Diana Adriano
La parroquia San Mateo vivió un momento de profunda espiritualidad y consuelo el pasado viernes 26 julio, en la especial Eucaristía ofrecida por el movimiento ACTS (Adoración, Comunidad, Teología y Servicio).
La misa fue presidida por el padre Jefferson Alexander Erazo, de la Diócesis de Nuevo Casas Grandes, y se centró en la oración por los enfermos y afligidos, ofreciendo un espacio de esperanza y sanación para todos los asistentes.
El evento se realizó bajo el lema “Dejar en manos de Dios tus angustias, tus dolores, tus tristezas y ataduras, con la confianza de que Él las aliviará” e hizo que los participantes se unieron en oración y reflexión buscando alivio divino para sus preocupaciones y sufrimientos.
El padre Jefferson, conocido por su dedicación pastoral y su don de sanación, compartió un mensaje de esperanza y fortaleza, animando a los fieles a confiar plenamente en el poder sanador de Dios.
Un gran encuentro
“Me dijeron que esta misa era para enfermos…y veo a toda la gente celebrando con alegría. Esto es una señal de que Dios ya está haciendo Su obra desde el comienzo de la misa, sanando y alegrando el corazón, sacudiendo tristezas”, dijo el padre Erazo mientras observaba con satisfacción a todos los congregados aplaudiendo y alabando.
El sacerdote continuó animando a los presentes a permitir la acción divina y destacando que “la voluntad de Dios es que todos nosotros estemos sanos”.
Dijo que “Dios no trae males, sino bienes, y su deseo es que todos los fieles experimenten sanación”. Por ello, instó a los asistentes a mantener la alegría con la que iniciaron la celebración, recordando que este es el reflejo del deseo de Dios para cada uno de ellos.
Dios liberó
Asimismo, el sacerdote dirigió oraciones especiales enfocadas en la sanación de los presentes.
“Señor, en tus manos dejo todo. Que caigan cadenas, que caigan grilletes, que caigan rencores, enojos, tristezas, culpas, pecados. Dios lo está liberando, lo está sanando, lo está bendiciendo en este precioso momento”, se escuchó durante la celebración.
Este ferviente llamado a la liberación espiritual fue acompañado por una procesión con el Santísimo Sacramento por todos los rincones del templo, permitiendo que los asistentes pudieran recibirlo y tocarlo con sus propias manos.