Presentamos la quinta y última parte del material preparado por la Comisión Diocesana del Año de la Misericordia para prepararnos a vivir el Jubileo convocado por el Papa Francisco, que inició hace unas horas en Roma con la apertura de la Puerta Santa.
(Hacer la oración para el año de la Misericordia)
Con el título Madre de Misericordia que al parecer atribuyó por primera vez a la Santísima Virgen María san Odón (+ 942) abad de Cluny, es celebrada con razón Santa María, porque dio a luz para nosotros a Jesucristo, misericordia visible del invisible Dios misericordioso, y porque es madre espiritual de los fieles, llena de gracia y de misericordia: la santísima Virgen es «es llamada “Madre de la misericordia” –dice san Lorenzo de Brindis-, esto es, misericordiosísima, Madre clementísima, Madre tiernísima, amantísima». La Madre de Jesús, en efecto, ahora está en el cielo, presenta las necesidades de los fieles al Hijo, al que, cuando estaba en la tierra, suplicó en favor de los esposos de Caná.
Mirada de María
La Misericordiae Vultus dirige su pensamiento a la Madre de la Misericordia pidiendo que: “La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios.
Ninguno como María ha conocido la profundidad el misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó íntimamente en el misterio de su amor.
Elegida para ser la Madre del Hijo de Dios, María estuvo preparada desde siempre para ser Arca de la Alianza entre Dios y los hombres. Custodió en su corazón la divina misericordia en perfecta sintonía con su Hijo Jesús. Su canto de alabanza, en el umbral de la casa de Isabel, estuvo dedicado a la misericordia que se extiende «de generación en generación» (Lc. 1,50).
También nosotros estábamos presentes en aquellas palabras proféticas de la Virgen María. Esto nos servirá de consolación y de apoyo mientras atravesaremos la Puerta Santa para experimentar los frutos de la misericordia divina.
Al pie de la cruz, María junto con Juan, el discípulo del amor, es testigo de las palabras de perdón que salen de la boca de Jesús. El perdón supremo ofrecido a quien lo ha crucificado nos muestra hasta dónde puede llegar la misericordia de Dios. María atestigua que la misericordia del Hijo de Dios no conoce límites y alcanza a todos sin excluir ninguno. Dirijamos a ella la antigua y siempre nueva oración del Salve Regina, para que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús” (MV 24).
Preguntas para reflexionar (todos las comparten en el grupo).
1. ¿Qué te llamó la atención del tema?
2. ¿Por qué la Iglesia invoca a María con el título de “Madre de Misericordia”?
3. ¿De qué manera María, como discípula, manifestó la misericordia?
3. ¿Cómo imitarás a la Virgen María, en tus actos de misericordia?
Cántico de alabanza a la misericordia
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: Su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a su pueblo acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Oración conclusiva:
Padre Misericordioso que siempre nos das el alimento que da la vida, te pedimos, proclamar continuamente tu misericordia con la bienaventurada Virgen María, y experimentar la protección de aquella a quien llamamos Reina clementísima para los pecadores y Madre de misericordia con los pobres. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Se reza el Padre nuestro y la oración de la Salve.
Oración para el Año de la misericordia
Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.
Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don de Dios!
Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso.
Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.
Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos.
Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.