La religiosa Mariana Bustillos, Misionera de María Dolorosa fundadora del Centro Comunitario La Esperanza, celebró este miércoles 50 años de vida consagrada…
Nacida en El Molino Namiquipa, Chihuahua, la hermana Mariana Bustillos Delgado celebrará el próximo 31 de agosto 50 años como Misionera de María Dolorosa, lo que ha llenado su vida de alegrías desde el momento en que ingresó al noviciado.
Ahora, al ver el camino por el que Dios la ha llevado, la hermana se siente agradecida, feliz y aún con el ánimo de servir en donde Dios la llame.
Vocación infantil
“En ese pueblito acogedor y alegre”, dijo la hermana Mariana, descubrió el llamado del Señor a muy corta edad. Sin embargo, sus padres no le dieron el permiso de ingresar a alguna congregación hasta su mayoría de edad.
“Mi papá me dijo que no tenía edad, que teniendo la edad tendría su consentimiento. Así pasaron los años, seguí mi vida normal pero siempre buscando al Señor, siempre sintiendo al Señor conmigo”, recordó la entrevistada.
A los 18 años sintió nuevamente el llamado y empezó a prepararse para ingresar a la vida religiosa y fue el padre José Amador quien, estando en Namiquipa, la envió con las Misioneras de María Dolorosa, a quienes conoció cuando llegó a Ciudad Juárez.
“Le escribí a la superiora y a los cuatro días recibí respuesta. Me preparé y el 12 de agosto de 1963 ingresé. En cuanto le dije a mi papá, lo aceptó… se resistía pero no me lo decía. Vinieron con mucho gusto a traerme”, dijo la religiosa.
Formación y profesión
Para la hermana Mariana los años de preparación en el noviciado fueron muy felices, nada difíciles, además de que en ellos creció su deseo de seguir al Señor.
Vivió el inicio de su preparación, formación y servicio en el Asilo de ancianos.
“Eso me ayudó a descubrir al Señor en los ancianos”, afirmó la religiosa.
“Teníamos el asilo de ancianos, la Ciudad del Niño, el Orfanatorio Guadalupe, atendíamos el obispado, la catequesis a nivel diócesis, el seminario y las parroquias”, recordó.
Después de un año de postulantado y dos de noviciado, el 31 de agosto de 1966 la hermana Mariana realizó su profesión religiosa.
“Anhelaba ese momento y le dije al Señor: sé que voy hacer mis votos por un año pero yo te los hago por toda la vida. Era un momento que esperaba”, dijo aun entusiasmada.
Después de 6 años de votos temporales finalmente realizó sus votos perpetuos el 31 de agosto de 1972.
Su servicio
A lo largo de estos 50 años, la hermana Mariana ha desempeñado varios servicios: en el Orfanatorio Guadalupe atendiendo a las niñas, en el obispado como secretaria de don Manuel Talmás, primer obispo de la diócesis. También en la casa general, el Asilo de ancianos, la Ciudad del Niño, el Seminario y durante cinco años colaboró con el padre Stan Martinka, al poniente de la ciudad, la que describe como “una experiencia muy bonita”.
Igualmente ha servido en la comunidad de Villa Ahumada, en el Noviciado y en la pastoral social de la parroquia San Carlos Borromeo.
20 años en el poniente
Fue en esta parroquia donde la hermana sintió inquietud de buscar la manera de vivir plenamente el Evangelio.
“Fue cuando iniciamos el Centro Comunitario Nuestra Señora de la Esperanza con el comedor para niños y adultos mayores, consultorio médico, despensas, primaria y secundaria abierta”, enumeró.
Años después empezó la construcción de la escuela Montessori Baudelio Pelayo con kinder y primaria. En el 2005 se inició el centro Nuestra Señora de los Dolores.
“Empezamos con grupos de la parroquia, talleres para adultos mayores, primaria, secundaria y preparatoria abierta. Acabamos de iniciar con la universidad abierta a distancia”, compartió.
En el sector se cuenta también con una guardería que se trabaja en coordinación con Casas de Cuidado Diario.
Aunque este proyecto es iniciativa de ella y ha estado al frente por 20 años, la hermana Mariana asegura que toda su vida religiosa la ha llenado.
“Cada momento, cada experiencia que he tenido me ha ayudado a realizarme como Misionera de María Dolorosa. Siempre me he sentido muy motivada, apoyada por la comunidad de aquel sector, desde que se empezó a construir el centro comunitario la gente de la parroquia, los vecinos sabían que era para ellos y se comprometieron a cuidarlo”, añadió.
Apoyos providenciales
Cuando se inició la labor de los centros comunitarios, la religiosa recibió el apoyo de las Voluntarias Vicentinas quienes apoyaron en el comedor y el consultorio pero, por la violencia y las distancias, dejaron de ir.
“Aquí es donde se ha experimentado la Providencia Divina, porque empezaron las enfermeras a asistirnos en el consultorio”.
Después de varios años se retiraron también y dio inicio el voluntariado de parte de la comunidad.
“Todo funciona gracias al Señor, a través de las personas”, dijo agradecida.
Vocación de la familia
Basada en su experiencia, la hermana Mariana está convencida que la vocación, si bien es personal, nace en el seno de una familia y en su caso, sus padres fueron un gran testimonio. “Siempre nos inculcaron la fe y los valores religiosos. Es muy importante la formación en la fe dentro de las familias y eso es un problema en este tiempo porque los papás no están con sus hijos y al entrar a la preparatoria o universidad se van perdiendo, van sacando a Dios de los hogares, del corazón, de la sociedad y sin Dios perdemos el camino”, afirmó.
Segura de que vale la pena seguir al Señor, la hermana invitó a las jóvenes a estar atentas al llamado que el Señor les hace para que puedan responder.
“Siento que en este tiempo las jóvenes están buscando servir al Señor en la vida religiosa. Les digo que vale la pena seguir al Señor. Estoy feliz, a mi edad con ganas de seguir hasta que pueda servirlo donde Él me llame. Por supuesto que he vivido momentos difíciles, pero con la ayuda de Dios y de María Santísima los he podido superar”.