Ana María Ibarra
Un viacrucis, pero también una resurrección es lo que Sandra Reynoso ha visto en cada testimonio que llega a la Vigilia de 40 Días por la Vida, campaña realizada en Cuaresma para rezar y pedir por el fin del aborto.
Sandra ha sido testigo de vidas salvadas del aborto, lo que para ella es una bendición y un regalo de Jesús Resucitado.
Testigo de la fe
Hace cuatro años, Sandra Reynoso escuchó por primera vez de la agrupación 40 Días por la Vida en un grupo del colegio de su hijo y desde ese momento estuvo al tanto de sus actividades.
«Me enamoró el apostolado. Me integré porque pedían voluntarios, como era pandemia estaban se congregaban en el estacionamiento de la parroquia El Señor de la Misericordia y mandaban mensajes cuando no había quien cubriera alguna hora y como no había mucho que hacer, decidí acercarme para conocer más”, compartió Sandra.
Pero al acudir escuchó el llamado del Señor y hoy lleva cuatro años asistiendo a las vigilias.
«Me impacta mucho la fe de las personas que pasan por donde nos encontramos rezando y también me impacta la actitud de quienes no creen. No me puedo imaginar no creer en el Señor”, expresó.
Sandra compartió que, por ejemplo, cuando están en la Zona Centro, algunas personas se acercan y piden oración por sus necesidades.
“Ven que estamos rezando y nos piden oración. La fe de esas personas me impacta, porque, aunque no se queden con nosotros, se van con la fe y con confianza de que nos quedamos orando por ellos y que nuestra oración llegará al Señor”.
Un sí a la vida
Sin duda, las experiencias que más bendición dejan en la entrevistada son aquellas que tienen que ver con la misión de la vigilia: salvar vidas.
Sandra ha acompañado y orado por mujeres que tienen en su pensamiento la decisión de abortar, y han sido justo esas experiencias donde ha experimentado el amor de Jesús Resucitado ante una vida salvada.
“En una ocasión llegó una pareja de abuelos, nos vieron orar y estaban dudosos de acercarse, los observé y me acerqué a hablar con ellos. Me di cuenta de que el abuelo no creía en que la oración diera fruto, y la señora decía que sí. Me pidieron oración por su hija que estaba embarazada y no quería tener a su bebé”, recordó Sandra.
Añadió que los padres de la joven sufrían por la decisión de su hija ya que ellos querían que naciera el bebé y hacerse cargo de él, pero la hija se encontraba negativa.
Con el nombre de la muchacha en mano, Sandra acudió a su coordinadora Victoria, quien a su vez lo compartió en los grupos de oración de 40 días por la vida a nivel mundial.
“Pasaron dos vigilias más y regresaron los abuelos a decirme que su hija había decidido decir sí a la vida. No puedo estar más agradecida con Dios porque no todos pueden ver las bendiciones que alcanzamos a través de esta oración”, contó.
En situaciones como esa Sandra ha visto el rostro de Cristo, recordando su Pasión y cuando expresó: Padre ¿por qué me has abandonado?
“A veces así se sienten las personas, por ejemplo, esos abuelos. Cuando las muchachas deciden decir sí a la vida se experimenta esa esperanza y ese amor que Jesús tuvo al estar en la cruz y esa confianza que él tuvo de decirle al Padre que le entregaba su espíritu. Varias personas así vienen y en un momento entregan todo”, explicó.
Y agregó: “Ahí veo al Señor resucitado, mostrándonos su amor. Quizá no merezco ese amor, sin embargo, siento que soy instrumento de Dios para ayudar y buscar ayuda para las personas que lo necesitan. Estar aquí y vivir estas experiencias es una bendición”.