Ana María Ibarra
Ser una Iglesia pobre para los pobres y con un espíritu de comunión (ser comunidad) son las dos vertientes que impulsó la Sexta Carta Pastoral sobre el Plan Diocesano de Renovación Cristiana del primer obispo de Ciudad Juárez, don Manuel Talamás Camandari, la cual logró poner a la Diócesis de Ciudad Juárez como pionera en muchos aspectos de Iglesia.
Así lo expusieron el padre José Ríos y monseñor Isidro Payán el pasado jueves 15 de junio en un Foro de diálogo que se presentó como parte del programa de actividades por el Centenario del Nacimiento del primer obispo de Ciudad Juárez del 13 al 16 de junio.
El evento se realizó en el Auditorio Manuel Talamás del Seminario Conciliar y tuvo como moderador al padre Francisco García.
Renovación eclesial
Los ponentes explicaron varios aspectos de esta carta pastoral, uno de ellos, que ante la pobreza de la gente y las desigualdades que se vivían, incluso al interior de la Iglesia a nivel nacional, se suprimeron el cobro de aranceles y estipendios, lo que fue para la comunidad una gran sorpresa al saber que podrían solicitar los sacramentos sin pago alguno.
“En México había prebendas y existían los grandes curas y los pobres curas del pueblo. A don Manuel le preocupaba que en entre nosotros hubiera esas diferencias, por eso aceptó toda sugerencia que hicimos en beneficio de parroquias pobres”, compartió monseñor Payán.
Otro aspecto de esta carta pastoral fue modificar las catequesis previas para sacramentos y la edad para recibir el sacramento de Confirmación, así como prohibió las celebraciones individuales, el derroche y los excesos en celebraciones como quinceañeras, bautizos y matrimonios.
“Al principio hubo resistencia. De manera casual me tocó la última celebración de las Confirmaciones. Eran multitudes alrededor de Catedral que llevaban a sus niños chiquitos para confirmar antes de que no lo pudieran hacer hasta los 14 años o más”, recordó el padre Ríos.
Y aunque en el presbiterio esto parecía algo imposible, tanto en lo económico, como en lo pastoral, pues el pueblo sentía que le estaban quitando oportunidades, “se trataba, no sólo de cambiar la forma, sino cambiar el espíritu de ser Iglesia, vivir la comunión eclesial”, abundó el padre Ríos.
Volver a las raíces
Los participantes aseguraron que con esta Carta Pastoral de don Manuel la diócesis fue pionera, y aunque se auguraba un fracaso, el documento fue llevado a otras diócesis para su estudio e implementación.
Tanto monseñor Payán como el padre Ríos lamentaron que a casi 50 años de haberse dado esta renovación, se ha perdido el espíritu de esta Carta Pastoral, la cual incluso es desconocida por las nuevas generaciones, tanto de sacerdotes, como de laicos.
“Me parece que es uno de los valores que deberíamos recuperar y darle una vigencia más clara en nuestras circunstancias…siguen muy marcadas las desigualdades sociales”, afirmó el padre Ríos.
“La Carta debería ser una referencia obligada…este espíritu en que nació la Iglesia de Ciudad Juárez debe ser una característica que prevalezca, en cualquier otro esquema, quizá más elaborado y actualizando las formas”, puntualizó.