Ana María Ibarra
Juan Fernando Almodóvar es actualmente el diácono permanente más joven en la Diócesis de Ciudad Juárez. Su llamado y su servicio hoy sin duda pueden inspirar a quienes ven en el diaconado permanente una opción sólida para entregar la propia vida, además de a la familia, a la Iglesia.
En una etapa de violencia en la ciudad, Juan Fernando Almodóvar perdió a un amigo que fue asesinado en su hogar. En medio de su tristeza, pidió mucho a Dios por esa situación ya que, dijo, fue una injusticia.
Fue entonces cuando sintió en su corazón que Dios le preguntó: ¿cuál será tu respuesta? Y ahí sintió el llamado al diaconado permanente.
Un ministerio familiar
Juan Fernando Almodóvar servía en la parroquia Santo Tomás Apóstol -junto con su esposa Susana- como parte del equipo de liturgia. En ese tiempo se encontraban dos diáconos permanentes apoyando al entonces párroco, Javier Calvillo.
Después del suceso violento, Juan Fernando comenzó a acercarse al párroco, quien lo apoyó para que iniciara su formación al diaconado y es su padrino de ordenación.
“Así fue mi respuesta a Dios del llamado que recibí de iluminar al mundo, no quedarme con el dolor por haber perdido un ser querido, sino darle una respuesta para que más personas pudieran conocer a Dios y aportar a la sociedad”, compartió Fernando.
El diácono reconoció que al inicio de la formación no fue sencillo, ya que sus hijos, Luis Fernando y Roberto, estaban pequeños -diez y seis años-.
“El más pequeño resintió más el saber que su papá tenía que ir a la formación de lunes a miércoles, de 7 a 9 de la noche, saliendo del trabajo. A veces me esperaba despierto para convivir conmigo. Cada año les preguntaba si seguíamos, porque este ministerio es familiar… y ellos aceptaban continuar”, recordó.
Conforme fue pasando el proceso de formación, sus hijos comenzaron a tomar sentido profundo de lo que es el servicio diaconal.
“Me siguen apoyando. El apoyo de mi esposa es fundamental. Los primeros años fueron difíciles al grado de pensar en dejar la formación, pero el padre Leonardo García habló conmigo y me hizo ver un panorama más amplio del servicio”.
Juan Fernando se ordenó como diácono permanente hace seis años, el primero de diciembre del 2018 junto con otros cuatro compañeros.
En su proceso, Fernando continuó en la parroquia Santo Tomás Apóstol y cuando el padre Javier Calvillo fue nombrado director de la Casa del Migrante lo invitó a colaborar con él. Sus formadores se lo autorizaron.
“Estuve en la Casa del Migrante un año y medio. Luego me incorporaron a la parroquia Nuestra Señora de la Consolación, ahí estuve dos años y medio; posteriormente me trasladaron a Santa Inés, donde recibí la ordenación, me quedé a servir como diácono cinco años. Actualmente estoy en el Perpetuo Socorro a punto de cumplir mi primer año”, compartió.
Dar testimonio
Fernando, de 48 años de edad, trabaja en una empresa maquiladora como ingeniero electrónico. Ha superado un sinnúmero de retos, como sacar adelante -junto con su esposa- a sus hijos, uno de ellos ya graduado de ingeniería y el menor iniciando su tercer año de filosofía en el Seminario Conciliar.
Pero reconoció que sin duda uno de los mayores retos ha sido vivir su fe y su diaconado en el ámbito laboral.
“A veces mis compañeros cuestionan mis funciones dentro de la Iglesia y hay personas que no la ven con bueno ojos, sin embargo, siempre busco iluminar tanto en el servicio como en el trabajo. Es difícil, es complejo y con la gracia de Dios se ha podido lograr. Poder dar un buen testimonio en el servicio y en el trabajo ha sido muy gratificante, pero eso se lo debo solamente a la gracia de Dios”, expuso.
Sus retos
Para Juan Fernando, este desafío está relacionado con la sociedad apartada de Dios en la que hoy el mundo está inmerso.
“Se vuelve un reto ser luz en todos los aspectos de mi vida. Hacerlo en la vida eclesial es sencillo, estoy en una comunidad que protege. Pero dar testimonio como ciudadano interpela, el tomar decisiones en el trabajo a la luz de Dios y no de los criterios de los compañeros, ser más justo, eso es un poco difícil”, expuso.
Para concluir, Fernando quiso recordar a la comunidad que el diácono permanente no es el suplente del sacerdote, sino un servidor de todos, que recibe un llamado específico desde un ambiente familiar.
“El sacerdote tiene sus carismas definidos y el diaconado también. Cuando eso se comprende, se puede percibir mejor la figura del diácono dentro de la Iglesia. El diaconado es un llamado particular que Dios nos hace para iluminar, sobre todo, la familia”, aclaró.
Y puntualizó: “Así como Cristo es el reflejo del servicio, el diácono está llamado a ser reflejo de servicio en la familia, en la Iglesia y en la sociedad”.