Circula por redes sociales un video que presenta un salón de clase donde la maestra está simulando la celebración de un matrimonio entre dos niñas de kinder. Una de ellas lleva vestido blanco de novia y su compañera, traje negro de novio. La maestra les sostiene el ramo de flores para que una le coloque el anillo nupcial a la otra. Luego les exhorta a darse un beso en la mejilla mientras que todos los niños del salón observan la escena y aplauden. Finalmente salen tomadas de la mano, caminando por un pasillo con el Ave María de Franz Schubert como fondo musical.
Desconozco en qué lugar fue grabado el video. Eso no importa porque la escena es una expresión de la educación con perspectiva de género que hoy inunda muchas escuelas de muchos países. Es un escándalo que pervierte a los pequeños y Jesucristo nos recuerda que, a quienes provocan tales confusiones y desórdenes, más les valdría que los echaran al mar con una piedra de molino al cuello.
A esa bazofia no se le puede llamar educación; es un claro adoctrinamiento de la siniestra ideología de género que se ha apoderado de los sistemas educativos, desde el kinder hasta las universidades. Confundir a los niños desde su más tierna edad en cuestiones de su identidad sexual no es más que un claro abuso infantil de la más baja calaña.
El propósito de la educación con perspectiva de género, por más que la disfracen, es fomentar las apetencias sexuales libres de los niños, adolescentes y jóvenes. De esta manera se les están inculcando imágenes distorsionadas de la realidad, aceptación de falsas identidades y la búsqueda del placer como prioridad. Los niños del salón de clase con perspectiva de género se convertirán, más adelante, en personas que no sabrán qué sentido tiene su vida porque les están quitando su verdadera capacidad de amar. Se les priva de la identidad sexual con la que nacieron –lo que da sentido y seguridad– y se les enseña que la vida es para darse toda clase de gustos. De esa manera se les prepara para vivir un sufrimiento devastador.
Presente desde el kinder, la educación con perspectiva de género está introduciendo a los niños a un concepto equivocado de familia y de matrimonio. Se roba a los pequeños el sentido del amor verdadero, rebajándolo a simples sentimientos pasajeros y a un intercambio afectivo entre individuos. A estos niños se les está formando en la mentira. Porque educar en la verdad implica –afirma Nieves Martínez O.P.– «ayudarle a aceptar la propia realidad personal, así como apoyarse en lo que uno es, no en lo que se puede imaginar y soñar». Al no vivir en la verdad, las personas se convierten en esclavas de la mentira. A esto conduce la ideología de género.
¿Dónde están los padres de tantos niños adoctrinados? Ellos han confiado la educación de sus hijos al Estado, pero de esa manera los han dejado a merced de políticas ideológicas de adoctrinamiento que les lavarán el cerebro, y los despojarán de sus bases familiares, de sus raíces, de sus tradiciones y del verdadero sentido del amor familiar. Si los padres siguen de brazos cruzados ante los abusos de los sistemas escolares, harán que sus niños sufran, más tarde, desequilibrios psicológicos y emocionales fuertes, que pagarán caro cuando sean adultos.
Para que un niño crezca con una sana identidad que le ayude a ser una persona equilibrada y feliz, debe aceptar y tener bien definido el sexo biológico con el que ha nacido. Debe también tener las vivencias psicológicas propias de su sexo, que deben acompañarle en su desarrollo. Y además debe aceptar los roles sociales que son propios de cada uno de los dos sexos. Así se obtiene una identidad en equilibrio y de forma realista, lejos de las fantasías, deseos y sentimientos que promueve la educación con perspectiva de género.