Hugo y Teresa Almada cumplieron 60 años de casados y en este mes del amor y la amistad, comparten con los lectores de Presencia el secreto de su amor duradero…
Ana María Ibarra
Con 60 años de un matrimonio en el que la admiración y el perdón han sido base, Teresa y Hugo Almada hoy cosechan frutos abundantes del sacramento que recibieron: hijos profesionistas, nobles y que aportan a la sociedad y el legado de un valioso servicio a la Iglesia católica local.
Sostenidos por Dios
Entrevistados en su casa el pasado 25 de enero, justo el día de su aniversario matrimonial número 60, Hugo y Tere recordaron el momento en que se conocieron.
A los 15 años de edad, Tere sintió deseo de ser religiosa. Por su corta edad, su padre no le autorizó y le pidió esperar a cumplir 21 años.
En ese entretiempo Tere y Hugo, ambos originarios de Chihuahua capital, se conocieron. Ella era presidenta de la Juventud Católica Femenina Mexicana, y él miembro del Consejo de Campesinos de Acción Católica.
Hugo compartió que había concluido una relación de 3 años con una joven a quien pidió matrimonio, pero por personas ajenas, la joven desistió. Fue entonces cuando Hugo preguntó a Dios quién sería su compañera.
“Siempre he sido muy cristiano, muy creyente, hago las cosas apoyado en el ‘mero Jefe’. Le pregunté que si esa chica no era para mí, entonces quién. En eso iba pasando Tere a una reunión y volteó, me dijeron de allá arriba: ella es, y la perseguí un año hasta que aceptó”, relató Don Hugo.
Luego, cuando Teresa cumplió 21 años, pidió a Hugo terminar su relación, pues volvió a ella la inquietud de ser religiosa.
“Me dio a entender que había otro, y le dije que tenía el derecho a saber quién era ese otro. Cuando me dijo que el otro era Cristo, le dije muy sarcástico que ‘con ese “pelao” no me meto a las competencias’. Lárgate, le dije, y en ese momento funcionó la regla de los enamorados: nadie sabe lo que tiene, hasta que lo ve perdido”, compartió Hugo.
Admiración y perdón
Recién casados (en Chihuahua) Tere dijo a su marido que deseaba tener una familia numerosa, que quería tener 12 hijos. Y así fue.
“Aquí o en otro lugar los juntamos a todos y es una alegría grandísima, conviven, comparten, pero no se pelean. Son 11 hijos y 32 nietos, más yernos y nueras, y uno que otro colado”, bromeó don Hugo.
A pregunta expresa, el patriarca de la familia Almada dijo que el secreto de la familia y de cualquier relación es buscar las cualidades de la otra persona y admirarlas, así como buscar las limitaciones, errores y defectos… y perdonarlos.
“Eso es lo hemos puesto en práctica en nuestra familia. Los padres quieren corregir a base de castigo o regaño, pero para que un padre sea padre, debe buscar el modo de orientar a los hijos, buscar que cultiven sus cualidades y corrijan sus defectos, eso lo seguimos aplicando”, compartió.
“De Hugo admiro su capacidad de perdón”, dijo Doña Tere, mientras Hugo explicó que de Tere siempre admiró su facilidad de usar “la varita”. “No para dar varazos, sino para señalar y ayudar a que los hijos corrigieran lo que hacían mal, haciéndolos reflexionar”, afirmó.
Retos y satisfacciones
Entre los retos más grandes que vivieron como familia, Hugo destacó el aspecto económico para educar a sus hijos.
“Venimos a Juárez recién casados para dar cátedra en la Escuela Superior de Agricultura, me retiré porque no era suficiente para darle carrera a los hijos. Todos son profesionistas. Además de la cátedra, imprimíamos la tesis a los alumnos”, dijo Hugo.
Para el matrimonio Almada es una satisfacción muy grande ver que cada uno de sus hijos hizo crecer su personalidad.
“Tiene uno que aplicar la regla de invitar a cada una a una lucha contra sí mismo, que se encuentre a sí mismo y para eso tiene que voltear la vista arriba y ver que Cristo se hizo Hombre para que nosotros nos convirtiéramos en semejantes a Él”, dijo Hugo.
Otra satisfacción para los Almada en estos 60 años de matrimonio ha sido su aportación a la Iglesia Diocesana a través del Movimiento Familiar Cristiano.
“Impartimos el seminario de preparación al matrimonio, y en las parroquias elegíamos matrimonios líderes para capacitarlos a dar el seminario”, compartió don Hugo tras ennumerar los libros que prepararon para el efecto: Preparación para el matrimonio, Búsqueda y Encuentro para matrimonios, Educación de los hijos para padres de familia.
“Es una satisfacción haber trabajado en la Iglesia formando a los matrimonios. Creemos que hemos puesto nuestra parte, tanto para los novios que se van a casa como para los matrimonios que ya se han consolidado”, dijo Doña Tere.
Ofrecen consejo
Reconociendo que en estos tiempos los matrimonios duran poco, Teresa y Hugo Almada aconsejaron a las parejas cultivar la cualidad de admirarse y que no pierdan la oportunidad de perdonarse y conquistar diariamente la felicidad.
“Mi consejo es que no pierdan la capacidad de admirar porque eso es lo que va a sostener el amor, y sin el amor no hay nada en el matrimonio”, dijo Tere.
“Una pareja que perdona conquista la felicidad, una persona que admira a la otra conquista la felicidad y logra que la otra sea feliz. El amor y el perdón son lo que hacen grande a la pareja. Hay que cultivar las cualidades y corregir los defectos, mientras más vivamos esta regla iremos conquistando la felicidad”, finalizó Hugo.
Frases…
“Es una gran alegría, un regalo de Dios que estén vivos y celebrar 60 años de matrimonio. Es una experiencia de fe que vivimos siempre, que se concreta en hechos. Esa experiencia es un regalo, pero también una exigencia de seguir sus pasos”.
Lourdes Almada/ hija
“Mi mamá siempre fue muy trabajadora, con una capacidad de organización, un gran dinamismo, siempre con una gran fe. No recuerdo haberla visto alguna vez triste. Mi papá con una gran capacidad de educador, una gran generosidad, una dimensión profunda de la vida. Es una gran satisfacción que a estas alturas todavía se quieren, son un ejemplo, un testimonio. Es un regalo indestructible. Estamos muy contentos, orgullosos, con el corazón lleno de gozo de celebrar este aniversario”.
Hugo Almada/ hijo