Ana María Ibarra
Una experiencia inolvidable vivida desde la fe y la juventud fue para Ashley Talavera y Julio César Bueno la Jornada Mundial de la Juventud del 2011 en Madrid, España.
Dicha jornada, compartió la pareja, fue un pilar en su fe y en su servicio, el cual, a 12 años de distancia, siguen realizando con gran entusiasmo y amor.
Evangelio, idioma universal
Con tan solo 19 años de edad, Ashley y Julio César formaron parte del grupo de 60 jóvenes de la Diócesis de Ciudad Juárez que participaron en la Jornada Mundial de la Juventud 2011 en Madrid, España.
Este grupo estuvo acompañado por los sacerdotes Eduardo Hayen y Alberto Castillo quienes fueron valiosos guías en los recorridos.
«Es de las experiencias que no vamos a olvidar nunca. Fue de verdad maravillosa y muy significativa. Fue un pilar en mi fe, una de las cosas que marcaron mi camino en la fe, hasta las cosas malas al final terminaron siendo chistes y anécdotas”, expresó Ashley.
Por su parte, Julio César señaló que en ese momento pudo palpar una Iglesia viva.
“Ver tantas personas, tantos jóvenes de diferentes nacionalidades en un solo país, en una sola ciudad, en un solo punto, sea el concierto, exposición, y que los movía el Espíritu fue darme cuenta de que la fe se profesa en diferentes idiomas y aunque las misas eran en otros idiomas y no entendía lo que decía, sabía lo que se estaba moviendo en cada uno”, compartió Julio César.
“Incluso sí le entendimos al Evangelio. Vivimos la universalidad de la Iglesia y descubrimos que el Evangelio es nuestro idioma. Pudimos vivir la misa en plenitud, aunque no era nuestro idioma el que escuchábamos en ese momento”, agregó Ashley.
Cambio y búsqueda
l regresar de la Jornada Mundial de la Juventud, Ashley y Julio percibieron un cambio interior que los llevó a una búsqueda, que a su vez les ayudó a madurar su fe pues durante el viaje no solo vivieron la experiencia de la jornada, sino que pudieron visitar Roma y París.
“Muchos regresamos buscando jornadas vocacionales. Incluso a esta edad que tengo, cuando tengo alguna aridez espiritual, recuerdo lo que vivimos aquel momento. El padre Hayen y el padre Castillo y lo que nos platicaron de la Iglesia y de la fe fue algo que se quedó muy presente”, dijo Ashley.
La entrevistada recordó el momento en que el padre Hayen los invitó a rezar el Credo en uno de los lugares que visitaron, tomados de la mano y el sacerdote con la mano en el altar.
“Ahí confirmé mi fe. Me acuerdo de ese momento cuanto tengo debilidades. Fue para mí un momento especial”, señaló.
De igual manera Julio compartió algunos de los asistentes a aquella jornada aún se siguen frecuentando y siempre es con gran cariño.
“Además de fomentar la vida espiritual nos hizo fomentar una vida de amistad, de comunidad. Eso nos hace fuertes. Cuando Cristo está en medio de las personas, nos hace crecer en lo lazos de amistad”, expresó.
Servidores reforzados
Después de aquel momento, Ashley y Julio no regresaron a vivir una jornada, sin embargo, es algo que no descartan, pero su visión es hacerlo como servidores de grupo.
“La idea es irnos como organizadores, como servidores, pero los tiempos no se han dado. Nos casamos, tuvimos hijos, quizá cuando sean más grandes los niños nos gustaría ir para ayudar. Los organizadores de esa jornada fueron excelentes, nos ayudaban, las bienvenidas eran muy gratificantes”, recordó Julio.
Ashley y Julio recordaron también que en aquel entonces participaban en la parroquia Nuestra Señora de la Paz en el grupo Soldados de Cristo, formando a jóvenes que deseaban ser servidores.
“Hasta antes de casarnos seguimos sirviendo, cambiamos de grupo, pero nunca hemos dejado de servir”, dijo el matrimonio.
Su servicio, al regresar de la jornada, lo retomaron con mayor compromiso e importancia reconociendo que no solo marcaban su vida en la fe, sino también la de otros jóvenes.
“Nuestra meta con esos jóvenes también cambió, no solo era formarlos para ser coordinadores, sino para fortalecerlos en su fe y su servicio a la Iglesia fuera permanente”, dijo Ashley.
Actualmente son parte del grupo de Matrimonios Jóvenes que tiene en la diócesis desde hace poco más de cuatro años.
¡Anímense jóvenes!
Para concluir, Ashley y Julio invitaron a los jóvenes a que se den la oportunidad de asistir en algún momento de su vida a alguna Jornada Mundial de la Juventud, aunque reconocen que para ello se requiere esfuerzo y trabajo.
“Estas oportunidades son únicas en la vida y muy valiosas para la fe. Antes de ir no teníamos idea de lo que viviríamos, nos entusiasmaba el viaje a otro país, sin embargo, regresamos llenos de Dios, siendo otras personas. ¡Empiecen a ahorrar para la siguiente!”, animó Ashley.
“En aquella ocasión vimos a señoras y no entendíamos, pero hoy a mis 32 años siento ese fervor por volver. Esta es una aventura con Dios, por Dios y para Dios. Déjense llevar y el Espíritu los va a guiar. Es una experiencia que vale totalmente la pena”, finalizaron.
Consagrado para la ayuda a los jóvenes
Diana Adriano
Néstor Rivera, servidor de la parroquia Jesucristo Sol de Justicia, compartió con Presencia las experiencias vividas en las JMJ de 2016 y 2019, eventos que dejaron una huella imborrable en su vida y fortalecieron su fe de manera significativa.
Para Néstor, ambas jornadas fueron sorprendentes y bendecidas, pero también muy distintas en enfoque y concepto.
La JMJ de 2016 tuvo lugar en Polonia y estuvo enfocada en la Divina Misericordia, un tema que conmovió profundamente a Néstor.
“Durante esta peregrinación, tuve la oportunidad de visitar el Santuario de Santa Faustina, conocer su habitación y contemplar el primer cuadro de la Divina Misericordia, una experiencia que me dejó una impresión duradera”, explicó.
Habiendo conocido desde antes a Santa Faustina y descubrirla ahí fortaleció su conexión emocional con el país y lo animó a tomar la decisión de consagrarse a la Divina Misericordia y hacer la promesa de ayudar siempre a los jóvenes.
“Desde entonces, he mantenido mi servicio centrado en la juventud, lo que ha fortalecido mi fe y le ha dado propósito a mi vida”, acotó.
Acompañado de María
La JMJ de 2019, celebrada en Panamá, presentó una experiencia completamente distinta para Néstor. En este evento, el enfoque estuvo en la figura de María, lo que lo llevó a experimentar un acercamiento profundo con la Virgen.
“La devoción y el amor que la gente tenía por la Virgen de Guadalupe durante la JMJ de Panamá me impactaron, y reforzaron mi fe en María como intercesora y protectora”, dijo.
Esas dos jornadas han sido fundamentales en el camino de Néstor hacia una fe más sólida y auténtica. Igualmente, en la JMJ de Polonia, tuvo un encuentro que lo llevó a discernir su vocación al matrimonio, y fue en esa jornada cuando pensó seriamente en su novia, Annet Acosta, como su futura esposa, que es en la actualidad. Hoy, ambos sirven al Señor juntos y encuentran fortaleza en su fe compartida.
Y cuando está por iniciar la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, Portugal, Néstor busca compartir experiencias con jóvenes de todo el mundo, por medio de Internet.
“Es muy bello ver cómo este evento continúa inspirando a miles de jóvenes y dejando un impacto duradero en sus vidas, fortaleciendo así la fe y la esperanza en el futuro”, concluyó el entrevistado.