prostitución, acuñando esta frase célebre que encontramos en el Evangelio (Mt 21,31): ‘Les aseguro, los publicanos y las prostitutas entrarán antes que ustedes al Reino de los Cielos’”, compartió la hermana Genoveva.
Apoyo necesario
Para la hermana Genoveva, a la mujer aún faltan muchos retos por vencer y por ello recordó que “todos estamos invitados a luchar contra estos desafíos y hacer que suceda un cambio, garantizar para las mujeres los derechos y la igualdad de oportunidades tanto educativas, laborales y de salud”.
Aprovechó este espacio para inviar a quienes deseen sumarse al proyecto cono voluntario, o tengan inquietud vocacional para esta misión, que se comuniquen al número: 656 612 48 69.
También reciben artículos varios en buen estado (ropa, calzado, etc.) para ventas de segundas que realizan algunas de las mujeres del Proyecto; alimentos para despensas y apoyo económico, expresó la religiosa.
“ Estoy super agradecida con las hermanas, porque sin pedirme un peso, ellas me han ayudado, me apoyaron con ayuda psicológica, económica, así como para una cirugía que necesitaba. Hoy que me encuentro mejor y he tomado la decisión de estudiar la primaria, algo que nunca imaginé. Les estoy eternamente agradecida, pues gracias a ellas recobre mi fe y el amor propio que tanto necesitaba”, dijo Janeth, una beneficiaria del programa.
Atienden a mujeres migrantes
Como responsable de una de las casitas que alberga a mujeres migrantes en Casa Eudes, atendida por religiosas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, la hermana Sofia está al pendiente de las necesidades de las mujeres y sus hijos y junto con el resto de las hermanas, les ofrecen acompañamiento.
“Buscamos los medios para darles lo mejor, lo que necesitan para cubrir sus necesidades básicas y también las escuchamos su situación, que nos confían», compartió la hermana Sofy, como es conocida en el albergue.
Con el servicio y la cercanía y atenciones que las religiosas ofrecen, sin duda las migrantes se sienten valoradas y amadas por Dios.
“Las atendemos tanto psicológica y espiritualmente y cuando se van de la casa y logran su sueño, nos expresan su agradecimiento”, finalizó la religiosa.
A ejemplo de María
Myrna Aguilar se entregó incondicionalmente al servicio de mujeres internas en el Centro de Reinserción social para adultos en Ciudad Juárez, a través del trabajo que realiza la Pastoral Penitenciaria.
Myrna, lleva como ejemplo el amor de María, y busca hacerlo presente en este contexto. Así ayuda a las mujeres internas a enfrentar y superar sentimientos de inseguridad, desvalorización y desamor, que pueden sentir debido a las condiciones de vida a las que están sometidas y a la discriminación que a menudo enfrentan por su situación legal.
“El servicio es algo que no a todas las personas se les da, y por eso estoy muy agradecida con Dios por este don que me ha regalado, siempre teniendo de gran ejemplo de nuestra Santa Madre”, dijo.
De esta forma, Myrna asume el ejemplo de María en el servicio, y así puede acompañar y guiar desde la sensibilidad femenina de la protección.
“Eso ha sido gran parte de mi vida en la Pastoral Penitenciaria. Fue una muy bonita experiencia de la cual aprendí muchísimo”, expresó Myrna, quien dejó el apostolado hace un mes, debido a problemas de salud.
Myrna recordó que entre 2016 y 2017 se impulsaron iniciativas para fomentar la autoestima y el fortalecimiento de las mujeres a través de la fe, ofreciendo espacios de reflexión, meditación y acompañamiento emocional.
“Mis ingresos al Cereso Femenil fueron en actividades como celebraciones de la Santa Misa y en actividades con el grupo de ‘Talleres de mujeres responsables’. Uno de esos eventos me dejó una bella experiencia”, agregó Myrna.
Recordó que inicialmente optó por dar su servicio en el área varonil, debido a que pensaba que “las chicas eran más complicadas”.
Pero pronto reconoció que su idea fue un prejuicio y que estaba equivocada.
Esto luego de que la hermana Jacinta, entonces a cargo de la Pastoral Penitenciaria, la invitó participar en una pastorela, ayudando a las mujeres con el maquillaje, el vestuario y peinado.
“Para mí fue un momento muy especial, pues pude conocer a las chicas más a fondo, como amigas. Fue bello porque para muchas de ellas era la primera vez, en años, que se quitaban el uniforme y podían sentir hermosas”, recordó.
“Siempre traté de que miraran en mí el rostro de María, y que no se sintieran juzgadas, sino al contrario, que se sintieran amadas, porque muchas de ellas ni siquiera tienen una familia que las apoye”, remarcó Myrna.
Así, este proyecto de pastoral y voluntarias como Myrna, ayuda a las mujeres privadas de su libertad, a fortalecer la autoestima y su fe, para encontrar en Dios y su Madre una fuente de amor incondicional.