Ana María Ibarra
Más de 500 matrimonios se encontraron con Jesús para experimentar su amor y algunos de ellos sanar su relación, o bien fortalecerla. Esto durante los días 21 y 22 de octubre en el Congreso Anual de Matrimonios Católicos en su edición XXXVI bajo el lema “Matrimonio, vocación a la santidad”.
Desde aquellos matrimonios que año con año acuden, así como quienes asistieron por primera vez, todos experimentaron el gozo de encontrarse con el Señor.
A través de las alabanzas y la oración, entregaron esos dos días a Dios, dejando las preocupaciones en sus manos.
Un momento importante de sanación fue la hora santa que presidió monseñor Mariano Mosqueda, fundador y asesor del movimiento quien dirigió a los asistentes a un encuentro personal e íntimo con Jesús Eucaristía.
Santificación en el matrimonio
El padre Julián Badillo, vicerrector del Seminario, compartió con los matrimonios el tema “Medios de santificación del matrimonio” el sábado 21 de octubre.
El sacerdote compartió con las parejas que en ocasiones las cosas de Dios se ven de lejos y el ser santos no es algo que se visualice para la propia vida.
“La santidad la descartamos por las cosas de la vida. Se siente bien bonito cuando vas al retiro, pero llegas a la casa y ¡adiós a lo vivido! Hablar de santidad en el matrimonio es difícil”, lamentó el padre Julián.
Con algunas citas bíblicas, el sacerdote explicó que los matrimonios y las familias del Siglo XXI pueden alcanzar la santidad.
“No vivimos en un cuento de hadas. Tenemos una vida real con problemas y circunstancias reales y necesitamos una fe real. La vida no sirve sin las cosas de Dios”, expresó el sacerdote para concluir resaltando que la santidad consiste en una experiencia de Dios.
“Toda nuestra vida es un encuentro constante, dentro de nuestra realidad, con Dios y con Jesús”, concluyó.
Llamados a ser misioneros
Con gran alegría, después de momentos de perdón, sanación y encuentro, los matrimonios participaron en la Eucaristía de clausura el domingo 22 de octubre.
La misa fue presidida por monseñor J. Guadalupe Torres Campos, obispo diocesano, quien se dijo contento de ver a tantas parejas viviendo el congreso.
Celebrándose ese día el Domingo Mundial de las Misiones, el obispo resaltó que los matrimonios deben ser también misioneros evangelizadores.
“Todos somos misioneros. Somos una Iglesia misionera. La Iglesia no tiene otra tarea que evangelizar a través de muchas acciones”, expresó.
“Un lugar privilegiado para evangelizar es el matrimonio y la familia. Hay muchos ataques, políticas, ideologías que quieren destruir a la familia. Por eso deben ser misioneros primero al interior y después fuera del matrimonio. Este es el llamado que el Señor les hace: ser evangelizadores, con paciencia y compresión”, abundó.
Monseñor Torres felicitó y agradeció al movimiento de Congreso Matrimonial por su labor, y a los matrimonios por haber asistido.
Con una sonrisa y muestras de cariño, los matrimonios concluyeron el congreso, dispuestos a regresar el año próximo.