Diana Adriano
María, una mujer de 59 años, relató cómo en su juventud fue víctima de la presión de su ex marido, pues a al no querer tener otro hijo la obligó a deshacerse del bebé que se gestaba en su vientre. Hasta la fecha María vive las consecuencias terribles de ese capítulo de su vida.
“Yo tenía 25 años. Ya era una mujer casada y con cuatro hijos. El papá era miembro del servicio militar de los Estados Unidos y por el contexto del que él venía, siempre tuvo un carácter muy fuerte”, relató la mujer, quien accedió a compartir su testimonio bajo reserva de su identidad.
“Yo había dejado esta ciudad para irme a vivir a California con él cuando sólo tenía 17 años, no conocía a nadie y mi marido no me dejaba salir para nada, era una joven muy ignorante”, recordó.
Cuando la pareja tenía cuatro hijos, un día María se dio cuenta que estaba embarazada de su quinto hijo, y con entusiasmo fue y se lo comentó a su marido.
“Se puso como loco, él no quería tener otro hijo y me dijo que iba a solucionar el problema. Yo no sabía a que se refería, pero siempre tenía que hacer lo que él me decía”, relató.
Sin salida
Luego de recibir la noticia, el hombre hizo trámites y un día llegó a recogerla para llevarla a una clínica.
“La verdad yo no sabría decir en donde estaba, no conocía el lugar. Era tan ignorante que no sabia siquiera lo que me iban a hacer y fue cuando una enfermera me explicó”, dijo.
Recordó estar aterrada por lo que le explicaron que harían con su bebé.
“Pero también estaba aterrada por lo que haría mi marido si no lo obedecía. En un momento dudé y le dije a la enfermera que no lo iba a hacer, a lo que ella me respondió ‘pues ya estás aquí’”, recordó.
“En ese momento ya no vi una salida, así que me realizaron un aborto directo. Y no hay día en el que no me arrepienta por haberlo hecho”, dijo con un notable nudo en la garganta.
María recuerda con tristeza y claridad el procedimiento que le practicaron. El aborto por succión o aspiración, que es el más comunmente utilizado y se realiza hasta las 16 semanas después de que una persona tenga su última regla. Con ese método ‘cuidadosamente’ eliminan al bebé del útero. Y fue lo que hicieron con el quinto hijo de María.
Sentimientos de pérdida
“Fue horrible pasar por este proceso y más estando sola”, dijo María, quien a los dos meses después de ese procedimiento se dio cuenta de que estaba nuevamente embarazada.
“Cuando me pidió hacerlo de nuevo (otro aborto), decidí separarme de él. Ya no podía estar con una persona que me obligó a matar a mi propio bebé, no lo veía justo”, compartió compungida. “Es algo que uno siempre trae a la mente pensando ¿por qué quitarle la vida a un ser humano, a una personita indefensa?”, dijo.
Tras la separación, María vivió situaciones complicadas, pero ninguna como no poder quitarse de la cabeza ese horrible momento del aborto, que ha enfrentado sola, pues decidió no contarle nada a nadie.
“Hasta la fecha solamente le platiqué a mi hermana y después a mi papá. Es algo que no te deja vivir en paz y no encuentras la felicidad. Ni siquiera mis hijos lo saben”, compartió.
Trauma de vida
Tras 34 años de su aborto, María consiguió ayuda psicológica y comenzó a recibir terapia para poder procesar ese duelo. Con el tiempo también ha podido compartir su experiencia, sobre todo para concientizar a otras mujeres sobre el horror del aborto.
“Al platicarlo tengo que decirles a las mujeres que deben de pensarlo muy bien si están en planes de hacerlo, porque no está bien. Cuándo están jovencitas se les hace fácil, pero luego todo se viene acumulando y no se puede vivir en paz”, expuso.
Hoy, cuando en Estados Unidos se practican miles de abortos legales al año y en México se busca despenalizar su práctica, así como habiendo vivido en carne propia el dolor, María desea que nadie deba pasar por un aborto, cualquiera que sea su circunstancia.
“Cuando platico con mi psicóloga me siento a gusto porque tengo a alguien que me escucha y me permite expresar mis emociones. Ya me siento más aliviada. No con perdón, pero sí más tranquila”, finalizó.
Yo aborté en la clandestinidad
Una joven de 24 años que prefiere mantenerse en el anonimato, compartió a Presencia cómo fue vivir un aborto en la clandestinidad.
“Yo tenía un amigo que me gustaba mucho y un día me invitó a tener relaciones. Aunque no éramos pareja, accedí. No estaba con ningún método anticonceptivo, siempre fui de menstruaciones irregulares, así que pensaba que el riesgo de quedar embarazada era mínimo y nunca utilicé un método anticonceptivo”, relató a quien llamaremos Mayra, aunque no es su nombre real.
Esto ocurrió cuando acababa de cumplir 20 años y ni siquiera iba a mitad de su carrera universitaria.
“Cuando me enteré de que estaba embarazada un miedo me invadió, pues si bien ya era mayor de edad, en mis planes no estaba cuidar un bebé”, dijo.
Esta joven nunca informó a sus padres del embarazo, como tampoco al padre del bebé y comenzó sola a buscar la ‘solución’ a ‘su problema’.
“Busque a través de Facebook y rápidamente me encontré con alguien que me podía ‘ayudar’, me citaron en un lugar y me dieron dos pastillas. Me dijeron que al estar en mi etapa inicial podría expulsar al bebé de manera eficaz”, recordó.
Proceso doloroso
“Tenía conmigo las pastillas, pero tardé aún tres días pensándolo, hasta que me decidí a ingerirlas. Unas horas después de que las tomé, comencé a sentir un dolor horrible. Las personas me habían dicho que sentiría unos cólicos, pero eso era mucho más”, dijo.
“Trate de no hacer ruido, pero era imposible. Sin embargo, mis padres no se dieron cuenta, ya que era normal que me encerrara en mi cuarto todo el día”.
Encerrada y padeciendo dolores indecibles, Mayra pensó que moriría desangrada.
“Yo sé que es fuerte decirlo, pero no sabía exactamente lo que le pasaba a mi cuerpo, ya que no me dijeron mucho y sólo sabía lo que había leído en Internet”.
Tras un profuso sangrado, y cuando pasó el dolor, Mayra se dio cuenta de lo realizado
“No pude dejar de llorar. Sé que eso ya no valía de nada, pues había matado a mi bebé”
“Ahora me doy cuenta de lo irresponsable que fui”, reconoce entre lágrimas.
“Me arrepiento de no haber hablado con mis padres. El dolor que tengo por dentro nadie me lo quita. Leí esta frase: ‘Abortar no te quita de ser madre, te vuelve mamá de un bebé muerto’ y es así como me siento ahora”, dijo.
Cuatro años después de haber abortado, Mayra aún no ha podido superar el inmenso dolor moral que le provoca su decisión, y de algo está segura:
“El aborto nunca es la solución, así se haga legal y tengamos las mejores condiciones para realizarlo, la mujer siempre quedará con una secuela. La mejor manera de solucionar estos casos es a través del diálogo y del apoyo hacia la mujer”.
“El aborto no ayuda a la mujer, pero muchas veces la cuestión familiar y social nos sobrepasa. Las invito a ser razonables e impedir algo de lo que pudieran arrepentirse toda la vida”.