Pbro. Eduardo Hayen Cuarón/ Director de Presencia
La confusión sobre si la Iglesia puede bendecir a parejas homosexuales se generó cuando la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por el cardenal Víctor Manuel Fernández, publicó la respuesta a las dudas que presentaron al papa cinco cardenales. Una de esas dudas era sobre si la práctica generalizada de bendecir las uniones entre personas del mismo sexo concuerda con la Revelación y el Magisterio de la Iglesia.
En la interpretación de muchos medios de comunicación, la respuesta dada por el papa sugiere que, por primera vez, algunas personas en uniones del mismo sexo podrían ser bendecidas. El dilema se complica ya que, en febrero de 2021, el entonces prefecto de dicha Congregación, el cardenal Luis Francisco Ladaria, respondió a la misma duda: «¿La Iglesia dispone del poder para impartir la bendición a uniones de personas del mismo sexo?» La respuesta de la Congregación fue muy precisa: «negativamente». Fue una respuesta avalada por el papa.
Tenemos entonces dos respuestas del papa aparentemente contradictorias a la misma pregunta, dadas a través de la Doctrina de la Fe, con dos años de distancia. Pero como el Magisterio de la Iglesia no puede tener contradicción porque se anularía a sí mismo, muchos católicos están confundidos y piden una aclaración.
La primera respuesta de 2021 a la pregunta si la Iglesia tiene poder para bendecir parejas homosexuales, es muy clara y las notas explicativas de la negativa es precisa. Dice que en la Iglesia existen proyectos para acompañar a personas con atracción al mismo sexo a las que se les proponen caminos para crecer en la fe, y puedan tener la ayuda para realizar el plan de Dios en sus vidas.
Afirma también que la Iglesia rechaza toda discriminación injusta a estas personas, pero la dificultad y el reto está en saber acompañarles conjugando la caridad con la verdad. Aquí está el núcleo del problema que hoy divide a la Iglesia.
Monseñor José Ignacio Munilla, en una intervención en YouTube, señaló que muchas veces predicamos la verdad de manera hiriente, faltando a la caridad. Otras, se proclama una caridad complaciente, alejada de la verdad. El gran reto para todos es conjugar verdad con caridad. Ni una cosa va sin la otra. La manifestación principal de la caridad es transmitir la verdad, pero la verdad comunicada de manera hiriente, sin acompañar, no es caridad cristiana. A muchos nos ha faltado una cosa o la otra.
Munilla explicó también que la Iglesia debe de bendecir a todos sus hijos, pecadores, para que se dejen transformar por Dios. Todos necesitamos de la ayuda divina para alcanzar la salvación. Cita la frase magistral de san Agustín: «Dios nos acepta como somos, pero nunca nos deja como somos». Dios no bendice al pecado, sino al pecador, y lo pone en una ruta de conversión.
Jesús, a la mujer adúltera le dijo: «Tampoco yo te condeno; vete y no peques más». La bendijo a ella pero no a sus adulterios. No le dijo que trajera a sus amantes para bendecirla junto con ellos. La bendijo a ella sola y le dijo: «no peques más». Así el Señor nos acoge y nos llama a la santidad, pero no puede bendecir los caminos que van en la dirección equivocada porque son un mal para sus hijos.
Tengamos siempre clara la postura que la Iglesia, en el Catecismo, tiene sobre las personas y los actos homosexuales: la inclinación homosexual no es pecado en sí misma. Estas personas deben ser acogidas con compasión y delicadeza. En cambio los actos homosexuales son desordenados, contrarios a la ley natural, están cerrados al don de la vida, no expresan ninguna complementariedad afectiva y sexual y no pueden recibir aprobación en ningún caso. La Iglesia distingue muy bien entre el pecador y el pecado. Los católicos debemos tener clara esta postura de la Iglesia para proclamarla con valentía.
El cardenal Ladaria hace dos años señaló que no se pueden bendecir a las parejas homosexuales por tres motivos: primero, para recibir la bendición, una relación humana debe estar ordenada al plan de Dios. En este caso tampoco se pueden bendecir otras uniones heterosexuales como los divorciados vueltos a casar o quienes conviven en unión libre. Segundo, el plan de Dios no se realiza en una unión homosexual sino en el matrimonio hombre-mujer. Tercero, si algún sacerdote imparte una bendición a estas parejas, la bendición no es real sino simulada porque falta a la verdad. La misma exhortación Amoris Laetitia dice que no hay ni siquiera remota analogía entre estas uniones y el matrimonio.
¿Puede recibir una bendición una persona homosexual? Sí, pero siempre de manera individual, nunca en pareja. Esta fue la declaración del Vaticano en 2021. Una declaración muy evangélica y aprobada por el papa.
La nueva respuesta del cardenal Fernández de si la Iglesia puede bendecir parejas homosexuales apela, más bien, a la caridad pastoral, afirmando que no podemos ser jueces que sólo rechazan y excluyen a las personas. Su respuesta, si bien no tiene la nitidez de la respuesta de Ladaria, no contradice el Magisterio, pues afirma que «la prudencia pastoral debe discernir adecuadamente si hay formas de bendición, solicitadas por una o varias personas, que no transmitan una concepción equivocada del matrimonio». Es evidente que una pareja homosexual no está ordenada al matrimonio, como lo había señalado Ladaria, y por lo tanto no se puede bendecir.
Oremos por la Iglesia para que siga acompañando a todos sus hijos, ninguno excluido, en el camino de la salvación. Cada uno de ellos en la ruta propia de su madurez psico-sexual.