P. Victor Fernandez
En este Domingo entramos concretamente en lo que se conoce como el discurso de la montaña, que nos muestra la belleza y la grandeza de la vida cristiana.
Estamos en la parte inherente de lo que se le puede llamar “los 6 saltos de calidad de vida cristiana”, sobre todo los primeros cuatro que tratan los temas de asesinato, adulterio, divorcio y juramento.
En primer lugar, Jesús nos dice que no ha venido a abolir la ley y los profetas, sino a darles cabal cumplimiento, porque es precisamente a través de los mandamientos que se expresa la voluntad de Dios, vivir plenamente la ley revela el centro de su amor a Dios y al prójimo. Jesús es el único justo, en él tiene cabal cumplimiento la justicia, por eso propone una mayor justicia, la del Evangelio, es decir una relación justa con Dios, verdadera, profunda, no superficial o legalista.
Jesús va más allá, de la observancia de los mandamientos, no es solamente no matar, no robar, no cometeré adulterio etc…, todo esto hay que cumplirlo, pero hay ir hasta el extremo del amor al prójimo, hay que respetarlo y ayudarlo, pero más aún inclusive perdonar al que me ofende, presentar la otra mejilla al que me golpea, si queremos vivir en la justicia del Evangelio, hay que amar también a los enemigos, rogar por aquellos que nos persiguen y solo así podremos tener a Dios por Padre.
Nuestro Señor Jesucristo nos quiere llevar a la raíz del cumplimiento de los mandamientos, es decir al corazón mismo del hombre, porque no basta con no matar, por que quien no ama a su prójimo, ya es matarlo en su corazón, enojarse, decir palabras ofensivas, despreciar a los demás, pero también negar la palabra, el saludo, no cuidar al débil y desprotegido, es una forma de desprecio en el corazón. Jesús inclusive va tan lejos como para decirnos: si en el altar recuerdas que alguien tiene algo contra ti, deja ahí tu ofrenda y ve a reconciliarte con esa persona, porque la vida es un camino de reconciliación, donde al final no importa si tenías la razón o no, sino si amabas y vivías como un verdadero hijo de Dios.
También el Evangelio nos habla de la traición, del pecado de infidelidad, y la invitación de ir más lejos es hasta a aguardar la pureza del corazón, de no mirar con deseos impuros a otras personas, pues ya esto nos separa del amor autentico al prójimo. Por lo tanto, el Señor nos exhorta a cortar con todas esas ocasiones que nos pueden llevar a pecar.
En cuanto al divorcio e indisolubilidad del matrimonio; que el matrimonio sea para siempre no pretende ser una carga u obligación difícil, sino un regalo del nuevo corazón, por que el ser humano puede amar y ser amado con el mismo amor con el que Dios nos ha amado, y ser fiel para siempre, como Dios permanece siempre fiel. Finalmente, está el problema de las relaciones humanas a través del dialogo y las palabras; nuestras palabras pueden ser afectivas y llenas de significado o palabras ofensivas y sin sentido, en nuestro hablar debemos ser siempre honestos, correctos y concretos, ni hablar de mas, ni hablar de menos, simplemente decir si cuando es si y no cuando es no, lo demás viene del diablo, dice el Señor.