Presentamos la primera parte del material elaborado por la Comisión diocesana para el Año de la Misericordia que ayudará a nuestras comunidades a prepararse para comenzar el Jubileo de la Misericordia convocado por el Papa Francisco y que iniciará el 8 de diciembre.
La celebración del jubileo tiene sus raíces en el pueblo de Israel, el pueblo de la Biblia.
Diferentes textos nos hablan de una legislación en torno al “descanso” (día sábado), el año sabático (cada siete años), o específicamente de la celebración de un año “jubilar” cada “siete semanas de años”, es decir, cada período de cincuenta años (“sábado” ver: Ex 34,21; 23,12; 20,8-11; Dt 5,12-15; Ex 31,13-18; 35,1-3; sobre el “año sabático” y “del jubileo” ver: Ex 23,10-11; 21,1-11; Dt 15,1- 18 y ante todo Lev 25,1-55).
Al leer detenidamente estos textos nos sorprendemos porque nos damos cuenta de que Dios interfiere directamente en las relaciones económicas y pone un límite para evitar el empobrecimiento y pérdida de libertad de las personas. Notemos que la vida humana aparece como más importante que las leyes sobre contratos y deudas. De hecho, la finalidad de esta legislación es que se pueda vivir en un cierto nivel de dignidad, que no haya pobres en medio del pueblo y garantizar que la distribución de los bienes permita a la mayoría de la gente vivir con dignidad.
El Día Sábado
Día de descanso, libertad y reconstrucción de la vida.
* Ex 34,21, El sábado = real interrupción del trabajo y un descanso de la tierra. Dios puede ordenar esto, puesto que la vida humana y la tierra le pertenecen.
* Ex 23,12. Texto con sabor profético. La ley del sábado busca proteger la vida de los pobres y poner un freno a la explotación ilimitada de los medios de producción.
* Ex 20,8-11. La motivación de fondo para el descanso es la teología de la creación y el descanso de Yahveh. El ser humano participa del descanso de Yahvé, pues creado a imagen de Dios, debe asumir su responsabilidad en la continuación de la obra de la creación. El Hombre es invitado a entrar en el ritmo de su creador.
* Dt 5,12-15. Relectura deuteronomista del mismo decálogo. Se insiste en el descanso de esclavos (as), a semejanza del dueño de la casa. La motivación de fondo es la experiencia del Éxodo. El descanso es propio de hombres y mujeres libres.
El sábado, práctica valiosa y necesaria en el tiempo del Exilio. Los Israelitas buscaban a través de su práctica reconstruir su conciencia, reconstruirse como personas y poder reconstruir su identidad como Pueblo de Dios (relato de la creación). Después del exilio tomó un giro más legalista.
El Año Sabático
Dios interviene en la economía para salvar la vida.
* Ex 23,10-11. Texto más antiguo sobre el año sabático. La tierra es la primera en gozar del privilegio divino del descanso. Notemos que Dios defiende el derecho de la tierra a su descanso y libertad. Se beneficia así a los pobres y a los animales.
* Ex 21,1-11. El esclavo queda libre al 7o. año, cuando cumplía 6 años de esclavitud, aunque no fuera todavía el año sabático oficial. El tiempo de la liberación (que es el tiempo de Yahveh) no sigue el calendario oficial.
* Dt 15,1-18. El esquema del texto es el siguiente: v. 1-3: perdón de las deudas cada 7 años. v. 4-6: si Israel escucha la Palabra de Dios no habrá pobres. v. 7-11: si hay pobres, le debes prestar lo que necesita para remediar su indigencia. La cercanía del año sabático, no debe ser motivo para no prestar. v. 12-18: sobre la liberación de los esclavos.
Dios interviene en la realidad económica, de las relaciones y pone límites para evitar el empobrecimiento y pérdida de la libertad de las personas. La vida humana es más importante que las leyes sobre contratos y deudas.
El Año Jubilar
Este se celebraba después de siete años sabáticos: 7 por 7 = 49. El año siguiente, el año 50, era jubileo, llamado así pues se tocaba el “Yobel”, cuerno de carnero que servía de trompeta. Este era un año de liberaciones y profundas transformaciones, según lo que se proponía (Cf. Is. 61,1-2).
Tres eran las acciones principales que se exigían en este año 50:
1. Descanso de la tierra Recuperación de tierras y viviendas enajenadas por deuda
2. Liberación de los esclavos.
3. Lo más interesante de esta exigencia era el deseo de “re- establecer” el orden o equilibrio inicial que Dios había planteado “en un principio”, al inicio de la creación. La tradición del día sábado, del año sabático y del año jubilar, era una antigua tradición que buscaba proteger la vida del pueblo, protegerla de la sobreexplotación, de la concentración de la tierra y la acumulación de riqueza y que ponía un límite preciso a toda esclavitud por deuda. Este pensamiento se fundaba en toda una corriente teológica: la tierra y las personas son de Dios y nadie puede apropiárselos en forma ilimitada o injusta. En el fondo, el único que puede ser Señor y dueño es Dios. Y como Dios había creado todo con una finalidad y proyecto, se trataba ante todo de recuperar esa conciencia de su Soberanía sobre toda la creación y sobre todos los bienes, ante todo sobre el hombre-mujer. El texto central es Lev.
En el fondo se trataba de asumir y re-tomar esa profunda identidad propuesta en los relatos de creación: El hombre-mujer creatura e hijo (ante Dios); hermano (a) con igual dignidad (ante su prójimo); administrador de la creación (ante los bienes y ante el mundo).
El jubileo mantenía viva la utopía del hombre-mujer creados a “imagen y semejanza”, reflejos de la gloria del creador.
Por otra parte, no podemos dejar a un lado lo que esta legislación suponía para los más pobres y marginados. Dios se manifiesta a su favor y en su defensa. En el fondo esta tradición bíblica del Jubileo anticipa la proclamación del Reino de Dios que será un eje central en el NT. Año sabático, jubileo y Reino de Dios pertenecen a una misma tradición y teología y son una referencia básica para la interpretación de toda la Historia de la Salvación.
Lo que nos dice la Bula Papal
La bula Misericordiae Vultus en continuidad con la enseñanza del Antiguo Testamento nos dice cuáles elementos debemos tener en cuenta para vivir el jubileo:
“La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. De este amor, que llega hasta el perdón y al don de sí, la Iglesia se hace sierva y mediadora ante los hombres. Por tanto, donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre. En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin, dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia” (MV 12).
“Queremos vivir este Año Jubilar a la luz de la palabra del Señor: Misericordiosos como el Padre. El evangelista refiere la enseñanza de Jesús: «Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso» (Lc. 6,36). Es un programa de vida tan comprometedor como rico de alegría y de paz. El imperativo de Jesús se dirige a cuantos escuchan su voz (Cf. Lc 6,27). Para ser capaces de misericordia, entonces, debemos en primer lugar colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios. Esto significa recuperar el valor del silencio para meditar la Palabra que se nos dirige. De este modo es posible contemplar la misericordia de Dios y asumirla como propio estilo de vida” (MV 13).
“El Señor Jesús indica las etapas de la peregrinación mediante la cual es posible alcanzar esta meta: «No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará: una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque seréis medidos con la medida que midáis» (Lc 6,37-38). Dice, ante todo, no juzgar y no condenar. Si no se quiere incurrir en el juicio de Dios, nadie puede convertirse en el juez del propio hermano. Los hombres ciertamente con sus juicios se detienen en la superficie, mientras el Padre mira el interior” (MV 14).
“En este Año Santo, podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea. ¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo hoy! Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos. En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención. No caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye. Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio. Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo. Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina. La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos” (MV 15).
“Un año de gracia”: es esto lo que el Señor anuncia y lo que deseamos vivir. Este Año Santo lleva consigo la riqueza de la misión de Jesús que resuena en las palabras del Profeta: llevar una palabra y un gesto de consolación a los pobres, anunciar la liberación a cuantos están prisioneros de las nuevas esclavitudes de la sociedad moderna, restituir la vista a quien no puede ver más porque se ha replegado sobre sí mismo, y volver a dar.
Preguntas para Reflexionar
¿Qué elementos se debían tener en cuenta en el Antiguo Testamento para celebrar el jubileo y por qué?
¿Qué debes restituirle a tu vida que sólo pertenece a Dios y qué debes restituir a tus hermanos?
¿Según la bula del Papa qué elementos debemos tener en cuenta en el jubileo de la Misericordia?
¿Cómo te dispondrás a vivir esos elementos?
*Una vez que se ha terminado de compartir se rezar el salmo 42 y la Oración conclusiva, así como el Padre Nuestro y la Salve.
Oración Conclusiva
Que por tu gracia, Padre, el Año jubilar sea un tiempo de conversión profunda y de gozoso retorno a ti; que sea un tiempo de reconciliación entre los hombres y de nueva concordia entre las naciones; un tiempo en que las espadas se cambien por arados y al ruido de las armas le sigan los cantos de la paz. Concédenos, Padre, poder vivir el Año jubilar dóciles a la voz del Espíritu, fieles en el seguimiento de Cristo, asiduos en la escucha de la Palabra y en el acercarnos a las fuentes de la gracia, todo esto te lo pedimos, por Cristo nuestro, Señor. Amén.