- Vivir la enfermedad del cáncer con los niños es un proceso más que difícil y doloroso…sin embargo, la fe es un pilar fundamental para transitarlo sin importar el desenlace…aquí algunos testimonios…
Ana María Ibarra
Santiago era un niño normal. Tenía 5 años y medio cuando del kinder en que estudiaba lo entregaron a sus padres en calidad de bulto.
Osbaldo y Paola, sus papás lo recibieron pensando que era cansancio por el exceso de actividades que el niño tenía después de clases.
“El 10 de diciembre del 2015 nos dicen que Santiago tiene ya no entendía. Era Leucemia Linfoblástica Aguda, fue un golpe duro para todos.
No lo podíamos creer”, compartió Paola, quien tras ello, vivió cuestionamientos, enojos, sufrimiento. Sin embargo, la fe de su esposo y la oración de mucha gente, la llevó a aceptar con amor ese proceso.
Cambio de vida
Incrédula del diagnóstico que le fue dado en el IMSS, Paola buscó una segunda opinión en un hospital privado, donde le confirmaron el cáncer.
“Era urgente una transfusión de sangre. Los médicos no entendían por qué Santiago seguía de pie porque no tenía casi plaquetas. Ese mismo día en la clínica 66 del IMSS ya esperaba a mi hijo un cubículo desinfectado, guantes, cubre boca. Papá y mamá eran los únicos que podíamos entrar”, recordó.
Su vida cambió en minutos. Santiago necesitaba ser trasladado a Torreón inmediatamente y con él debía ir uno de sus padres, recién electos en el equipo diocesano del MFC.
“Le pregunté a Osbaldo que por qué Dios hacía eso con nosotros. Me costó trabajo entender cuando Osbaldo me decía que era un pedacito de la cruz que nos tocaba cargar, que lo viera como un abrazo de Dios”, reconoció Paola.
Con su hijo enfermo, Paola se trasladó a Torreón y aunque se sentía sola, no lo estaba.
“Se nos abrieron muchos medios. Estando allá, llevamos a mi hijo al Santuario de la Virgen de Schoenstatt. Al hacerle el aspirado de medula a Santi nos dicen que tiene la leucemia más crítica y nos auguran un 30% de que Santiago pueda salir adelante. Dolió mucho y entré en shock”, recordó Paola.
Amor de Dios
Los primeros tres meses de la enfermedad, Paola y su hijo vivían en un hospital de lunes a jueves, regresando a su hogar el fin de semana.
“En esos meses hubo infecciones que traían calenturas. Conocimos otras mamás con sus hijos también enfermos. Vimos algunos de ellos terminar. Fue un crecer y madurar para toda la familia. Costaba trabajo entender por qué Papá Dios actuaba de esa manera. Me di cuenta que era para ver el amor de Dios en esos niños, que algún mensaje nos han dejado”.
Tras muchos efectos adversos Santiago salió adelante.
“Vi a mi hijo sufrir. Lo consagré a la Virgen de Guadalupe y después de ese internamiento, Santi salió un martes y al día siguiente venía el papa a Juárez”, recordó.
Sostenido en la fe
En ese entonces Paola y Osbaldo además trabajaban para la visita del Papa Francisco a Ciudad Juárez. Como papá y servidor de la Iglesia, Osbaldo vivió este proceso con mucha fe, reconociendo una prueba buena de parte de Dios para fortalecerlos.
Y siendo parte del MFC, le tocó estar delante del Papa Francisco con sus hijos, en el evento realizado en el Gimnasio de Bachilleres.
“Le dije al papa: ‘Santiago tiene Leucemia’ y le pedí que orara por él. Inmediatamente le puso la mano en la cabeza, oró por él, nos regaló un Rosario y nos pidió que oráramos por él. Estar junto fue nos dio una gran paz, su sola presencia marcó nuestras vidas”, recordó Osbaldo, a quien le tocó hacer de papá y mamá con los otros dos hijos.
Después de la oración del Papa Francisco, Santiago no volvió a necesitar un internamiento y no volvió a ser transfundido. El 12 de noviembre del 2018 terminó con sus quimioterapias.
“Tenemos un año tres meses de estar en remisión y constantes estudios por 4 años más”, recordaron Paola y Osbaldo hoy agradecidos por ese regalo.
“Sin cruz no hay resurrección”, es la frase que acompañó a Osbaldo en este proceso.
“Esta enfermedad es muy difícil, lo veo como una participación de la cruz de Cristo, como una manera para estar cerca de Dios. No hay gloria sin viacrucis. Debemos tener mucha fe en Dios y esperanza”
Osbaldo Quintana
“El cáncer es una enfermedad muy cara y no solo acaba con la vida del paciente sino también puede acabar con la economía de la familia y las relaciones personales”
Paola Quintana
Acompañamiento en… y desde el dolor
El pasado 2 de febrero, el padre Hugo Muñoz, párroco de San Lucas, celebró la misa dominical por el niño Gabriel Castillo de 8 años de edad, quien padece cáncer en el cerebro.
“En septiembre le diagnosticaron un tumor cerebral y empezó su proceso. Lo operaron, pero no ha podido recuperarse. Empezó la metástasis y le han hecho 15 operaciones. Es un niño que se ha mantenido fuerte, a veces consciente, a veces inconsciente, a veces adolorido, otros lapsos de aparente “tranquilidad”, aunque el dolor es infame”, dijo el sacerdote, quien, por otra parte ha sido testigo de la sanación de algunos pequeños que acuden a dar gracias al Divino Niño Jesús.
Desde su primer contacto con el padecimiento que provoca el cáncer, cuando acompañó a un joven enfermo, el sacerdote está consciente de que existen muchos niños en el sufrimiento de esta enfermedad y por ello apoya en actividades de Apanical.
Pero ante el dolor y el sufrimiento de un niño de la edad de Gabriel, el sacerdote no encuentra palabras para describir sus sentimientos.
“Tengo 58 años, he disfrutado mucho de la vida, me paseado, he gozado, he hecho tantas cosas y ante ello mi pregunta es ¿y este pequeñito? Ya no podrá gozar de la vida. Y no le pregunto a Dios, a Dios nunca le voy a preguntar, pero me cuesta aceptarlo”, reconoció.
Acompañamiento
El padre Hugo está al pendiente de la condición del niño Gabriel y conoce el pronóstico reservado que le dan los médicos y que le compartió su tía desde el hospital de El Paso, donde está internado.
“Me ha tocado ir a hospitales donde hay niños con cáncer, he ido a Apanical, pero no entro, me acobardo, no soy capaz de enfrentar el dolor de un pequeñito. He visto muchos enfermos, estuve estudiando medicina, pero ver el dolor de un pequeñito, no puedo”, reconoció.
Sin embargo, el sacerdote recomendó en estos casos, dar siempre acompañamiento espiritual a las familias a través de la oración.
“ En la pasada peregrinación del Divino Niño presentaron a tres pequeñitos que superaron el cáncer y no es más que correr la voz y orar por ellos. Orar sirve de mucho cuando es una oración confiada, cuando no dejamos caer los brazos y le decimos a Papá Dios que interceda”, dijo el sacerdote, seguro de que las familias lo sienten y agradecen.
Devoción al Divino Niño
El sacerdote es responsable de la capilla del Divino Niño, a donde, aseguró, acuden muchas familias para pedir por algún niño de cáncer o a dar gracias por el milagro de su sanación.
“Hay una gran confianza de que sus hijos puedan curarse por Jesús Niño. Personalmente, tengo mucha confianza de que Jesús Niño escucha nuestras oraciones”, dijo, para finalizar:
“Debemos preocuparnos mucho por los pequeños con cáncer. Me cuestiono mucho el tiempo que le dedico al Facebook, y a veces a un niño enfermo de cáncer me cuesta. Lo voy a poner en oración como compromiso a Dios y al Divino Niño”.