Ana María Ibarra
“Algo sagrado que lleva a una sanación profunda” es como definen a la ayahuasca aquellos que promueven el ritual en esta frontera.
La Ayahuasca es un brebaje elaborado con hierbas y ese mismo nombre se le da a la ceremonia que periódicamente se realiza en un espacio de las Dunas de Samalayuca.
Si bien estas ceremonias e incluso el brebaje se presentan como algo espiritual, nada tiene qué ver con la fe católica y al contrario, pone en riesgo la vida espiritual.
Así lo explicó en una reflexión el padre Hugo Muñoz, párroco de Santa Inés.
Lo que promueven
Para conocer un poco sobre la ayahuasca, Presencia buscó información en uno de los grupos de Facebook que la anuncian, sin embargo nadie estuvo disponible para la charla y lo único que se recibió fue un mensaje automático con instrucciones y un poco de información.
Las ceremonias de ayahuasca se realizan en el desierto de Samalayuca iniciando a las 6 de la tarde de un sábado para concluir a las 8:00 de la mañana del día siguiente, dice la información.
A quienes deciden asistir se les pide una preparación de tres días: física con ayuno de comida ligera; mental evitando ver contenido que perturbe su subconsciente; y espiritual, “con disposición para perdonar y soltar las cargas innecesarias”, explica.
La información proporcionada niega que la mezcla tenga alguna droga o sustancia alucionógena; también niega que la ayahuasca lleve a un viaje astral.
“Es para sanar profundamente y para recordar quiénes somos. No queremos convencer a nadie a tomar ayahuasca, cuando sientan el llamado se acercará quien guste acompañarnos”, cita el mensaje.
Pero en el mensaje se reconoce que la experiencia no es fácil y no para todos “puede ser tan bonita”.
“Hay que tener bien clara la intención, ya que esa será nuestra fuerza durante la experiencia. Durante la experiencia da algo de nervios y miedo, pero es normal la primera vez, cada quien tiene que tomar su propia decisión. Aquí estaremos para recibirlos”, concluye la invitación.
Peligro físico y espiritual
Aunque este movimiento tiene decadas de existencia, recientemente se ha puesto de moda entre la población de Ciudad Juárez, incluso fieles católicos han asistido a estos eventos.
El padre Hugo Muñoz, párroco de la comunidad de Santa Inés, señaló que entre los posibles efectos adversos que puede provocar el uso de esta droga -realizada con plantas-, están el infarto al miocardio, convulsiones epilépticas, hipertensión súbita y cuadros psicóticos graves, a veces irreversibles, e incluso podría estar también detrás de algunos casos de dominación sexual.
“Consumir ayahuasca tiene un doble peligro. En el plano físico puede causar cuadros psicóticos graves, incluso irreversibles, porque afecta la corteza del cerebro. Además puede provocar problemas mentales como la esquizofrenia o la bipolaridad”, compartió el sacerdote.
El segundo peligro, añadió, es espiritual, siendo este un mal mayor ya que se trata de una alteración del estado de conciencia de la persona, una pérdida de su dignidad, lo que para un cristiano es un pecado mortal.
Lo pagano vs lo cristiano
“Se trata de una ceremonia de religiones paganas hechas por brujos que rezan invocando espíritus de animales como el jaguar y el colibrí, espíritus de la naturaleza y de otras cosas, lo que es un pecado grave que traiciona el primer mandamiento, con la posibilidad de que fuerzas demoníacas ejerzan una acción extraordinaria sobre la persona”.
Añadió que un verdadero cristiano que vive su fe, aunque sabe disfrutar de los placeres legítimos que encuentra en la vida, se esfuerza para no quedar atrapado en ellos como si fueran fines en sí mismos, sino que conduce su vida hacia un bien superior y arduo, que es la plena posesión de Dios en la vida eterna a la que está destinado.
“La meditación asidua de la Palabra de Dios, la oración, los sacramentos, la comunidad y la caridad es el mejor coctel espiritual que podemos tomar asiduamente para vivir una vida plena, que nos lleva a Cristo, verdadero paraíso”, señaló el sacerdote al cuestionarsele sobre cómo un cristiano puede evitar caer en prácticas como la ayahuasca.
La necia idea de querer ser como dioses
El padre Hugo aclaró que la Iglesia no considera ni apoya la utilización de drogas alucinógenas para acercarse a Dios.
“En primer lugar, porque no es el camino adecuado y en segundo lugar por los riesgos que traen para la salud”.
Citando el Catecismo de la Iglesia Católica, el padre Hugo señaló que “fuera de los casos en que se recurre a ello por prescripciones estrictamente terapéuticas, drogarse es una falta grave” (CIC n. 2291).
“Es evidente que se ha de analizar en cada caso particular el grado de responsabilidad personal del individuo, para poder hablar de la eventual gravedad de su culpa”, añadió.
En el documento “De la desesperación a la esperanza”, el Pontificio Consejo para la Familia declara que el consumo de drogas no es más que “una falsa respuesta a la falta de sentido positivo de la vida”; y añade que la droga “ataca la sensibilidad del hombre y el buen uso de su razón y de su voluntad”.
Por lo tanto, el sacerdote afirmó que la ayahuasca aleja al creyente de Dios al tratar de buscarlo en ritos mágicos que sólo alteran su vida espiritual.
Amar, para ser como Dios
“Actualmente vivimos inmersos en una sociedad que impone modas; música, pensamiento, nuevas religiones y otras tantas que resultan atractivas para aquel que, aunque presuma de ser creyente, su realidad es que está atado a las cosas del mundo. Busca nuevas formas de querer ser como dioses. (Gen. 3, 5)”, lamentó.
El sacerdote concluyó con esta frase del sacerdote Jesús David Muñoz, L.C. que en un artículo explica sobre, no el error humano de Adán al querer ser igual a Dios, sino de la idea equivocada que tuvo -y tenemos- de lo que es Dios.
La cita dice:
“Queremos ser como dioses, pero dioses poderosos, justicieros, controladores de las leyes naturales y de la moral a merced de nuestra arbitrariedad y extravagancia. Queremos tener en nuestras manos la decisión sobre la vida, sobre la muerte».
Pero más adelante el autor expone:
Después de tanto bregar por una concepción verdadera de Dios ha tenido que venir Él mismo a decirnos la clave de interpretación de nuestras aspiraciones más profundas y anhelos más íntimos. Jesucristo no vino a darnos una “lectio magistralis” sobre el Creador.
Simplemente pasó su vida amando y enseñándonos a vivir, a “ser como dioses”. «Dios es amor» (1Jn 4,8). Aquí comenzó una verdadera revolución; la mejor revolución que ha conocido la historia de la humanidad.
Si queréis ser como Dios, si queréis ser auténticamente felices, debéis amar.