Aunque en su entorno sean considerados locos por ir contra la corriente, Erick, Valeria y Jessie viven felices su castidad y no se arrepienten de haberse consagrado a Dios como jóvenes castos.
Aunque confiesan, no ha sido nada fácil, su amor a Dios los motiva a seguir en la lucha por conservarse castos, pues saben que la recompensa será eterna.
Estos jóvenes forman parte del grupo Corazón Vigilante de la parroquia Dios Padre, cuyo objetivo es vivir en castidad.
Dios, la gran Motivación
Su amor a Dios y su amor al servicio que realizan en la parroquia de Dios Padre, es la motivación más grande que los tres jóvenes entrevistados tuvieron para decidir consagrar su castidad a Dios.
“Me motivo consagrar el amor tan grande que le tengo a Dios, el amor que tengo de seguirlo”, dijo Erick Díaz, de 19 años y quien se consagró hace unos meses.
Por su parte, Valeria, de 18 años, dijo que cuando se integró a Corazón Vigilante no iba convencida de querer consagrarse sin embargo, Dios le hizo saber que su misión era ser una joven consagrada a la castidad y le dio la confianza de hacerlo.
“Cuando me consagré fue una felicidad muy grande. Siempre pensé que un cumpleaños me hacía feliz, que estar con mi familia me hacía feliz, pero cuando le hice caso a Dios y decidí tomar su camino, descubrí la verdadera felicidad”, expresó Valeria, quien se consagró con el mismo grupo que Erick.
“Jesús Eucaristía es mi más grande motivación. Tener a Jesús en mi corazón y seguirlo me motivó”, dijo por su parte Jessie, quien se consagró en el primer grupo de Corazón Vigilante en 2014.
Ir Contracorriente
Ir por el mundo viviendo y defendiendo la castidad no ha sido nada fácil para los entrevistados, ya que ante sus compañeros de escuela y el resto de sus amigos no son más que locos que quieren vivir algo imposible.
“Lo más difícil es ir en contra del mundo porque las personas tienen otros pensamientos. En las escuelas dan temas de sexualidad que no tienen nada que ver con el cristianismo.
Entonces es un pelear contra otras ideologías”, compartió Erick.
“Todo es difícil cuando vas contra corriente, cuando las personas piensan que la vida se vive de una manera y tú vas por ese mismo mundo convencida de que la vida es muy diferente y que Dios tiene un plan perfecto para ti”, agregó Valeria quien afirmó que aunque sea muy difícil, no es imposible.
“Aunque los demás jóvenes piensen que estoy loca y que es imposible, Dios me demuestra que no lo es, y puedo ir por el mundo demostrando que esta forma de vivir es la correcta y la más hermosa”, dijo convencida.
Los jóvenes saben que fuera de la parroquia, existe un mundo de “desorden sexual.
“Es difícil tener que lidiar con muchas situaciones en el camino cotidiano: en la ruta, en el carro, en el supermercado, porque se difunde una vida sexual contraria a lo que aprendemos de la consagración”, agregó Jessie.
Superar la Tentación
Como cualquier joven de su edad, los entrevistados mantienen una relación de noviazgo en la que, como cualquiera, llegan a tener tentaciones que solo han podido superar con la ayuda y el amor de Dios.
“La sociedad muestra a las mujeres de una manera que puede ser una tentación, no es algo que yo quisiera que pasara y la manera de superarla es como me dijo un sacerdote en una ocasión, dirigir la mirada a otro lugar”, dijo Erick.
“En el noviazgo se presentan situaciones en las que uno está a punto de hacer cosas que no debe en una relación cristiana. Pero cuando veo a la imagen de Jesús Crucificado me doy cuenta de que Él está conmigo y estoy seguro de que Él me ayuda a superarlo”, afirmó Jessie.
Igual que sus compañeros, Valeria asegura que siempre hay tentaciones, especialmente en el noviazgo.
“Aunque es difícil Dios nos recompensa. Jesús está en la persona que amo, en mi familia, en mi corazón y entra el deseo de no fallarle porque Él es mi fuerza y me hace despertar cada día y siempre le digo: permíteme ser más como tú y menos como yo”, expresó Valeria.
Un Don que Vale la Pena
A pesar de las tentaciones y las dificultades para mantenerse castos, Valeria, Erick y Jessie reconocen que la castidad es un don que vale la pena vivir.
“Vale mucho la pena. Te sientes muy bien, limpio, en comunión con Dios”, dijo Erick con seguridad.
“El 101 por ciento estoy seguro que vale la pena, como joven, entregarle tu castidad a Dios, así, cuando te cases, tu pastel, que es tu vida, no estará en cachitos. Entregaras a tu pareja de toda la vida un pastel entero, un “yo” entero, no será en rebanadas”, agregó por su parte Jessie.
“Vivir en castidad es quizá una vida de locura, pero lo vale. Vale esas complicaciones, no solo es para ti sino para la gloria de Dios y es hermoso saber que vas por la vida de la mano de Jesús”, añadió Valeria.
“Chicas, la vida no es como se plantea en la sociedad, respétense y háganse valer, algún día conocerán a esa persona especial y le podrán decir: le entregué mi vida completa a Dios y con su ayuda, me esperé por ti”, motivó.
La castidad es algo que ahora está devaluado. Consagrar la castidad te hace sentir feliz de que puedes estar contra la corriente.
-Jessie García
Al consagrar la castidad cambia la vida, es una de las mejores cosas que le puede pasar a una joven en la vida.
– Valeria Balderrama
Cuando recibes el amor tan grande de Dios, sientes el deseo de seguirlo, vivir la castidad es una manera de seguirlo.
-Erick Díaz