El periodista católico Alejandro Bermúdez habló a los católicos juareses sobre la misericordia. Concedió una entrevista a Periódico Presencia que presentamos en dos partes…aquí la primera.
El periodista Alejandro Bermúdez, director de una de las agencias católicas de noticias más influyentes en América, y del Canal de televisión fundado por la recientemente fallecida Madre Angélica, fue enfático al invitar a los juarenses a vivir la misericordia.
Esto durante la conferencia que ofreció en el Seminario Conciliar de Ciudad Juárez, como parte de la Semana Bíblica que organizó el Instituto Bíblico San Jerónimo con el tema “Misericordia quiero y no sacrificios” tomada de la cita Bíblica Mateo 9,13.
Con su característico estilo claro y directo, el periodista presentó una reflexión de las citas bíblicas Oseas 6,6 y Mateo 9,13, y bromeó porque justo estas citas fueron el centro de la homilía que el Papa Francisco pronunció hace unos domingos, en la Misa de Canonización de Santa Teresa de Calcuta.
“Retomaré lo que dijo el papa Francisco, así que si no les gusta o no están de acuerdo en lo que digo, entonces podré decirles que se quejen con el jefe”, dijo entre las carcajadas de la audiencia.
Entre anécdotas propias, incluso algunas vividas con la santa de Calcuta, el invitado reflexionó sobre la relación entre misericordia y sacfiricio en el Antiguo Testamento, y cómo esto se presenta en el Nuevo Testamento en términos diferentes, de obediencia y misericordia.
Explicó que la misericordia es un amor desigual, porque Dios nos pide “amarse los unos a los otros como yo los he amado” y nosotros nos merecemos el amor de Dios, y nuestro amor es minúsculo en comparación con el que Dios nos tiene, dijo.
Recordó a los presentes que quienes se ponen al servicio de los hermanos, aun sin que lo sepan, hacen misericordia, y que no hay una oración auténtica que no lleve a la acción. E igualmente que si cada uno se vuelve testigo de la misericordia del Padre, “mucha gente va a creer”.
Al finalizar la exposición en la que explicó cómo los católicos pueden y deben ser misericordiosos, el ponente concedió una entrevista a Periódico Presencia, que aquí presentamos.
1. La misericordia es una enseñanza de la Iglesia desde siempre ¿Por qué la urgencia del Papa Francisco de insistirnos en este valor con un Año Jubilar?
Porque existe siempre la tentación de la que hablaba Jesucristo, el terror de que los cristianos nos convirtamos en fariseos, es decir, que terminemos apegándonos a las formas, a las leyes, a las normas, y que no vivamos la esencia del Evangelio. ¿por qué Jesucristo fue tan duro con los fariseos, si los fariseos no eran malos?, su origen era como los defensores de la tradición judía en contra de los que querían occidentalizar y helenizar a los judíos, entonces los antecesores de los fariseos habían sido grandes defensores de la lealtad y de la fidelidad, el gran problema es que toda religión corre el riesgo de convertirse en un conjunto de normas formales y perder la esencia, y Jesucristo siempre estuvo predicando que nosotros tenemos que comprender que la esencia de nuestra fe es vivir el amor, y una manera específica de vivir el amor, para nosotros los cristianos, la más exigente y la más fructífera, es vivir este amor desigual que llamamos misericordia y que es la que debemos a todos aquellos que están en necesidad y donde encontramos a Jesucristo en necesidad, esa es la insistencia del papa.
2. Usted explicó en la conferencia cómo debemos practicar misericordia, pero ¿cómo podemos descubrir la misericordia de Dios hacia nosotros, para que eso luego nos lleve a practicarla?
Es una pregunta compleja, creo que solamente podría contestarla compartiendo un poquito de mi propia experiencia. En mi propia experiencia no tengo más fuerte experiencia de la misericordia de Dios, que le debo a Dios, que el sacramento de la Confesión. Cuando me descubro perdonado de mis pecados y me descubro perdonado gratuitamente, que no me ponen ningún fardo pesado, nadie me azota, nadie me castiga, simplemente me dan una penitencia por mi propio bien, por mi propia salud espiritual y que me borran todos los pecados absolutamente, yo no puedo, no puedo salir de esa experiencia de misericordia y después ser un siervo injusto que no aplique esa misericordia a los demás. Para mí el recurso de los sacramentos en general, es la mejor forma como los católicos podemos reconocernos, como dice el Papa Francisco, “misericordiados”, en ese neologismo que él utiliza, sentirnos misericordiados para después nosotros practicar la misericordia.
3. Está por concluir el Año de la Misericordia. ¿Cuál es el balance que hace usted como periodista?
El balance es un balance sumamente positivo, yo he visto muchos corazones cambiados, no podría dar una cifra, porque es imposible… pero yo he visto, por ejemplo estuve la semana pasada en el congreso mariológico y mariano de Fátima y había un número importante de obispos y sacerdotes y la manera en como ellos estaban comprometidos e involucrados, sobre todo con esta idea de que el Año de la Misericordia como jubileo se acaba en la fiesta de Cristo Rey, pero que como misión sigue y continua, y que es una nota característica de este pontificado, lo he visto mucho, esta inquietud de despertar en muchos católicos de a pie, en muchos católicos que han comenzado a decir ‘me sumo a alguna iniciativa de misericordia o lanzo alguna obra de misericordia’. Lo he visto en donantes que han comenzado a ser mas generosos con sus recursos, entonces anecdóticamente te puedo decir que he visto muchos años y muchos jubileos en mi vida como periodista, y probablemente este ha sido uno que ha llevado a conclusiones mas prácticas, que yo recuerde.
4. Usted hablaba hace un rato de las barreras invisibles que ponemos, que nos hacen anular a las personas y hacer a un lado la misericordia ¿Cuáles son esas barreras, cómo las descubrimos y cómo las atacamos?
En una sociedad que marcha tan de prisa, que está tan preocupada por el pragmatismo y que da valor a la persona por lo que produce, todas las personas que están al margen, todas las personas que el papa llama los “descartados”, desde los mendigos, desde los abandonados, desde los sin techo, que ya no son, entre comillas, útiles a la sociedad, desde los niños abandonados, desde los niños que mendigan porque no tienen familia, todos esos se han convertido en una especie de macetas, de plantas exóticas que están en nuestro entorno, que nos incomodan, con los cuales no queremos hacer contacto visual, que simplemente ya no los queremos contar, incluso si no los ignoramos, peor todavía, nos irritan, ¿por qué hay tanta gente en los cruces de las avenidas pidiendo dinero, por qué hay tanta gente molestándome -entre comillas-?. Entonces existe esta barrera invisible que hace que yo considere personas a los que son mis familiares, mis amigos, mis compañeros de trabajo, mis compañeros de socialización, de club, etcétera, pero todas estas personas son nadie para mí, muchas veces, son nadie para cuantos pasamos, no nos interesa su nombre, no nos interesa de dónde vienen, no nos interesa su historia, no nos interesa por qué han terminado donde están, no nos interesa a dónde van a ir, dónde van a pasar la noche, si van a tener suficiente para comer, y son personas que estan físicamente cerca de nosotros, a pocos metros o a veces centímetros. Entonces esas barreras tienen que tirarse abajo y la virtud cristiana de la misericordia es la única que tiene la fuerza de hacerlo. No veo virtudes humanas de personas que no estén motivadas por la fe, que tengan la capacidad de romper esas barreras. Habrá excepciones, Habrá unos que lo hagan, pero solamente la conciencia de la fe, la conciencia de que la otra persona tiene la misma dignidad que yo, creada por Dios, solamente esa conciencia es la que nos va a mover a decir, esta barerra invisible, este vidrio impenetrable que yo he generado entre los sufrientes que me rodean y yo, tengo que tirarlo abajo.
5. También mencionó en la conferencia esto de vivir la vocación dentro de la vocación, ¿podría explicarnos en qué consiste?
Uno de los más grandes ejemplos de una vocación dentro de la vocación es el de la Madre Teresa, recordemos que ella en su viaje en tren en 1983 tiene la revelación de que el Señor quiere que ella salga de la congregación a la que ya pertenecía para que funde las Misioneras de la Caridad. Es una forma un poco radical de una vocación dentro de la vocación, ella ya era una mujer consagrada, ella ya atendía a personas que tenían necesidades fundamentales, es decir, era ya alguien que estaba en el servicio de Dios, pero el Señor la llama en el camino a algo especial, a algo distinto. Normalmente Dios no nos llama a nosotros a un giro tan radical al interior de nuestra vocación, rara vez nos llama a decir, deja a tu señora y comienza a dedicarte desde ahora en adelate a ser un anacoreta, eso a algunos les gustará poner como pretexto, pero la verdad eso no es así. Lo que sí es cierto es que tu estás casado, cumples con tus hijos, cumples con tu esposa, eso está muy bien, pero ¿tú estás santificándote en lo que estás haciendo? esa es la gran pregunta. Si nosotros estamos viviendo una rutina de vida, donde incluso la rutina incluye actividades de fe, la misa, las devociones, la ayuda social en alguna cosa, Dios siempre está llamando, siempre está pidiendo más, pero la razón por la que nos está pidiendo más no es por que sea un amo injusto, sino porque sabe lo que valemos, sabe todo lo que hay para nosotros y sabe que el tiempo en nuestro peregrinar terreno no tiene ningún valor si no es para que ese tiempo sea utilizado para que nosotros nos acerquemos más al ideal de la idea que Dios tiene de nosotros. Por eso es que es esta pregunta tan importante, ¿cuál es la vocación dentro de mi vocación? es una constante evolución hacia dónde Dios nos quiere llevar; algunas veces son algo revolucionarias, son giros más o menos dramáticos, en otras ocasiones son simplemente seguir creciendo o profundizando en lo que estamos haciendo para que nunca nos instalemos y dejemos que el resto de nuestro tiempo sea simplemente perderlo, porque de ese tiempo vamos a tener que dar cuenta a Dios.