Pbro. Armando Benavides/ Párroco de Santo Niño de Atocha
El Adviento, es el amanecer de la Fe en el pueblo de Dios, es la alborada que anuncia el nuevo día. Un nuevo día surge en el horizonte de nuestra historia, gracias a la luz que trae la Buena Noticia de la llegada del Salvador al mundo. Con la celebración del Adviento, la Iglesia inicia su año litúrgico anunciando que Dios viene.
Orígenes
1.Período Pre cristiano. En el tiempo de los griegos y los romanos se utilizaba la palabra Adventus -o en griego Parusía- cuando se esperaba la visita a una ciudad de un personaje muy importante como el rey, así como todo lo que conllevaba este acontecimiento: reparto de regalos, banquetes, indultos, etcétera. En unas excavaciones arqueológicas en la ciudad griega de Corinto se encontraron unas monedas romanas con una inscripción que recuerda la visita del César a la ciudad con el nombre de Adventus Augusti. Así mismo, la coronación de Constantino es designada en un calendario de piedra del año 354 como Adventus Divi. El Adventus era pues un acontecimiento importante que marcaría la historia del lugar y de sus habitantes.
2.Adviento Cristiano. En los primeros siglos de la Iglesia, la Pascua era la única fiesta anual, celebrando la salvación que nos consiguió Cristo con su muerte y resurrección. Con el paso del tiempo se fue acentuando en los cristianos la espera del retorno glorioso del Señor, por eso en su oración clamaban: “Ven Señor Jesús” (cfr. 1Co 16,22 y Ap 22,20). Tiempo después, también se empezó a celebrar el nacimiento de Jesús, como lo atestigua en el s.V el Papa San León Magno afirmando que la Navidad es ya el inicio de la Redención, que culminará en la Pascua. Poco a poco la Navidad-Epifanía fue adquiriendo más importancia y se fue configurando también un periodo de preparación en lugares diversos del imperio como en las Galias o en Hispania (la actual Francia y España).
El Adventus era pues un acontecimiento importante que marcaría la historia del lugar y de sus habitantes.
El Adviento fue asumido en Roma ya en el s.VI, con un cierto paralelismo con la Cuaresma, ya sea en su duración (al principio eran 6 semanas, después quedaron 4 en Roma y 6 en el rito ambrosiano de Milán), como en sus contenidos (especialmente el tema escatológico: la segunda venida de Cristo) y en su carácter penitencial (ayunos, sobriedad en la liturgia y abstinencia de carne).
Una anécdota
En referencia a la abstinencia, comparto una anécdota de mi primera Navidad que celebré cuando estudiaba en Roma en el 2002: con un grupo de compañeros sacerdotes nos organizamos para ir a cenar en Nochebuena a un restaurant conocido y sabroso, ya que nos habíamos quedado en Roma para asistir a la Misa con el Papa. Cuál sería nuestra sorpresa que en el menú del restaurant sólo había platillos de “vigilia” (pescado como en Cuaresma). Nada qué ver con nuestra cena mexicana con sus tamales y pavo. Luego nos explicaron en el restaurant que así es la costumbre entre ellos, cenar como en Cuaresma el 24, y la buena comida la dejan hasta el día siguiente, el 25 exactamente.
Con el paso del tiempo la liturgia ha ido evolucionando y retomando el espíritu original del Adviento, así como lo explica S. Pablo VI en las Normas Universales del Año Litúrgico n.39, el Adviento indica “la preparación para la Navidad, en la que se conmemora la primera venida del Hijo de Dios a los hombres y la expectación de la segunda venida de Cristo al fin de los tiempos”.
Perspectiva espiritual del Adviento
El Espíritu Santo ha ido guiando a la Iglesia para que a lo largo del tiempo vaya renovando y profundizando su fe. Así es que en este tiempo de Adviento el Espíritu va ajustando nuestra mirada de fe, dándonos una mejor perspectiva de la vida y de la historia. Con esto en mente, pudiéramos decir que en el Adviento se aborda la perspectiva histórica del pasado, presente y futuro de la venida salvadora de Cristo.
1.Mirada hacia el pasado. Durante el Adviento la Iglesia dirige su mirada primeramente hacia el pasado, a saber: las esperanzas del pueblo de Israel, las promesas de Dios en los profetas y el cumplimiento de esas promesas en Cristo. Por eso el Adviento culminará en la celebración de la Navidad en la que contemplamos cómo el Hijo de Dios se hizo hombre, para que los hombres pudiéramos llegar a convertirnos en hijos de Dios.
2.Panorama del futuro. También el Adviento nos abre la perspectiva o mirada panorámica hacia el futuro, a la manifestación gloriosa de Jesucristo y la Iglesia -la Nueva Jerusalén. Cuando la humanidad redimida por Cristo entrará en el Paraíso y vivirá la vida de Dios para siempre: Jesús vendrá a llevar a plenitud su obra salvadora en nosotros. A esta perspectiva del futuro se suele designar con la palabra “escatología”, que viene de la palabra griega “eschaton” que significa lo último o definitivo. La primera parte del Adviento pondrá su atención en esta perspectiva escatológica de la historia, es decir, nos recordará que nuestra vida diaria siempre tiene que estar direccionada hacia nuestro objetivo final, que es llegar al cielo, o dicho de otra manera, el Reino de Dios tendrá cabal cumplimiento como meta y consumación de toda la historia.
3.La perspectiva del presente. Esta ubicación en el presente que se da en el Adviento es muy especial, ya que une el pasado y el futuro en el aquí y ahora de la liturgia. La liturgia actualiza de manera misteriosa lo que conmemoramos del pasado y lo que esperamos del futuro. Podemos hablar por tanto de tres venidas del Señor: la que tuvo lugar hace poco mas de 2000 años con su nacimiento, la que se realizará al final de los tiempos con su venida gloriosa y la venida presente en la que ambos, pasado y futuro, confluyen especialmente en la liturgia. Así el Señor Jesús se hace presente sobre todo en la Eucaristía: “el que es, el que era y el que vendrá” (Ap. 1,8).
En palabras del Papa emérito Benedicto XVI, “La celebración litúrgica de la Navidad, por tanto, no es sólo memoria, sino también presencia”.
Esto nos hace pensar en el nombre tan sugerente de nuestro periódico diocesano “Presencia”, que tiene un significado muy profundo, ya que no sólo ofrece información, sino que es un instrumento de esa presencia salvadora de Cristo en nuestra diócesis.
Vista panorámica
Al hablar de la perspectiva histórica del Adviento y de cómo se unen el pasado, el presente y el futuro en torno a la venida y presencia de Cristo, podemos comparar también esta perspectiva a una vista panorámica. Es decir, al ir recorriendo el camino del Adviento es como si nos fuéramos dirigiendo a un lugar alto y apropiado desde el cual podemos tener una vista panorámica de la historia. Como cuando vamos hacia un Mirador y podemos tener una vista amplia y hermosa del paisaje. Con los lentes de la fe podemos contemplar con más detalle y tener una interpretación del devenir histórico del hombre y el de nuestra propia historia.
Itinerario espiritual del Adviento
Pudiéramos considerar el camino o itinerario espiritual de este tiempo de Adviento dividido en dos etapas.
Primera etapa: Las primeras semanas del Adviento la atención se fija en la preparación a la segunda venida de Cristo, como mencionábamos antes, la venida escatológica. Algunos autores comentan que el Adviento no sólo es para prepararnos a la Navidad, sino que también nos invita a estar “vigilantes” para la segunda venida de Cristo. El discípulo de Jesús vive día a día buscando seguir los pasos de su maestro, pero en este tiempo también se acentúa esa tensión hacia la meta final de la vida toda que es la instauración definitiva del Reino de Cristo. El cristiano vive, día a día, consciente de que cada paso que dé tiene una dirección hacia la vida plena en Cristo. Como decía nuestro santo chihuahuense, S. Pedro de Jesús Maldonado: “He decidido poner mi corazón en el Sagrario y en el cielo”. Atracción hacia el cielo y vigilancia activa sintetizan la llamada fundamental de esta primera etapa del Adviento.
Segunda etapa: A partir del 17 de diciembre inicia esta segunda etapa dedicada a preparar más directamente las fiestas navideñas. Este espíritu se ve reflejado en las lecturas y oraciones de la liturgia. En nuestro país, también se celebran en estos días las Posadas y pastorelas que son una expresión de la piedad popular y del ambiente festivo que se respira en estos días previos a la Navidad. En la celebración de la Misa esos días, en las primeras lecturas se proclaman las promesas mesiánicas de los profetas, que encuentran su cumplimiento en los primeros capítulos del evangelio de San Mateo y San Lucas. Se nos presentan las escenas cercanas al nacimiento del Señor. En las oraciones de la liturgia se hace referencia a la proximidad de la Navidad y a las actitudes necesarias para celebrarla: “Al acercarse las fiestas de la Navidad, te rogamos que tu Verbo, que se hizo carne en el seno de la Virgen María, nos haga sentir su amor y su misericordia”.
El Prefacio II del Adviento expresa muy bien este ambiente espiritual que se vive en este tiempo: “El mismo Señor nos conceda ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza”.
“El mismo Señor nos conceda ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza”.