Ana María Ibarra
Aunque Erick González Rivas tiene su hogar muy cerca del Oratorio Lupita, nunca asistió a sus actividades o eventos. Siendo estudiante de la licenciatura de Intervención Educativa, se acercó a solicitar una oportunidad para realizar ahí su servicio social.
A partir de ese momento se apasionó por el carisma salesiano y actualmente es parte del equipo de trabajo de la Asociación Civil Desarrollo Juvenil del Norte.
“Muchos hemos visto los oratorios salesianos y no sabemos qué hay dentro. Creemos que es una especie de parque, centro comunitario o lugar de recreación. Algunos primos acudían a las Vacaciones Felices con Jesús (VAFEJE) -en el Oratorio Lupita- y me platicaban que tenían experiencias muy bonitas, de mucho juego”, recordó Erick al ser entrevistado.
Pero aunque siendo niño y adolescente nunca se animó a ir al oratorio, en su etapa de joven universitario Erick se acercó a realizar su servicio social.
«Me encontré con proyectos y programas muy interesantes. Para mi servicio social participé en el proyecto Acompañando Ando, para niñas y niños de cuarto a sexto de primaria en un horario extendido por las tardes”, compartió.
Explicó que en dicho proyecto se les ofrece desarrollo académico, regularización, clases de lecto escritura y de operaciones básicas combinado con la cultura y el deporte.
“Eso es esencial en los oratorios. Es ‘muy salesiano’ complementar lo académico con lo artístico-deportivo”, indicó.
Impactado con Don Bosco
A Erick le sorprendió conocer el carisma de Don Bosco, distinto al parroquial.
“El carisma salesiano da prioridad al encuentro con las chicas y chicos, la atención a niñas y niños. El oratorio es una casa, es una escuela, es un patio de encuentro y es una iglesia, eso hace que se forme una familia entre las personas que asisten”, dijo.
Erick conoció el grupo de Salesianos Cooperadores, rama de la familia salesiana de laicos comprometidos, e inició su formación para conocer y entender más el carisma de Don Bosco.
“Don Bosco fue pionero en trabajar con los niños más necesitados y vulnerables. Al involucrarme pude ver a Don Bosco y que se trabaja de manera integral con los niños y las familias”, compartió.
Después de su servicio social, Erick continuó en el oratorio coordinando proyectos como el VAFEJE.
“Es una experiencia muy bonita. La educación es una cuestión del corazón, decía don Bosco, y el empatizar con niños y niñas a través del juego fue mi vínculo más grande en la obra salesiana. El oratorio es un espacio libre con sentido de amor cristiano”.
Educación como pilar
Con una maestría en educación básica, actualmente Erick labora en la Oficina de Planeación y Desarrollo Local de Desarrollo Juvenil del Norte.
“Soy encargado de los proyectos educativos de la obra a nivel asociación civil. El proyecto de mi servicio social forma parte del corredor educativo que ahora estoy coordinando”, compartió.
Explicó que el Corredor Educativo coordina proyectos como Acompañando Ando, con niños de cuarto a sexto de primaria; Vamos por ellos, que ofrece secundaria de segunda oportunidad para chicos que han sido expulsados de escuelas oficiales; y el Instituto Domingo Savio, con atención escolar a niñas y niños tutelados por el Estado -preescolar a preparatoria-.
Para Erick “la educación es el pilar para ser buenos cristianos y buenos ciudadanos” y el compromiso de los salesianos es buscar a esos niños, niñas, adolescentes y jóvenes que se encuentran fuera de espacios educativos.
“Tenemos el compromiso de estar con los brazos abiertos para apapacharlos y poderlos integrar cuando lleguen. Los invito a que participen en nuestros oratorios. Conozcan el carisma y las bondades que tienen nuestros espacios”, finalizó.