¿En qué nos hemos convertido? cuestionó el obispo de Ciudad Juárez al celebrar una misa por los migrantes fallecidos y heridos en un incendio en instalaciones federales de la ciudad. Urge un cambio y construir una humanidad nueva de la mano de Cristo, dijo.
Ana María Ibarra
¡Basta!, fue el llamado que el obispo diocesano, don J. Guadalupe Torres Campos hizo a las autoridades y a la sociedad en general durante la misa que presidió como una acción de la Iglesia ante la muerte de migrantes en un incendio en instalaciones del Instituto Nacional de Migración la noche del lunes 27 de marzo.
La misa se realizó en Catedral y estuvo concelebrada por más de una docena de sacerdotes. Ahí los pastores y la comunidad se unieron en oración por los fallecidos y por otros 28 migrantes que permanecen heridos, víctimas del mismo suceso.
Tristeza en el corazón
El replicar de las campanas de Catedral, más que un llamado a misa, parecía una denuncia, un clamor lastimoso de justicia y solidaridad.
Una noche antes, 69 migrantes quedaron atrapados en un incendio dentro de las instalaciones de la dependencia federal y esa mañana del 28 de marzo se habían contabilizado 39 fallecidos, suma que aumentó a 40 al fallecer uno de los 29 heridos.
Con el aire frío que calaba en la piel, pero no tanto como la tristeza en el corazón, migrantes y fieles iban llegando para participar de la celebración eucarística, lamentando que Ciudad Juárez haya sido nuevamente escenario de una tragedia.
En punto de mediodía, sacerdotes acompañaron al obispo en la procesión solemne por el pasillo central de la Catedral mientras a los costados, huéspedes de la Casa del Migrante se encontraban de pie formando una valla con banderas de diferentes países.
“Estamos tristes por lo que ha sucedido en nuestra ciudad que muestra el reflejo de una humanidad en pecado. Un clamor grita al cielo. Sean bienvenidos hermanos migrantes que representan a todos los migrantes del mundo”, expresó el obispo antes de iniciar la celebración.
Aguijón de la muerte
Lágrimas de migrantes que lloraban por sus compatriotas fallecidos, así como de quienes realizan una labor a favor de estos, fueron la oración que se ofreció esa tarde.
Unos a otros, los asistentes se daban el pésame con la mirada, un saludo de mano y los más cercanos con un abrazo. No fueron necesarias las palabras.
“El aguijón de la muerte es el pecado. Gracias a Dios que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo”, fueron las palabras de esperanza con las que inició el obispo su homilía, seguidas de cuestionamientos.
“¿En qué humanidad vivimos, qué humanidad hemos construido? Muerte, pecado, guerras, destrucción, injusticia, corrupción, indiferencia, apatía, conformismo.
¡Basta!”, expresó monseñor Torres, como un llamado fuerte “que el Señor me hace como obispo y debe ser para todos”, dijo.
El obispo señaló que urge un cambio, una conversión para construir un mundo, una humanidad nueva de la mano de Cristo.
“Como Iglesia condenamos todas estas situaciones de injusticia, de muerte, de maldad. Nuestra ciudad está lastimada. Si no son las muertes diarias de la violencia, es la pobreza y hoy la muerte de los hermanos migrantes. ¿Qué está pasando, qué nos pasa, en qué nos hemos convertido?”, cuestionó el obispo.
Clamor y denuncia
La realidad triste que interpela y cuestiona a todos, dijo el obispo, es un llamado a cambiar, a ver a la persona humana en su dignidad.
“Un migrante es persona, no es un número, no es estadística, es persona, hijo e hija de Dios y debemos tratarlo con dignidad, con respeto, con amor. Como dice el papa Francisco: acoger, promover, proteger e integrar a nuestros hermanos migrantes”.
Monseñor Torres indicó que la misa de esa tarde fue un clamor, una denuncia y un señalamiento que debe dejar como fruto una respuesta en acciones concretas y compromiso.
“Venimos con un dolor y una tristeza grande que compartimos. Basta de tanto dolor. Todos somos parte de esta situación, ¿qué debemos hacer?, ¿qué vamos a hacer?, ¿qué me pide el Señor a mi como obispo, que nos pide como Iglesia, como instituciones, como empresarios, como gobierno? ¡Vamos a trabajar juntos!”, finalizó, no sin antes encomendar el alma de los migrantes difuntos y la salud de los heridos a María Santísima de Guadalupe.
Aunque físicamente no estuvieron presentes los cuerpos de los migrantes fallecidos, el obispo y la comunidad reunida oraron por su Eterno descanso.
En frases…
Creo que tenemos que decir que esto es el resultado de la política de la frontera que no respeta la dignidad del ser humano del lado de EU, ni del lado de México. Que los EEUU siguen expulsado a todos sin preocuparse de qué está pasando con ellos y que México que sigue aceptando esa expulsión. México tiene que decir ¡basta!, ya no vamos a aceptar a nadie, y los EEUU se tiene que detener a manejar el flujo de refugiados que van buscando protección y poder tener pan en las mesas fe sus familias.
Es una tragedia que nunca debió haber pasado…¿Cómo es posible que más de 40 personas murieron en una instalación gubernamental?, se va a tener que investigar eso a fondo.
Rubén García/ Director de la Casa Anunciación
En esta tragedia, que no era necesaria y no era voluntad de Dios, incurre injusticia y corrupción. Todos somos responsables, lo que tiene casi nada de responsabilidad es el migrante, son puras víctimas. Lo más importante es ¿Por qué estaban detenidos? porque siendo Ciudad Juárez un lugar de migrantes por siglos, no pudiera acomodar de una manera con justicia y con dignidad, con seguridad, por qué era necesario exponer a tantos de ellos al crimen. Y las autoridades que estaban abusando con los detenidos…es muy injusto. Y nuestra misma iglesia tiene culpa, porque todas las iglesias no están cien por ciento disponibles para acoger a los migrantes y hay mucha culpabilidad en esto.Creo que cada parroquia en la diócesis de Juárez tiene una responsabilidad para integrarse con lo que pasó y lo que ha estado pasando.
Hoy Cristo está crucificado en los migrantes en Juárez, en la frontera, y pretender que este no es Cristo crucificado es una blasfemia. Y cuando lleguemos delante de Jesucristo Él va a preguntarnos: ‘yo estaba crucificado en Juárez en 2023 ¿dónde estaba usted, donde estaba su iglesia, donde estaba su comunidad, todos lo oficiales de esta ciudad, por qué paso esto?
Pbro. Guillermo Morton, SSC
Es necesario un programa de regularización de todas estas personas indocumentadas para que puedan trabajar, comenzando con las familias que tienen niños. Ahorita una de las formas más fáciles de regularizar a una persona, es si vienen con niños, por el derecho de los niños, por ley exige que a los papás se les otorgue una visa humanitaria. Comencemos para darles esta oportunidad y el sector empresarial, iglesias, comunidad estamos unidos para poder responder con nuestros propios recursos.
Es muy importante que entendamos que estamos hablando de una población que no está psicológicamente estable, han dejado su patria, su familia, su labor y han sido sujetos de muchas violaciones y abusos y les tenemos que dar una oportunidad…porque si no, los estamos obligando a cometer actos de ilegalidad y entrar en desesperación como pudo haber sucedido en el incendio, al darse cuenta que van a ser deportados y nomas pensar en todo el esfuerzo que les costó el llegar a estas tierras, eso desestabiliza psicológicamente a cualquiera, entonces debemos ser más humanos.
José Mario Sánchez Soledad/ Presidente de Coparmex