Ana María Ibarra
En el marco de la festividad de San Lorenzo, diácono y mártir, y en cuya fiesta renuevan sus promesas diaconales quienes ejercen el ministerio del diaconado permanente, el padre Leonardo García, encargado de la formación humana y espiritual de estos servidores, compartió algunos rasgos de este ministerio.
Historia
El sacerdote recordó que el diaconado permanente fue retomado en la Iglesia en el rito latino a partir del Concilio Vaticano II.
Explicó que, a diferencia del diácono transitorio, que es el seminarista que será ordenado presbítero, el diácono permanente puede ser casado, viudo o soltero, y permanece en el diaconado sin acceder al presbiterado, solo en alguna circunstancia extraordinaria.
“El diácono pertenece al Sacramento del Orden, es configurado con Cristo siervo y ejerce un ministerio concreto en la Iglesia. El sacramento del orden le imprime carácter, es decir lo configura con Cristo”, señaló.
Explicó que el diácono tiene tres ejes donde desarrolla su ministerio: la Palabra, la Liturgia y la caridad.
*En la diaconía de la Palabra, el diácono proclama el evangelio en las celebraciones litúrgicas, pero no se reduce a ello, sino que está llamado a anunciar el evangelio siempre para la conversión y la santificación de todas las personas. Por lo tanto, es un misionero y evangelizador.
*En la diaconía de la Liturgia, el diácono permanente sirve al obispo, principalmente, y a los presbíteros en las celebraciones litúrgicas, prioritariamente en la Eucaristía. Está llamado a ser un hombre de profunda oración, de adoración eucarística, y un hombre que sea maestro de la oración para la comunidad.
También preside algunos sacramentos en nombre de Cristo: asiste al matrimonio, el Bautismo de niños menores de siete años, preside las Exequias.
*En la diaconía de la caridad, el diácono encuentra el signo más grande desde su ministerio que es ejercer el servicio a los más necesitados en acompañamiento a las distintas dimensiones de la pastoral social.
“Esta triple manera es lo que va formando la identidad de un diácono, tanto permanente como transitorio, ahí no hay ninguna diferencia”, afirmó el padre Leo.
Retos en la diócesis
En Ciudad Juárez el diaconado permanente tiene como característica que la mayoría de los diáconos son casados, algunos viudos, pero la mayoría viven en sus casas, con su familia.
“El diácono permanente ha de encontrar un equilibrio sano para poder vivir sus tres etapas: la familia, la pastoral y el trabajo. Él tiene que tener como una prioridad vivir las tres, ninguna es más importante que las otras dos”, afirmó.
Resaltó que la tarea del diácono permanente es importante, ya que es un ministerio de la Iglesia que enriquece a las comunidades parroquiales.
“En el diácono nos encontramos con la imagen de Cristo servidor”, dijo al reconocer que existen retos en la diócesis, ya que son muy grandes las necesidades pastorales.
“Los presbíteros son un grupo reducido para atender todas las necesidades de nuestra diócesis. El trabajo suele ser mucho y los obreros son pocos, y los diáconos son una gran ayuda para llevar a cabo las tareas pastorales de nuestras comunidades”, expuso.
Dijo que los diáconos también reciben formación:
“La formación permanente no solamente es para los presbíteros y el obispo, sino también para los diáconos. El buscar cómo acompañarlos a crecer en las cuatro áreas: espiritual, académica, humana y pastoral. Entonces, se busca tener una formación permanente con los ordenados y acompañar a los candidatos que esperan la ordenación”, expuso.
Para saber…
La primera generación de diáconos permanentes en la diócesis, integrada por cuarto varones, fue ordenada en 1999 por don Renato Ascencio León (qepd), tercer obispo de Ciudad Juárez.
Actualmente son 21 diáconos permanentes al servicio de la diócesis y tres formadores: Pbro. Miguel Cisneros, coordinador del instituto de formación y encargado del área pastoral; pbro. Andrés Villalobos, encargado del área académica; y pbro. Leonardo García.