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Para Tomás de Aquino, el soberbio es el que tiene un amor desordenado hacia su propio bien por encima de otros bienes superiores. Es amor desordenado porque, como el soberbio no se conoce como quien es, sino que tiene un conocimiento de sí como de aquél que quiere ser, desea para él lo que no le es adecuado. El santo lo describe como el apetito inmoderado de la propia excelencia que, de paso, rebaja la dignidad ajena.
Otra nota que el de Aquino atribuye a la soberbia es que este defecto radica en la voluntad, y, precisamente por eso, el conocimiento de si mismo está distorsionado. Por el contrario, el humilde sí que se conoce bien (“donde hay humildad hay sabiduría”, dice la Escritura).
Por eso, para el santo, la soberbia impide la verdadera sabiduría. En rigor, el fruto seguro de la soberbia es la ceguera de la mente y la ceguera del corazón.
Dos tipos de soberbia
Santo Tomás distingue dos tipos de soberbio: el que se gloría en sus cualidades, y el que se atribuye cosas que en realidad le sobrepasan. Obviamente el segundo es peor –también más ciego– que el primero.
No es extraño, pues, que, sobre todo en una sociedad como la nuestra donde “mandar” y “obedecer” no significan exclusivamente “servir”, la soberbia se manifieste en el sentirse “señor” del cargo en vez de “administrador” del mismo.
Tres ámbitos de la soberbia
Seguidamente se intentan rastrear tres ámbitos de este defecto. Se atiende, en primer lugar, a la soberbia para consigo mismo; en segundo lugar, para con los demás y, por último, con referencia a Dios.
1.Soberbia personal
La actitud soberbia lleva al convencimiento de que sin el propio criterio y experiencia difícilmente se acierta en un tema o se realiza algo con corrección. Manifestaciones suyas son la arrogancia y la jactancia: cuando se siente pagado de sus propios éxitos por encima de su verdadera valía.
2.Soberbia respecto de los demás
Saber que uno es mejor que los demás en algo no es en sí soberbia (es muy posible que esté fundado en la realidad), pero hay que sospechar cuando uno es mejor «en todo» y tiende a despreciar las capacidades de los demás.
Soberbia es también cometer claras injusticias a los inferiores sin repararlas ni pedir perdón por ellas. Cuando es él el agraviado, guarda permanente rencor al agresor.
3.Soberbia respecto de Dios
Una vida engreída, centrada en el yo, tiende a perder de su horizonte existencial a Dios. En el fondo, si el yo recaba su propia finitud, tal pretensión favorece el ateísmo. Para Agustín de Hipona, la soberbia no es más que una perversa imitación de Dios, al único que se le debe la gloria y el agradecimiento por todo.
En cambio, para Tomás de Aquino, negar a Dios es mayor soberbia que pretender ser como él. En esa situación no se pierde, desde luego, la “idea” de Dios, pero el trato “personal” con él se torna, primero una cosa pesada, y luego desaparece.
El soberbio concibe a Dios, más que como un Padre, como una achacosa abuela de ojos ciegos para con los delitos del nieto; es en el fondo, un abusador de la misericordia divina. En suma, soberbia es hacer la propia voluntad, no la divina.
Dice santo Tomás: los demás vicios huyen de Dios, pero la soberbia se enfrenta a él. Y recoge una Glosa medieval en la que se añadía que si bien este defecto es lo que más pronto aparta de Dios, también es lo que más tarda en volver a él. Por eso es tan peligrosa.
10 consejos de santos para abandonar la soberbia
Si eres humilde nada te tocará, ni elogios ni vergüenza, porque sabes lo que eres. Y si te llaman santo, no te subas a un pedestal.
Madre Teresa de Calcuta
La humildad no es nada más que la verdad, y el orgullo no es nada más que la mentira.
San Vicente de Paúl
En la medida en que los dones crecen en ti, haz que crezca también tu humildad de tal manera que puedas considerarlo todo como si fuera un préstamo.
San Pío de Pieltrecina
La mansedumbre y humildad de corazón, en modo alguno significan debilidad.
San Juan Pablo II
Si hay en la tierra un alma verdaderamente feliz, ésta es solamente un alma verdaderamente humilde.
Santa Faustina
La humildad consiste no sólo en decir y pensar que estás llena de defectos, sino en gozarte de que lo piensen y digan los demás.
Santa Teresita del Niño Jesús
Cuantos mayores son los dones que Dios nos da, más humildes debemos ser; porque sin humildad, ninguna virtud es acepta a Dios.
San Francisco de Asís.
La humildad debe acompañar todas nuestras acciones, debe estar con nosotros en todas partes; porque tan pronto como nos glorifiquemos por nuestras buenas obras, se pierde el valor del progreso de nuestra virtud.
San Agustín
La humildad es la fuente de toda tranquilidad.
San Juan Bosco
Cuanto más humildes, mayor será el bien que harán.
Santo Cura de Ars
Letanía de la Humildad
En esta Letania, compuesta por el cardenal Rafael Merry de Val (1865-1930), Secretarío del Estado para el Papa San Pío X, nosotros pedimos que Dios llene nuestros corazones y almas con una auténtica humildad, una virtud esencial para la santidad. Después de todo, como se lee en la carta de Santiago «Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes» (Santiago 4,6)
Jesús manso y humilde de Corazón, Óyeme.
Del deseo de ser lisonjeado, Líbrame Jesús
Del deseo de ser alabado, Líbrame Jesús
Del deseo de ser honrado, Líbrame Jesús
Del deseo de ser aplaudido, Líbrame Jesús
Del deseo de ser preferido a otros, Líbrame Jesús
Del deseo de ser consultado, Líbrame Jesús
Del deseo de ser aceptado, Líbrame Jesús
Del temor de ser humillado, Líbrame Jesús
Del temor de ser despreciado, Líbrame Jesús
Del temor de ser reprendido, Líbrame Jesús
Del temor de ser calumniado, Líbrame Jesús
Del temor de ser olvidado, Líbrame Jesús
Del temor de ser puesto en ridículo, Líbrame Jesús
Del temor de ser injuriado, Líbrame Jesús
Del temor de ser juzgado con malicia, Líbrame Jesús
Que otros sean más amados que yo, Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean más estimados que yo, Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse, Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean alabados y de mí no se haga caso, Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil, Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean preferidos a mí en todo, Jesús dame la gracia de desearlo
Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda, Jesús dame la gracia de desearlo