Ana María Ibarra
Aunque desde hace más de 15 años ha sido servidora en la capilla San Juan Bautista, de la parroquia Dios Padre, fue hace cuatro años cuando Patricia Pérez experimentó la efusión del Espíritu Santo en un retiro de evangelización organizado por Laicos en Misión Permanente, en su comunidad. A partir de entonces y aunque no ha sido fácil, Patricia se ha abandonado a Él permitiéndole hacer su obra en ella con frutos concretos en su vida.
Dejar al Espíritu obrar
En ese retiro de hace cuatro años, Patricia regresó al primer amor e inició su crecimiento espiritual.
“Mucho tiempo fui servidora pero solo hacía lo que tenía que hacer, no había un crecimiento espiritual en mí porque no permitía que el Señor obrara en mí por falta de conocimiento en muchas cosas, pero también por falta de oración”, compartió Patricia.
Recordó que cuando su párroco, el padre Jorge Iglesias, convocó a los servidores a vivir ese retiro, muchos fueron solo para “ver qué pasaba”, sin embargo, en el caso de Patricia, en el momento de la efusión del Espíritu Santo experimentó una revolución en sus sentimientos.
“Es difícil de explicar porque son todos los sentimientos juntos a la vez. Fue una alegría, un gozo que no sabes por qué, pero también un llanto que tampoco sabes por qué”, recordó la entrevistada.
Después del momento en que el Señor confirmó a Patricia su presencia en ella, y con la preparación a través de las catequesis, inició su cambio personal.
“El Espíritu Santo me hizo verme como realmente soy. He sido muy dura con los demás pidiendo o exigiendo. No pensaba si con lo que les decía los lastimaba. El primer fruto fue que el Señor empezó a cambiar y a transformar mi corazón de piedra en uno de carne”, compartió la mujer.
“Sé que a muchos lastimé y herí. Antes no me preocupaba porque siempre dije ‘así soy yo’”.
Pero hoy Patricia procura pensar en los sentimientos de los demás.
Este cambio es obra del Espíritu Santo, no es mía, y es lo que siempre le pedí al Señor, pero no sabía orar y sólo le decía que me pusiera un tapón en la boca si lo que iba a decir no era constructivo”, compartió.
Conversión diaria
En cuatro años de proceso, Paty, como es conocida en la comunidad, reconoció que el Espíritu Santo obra en ella todos los días.
“Sabemos que todos los días caemos y fallamos porque es nuestra condición humana, a eso estamos inclinados, al pecado, pero Él obra en nosotros y nos sigue transformando”, afirmó.
Paty compartió que en un retiro, ya como servidora, Cecy Medrano (de LAMP) le dijo que existe un aliado poderoso, un arma en todo católico para crecer, para ser mejores y dar frutos pero no es invocado.
“Ese aliado es el Espíritu Santo. Como cristianos católicos lo tenemos olvidado, no acudimos a Él. Desde que nos levantamos debemos agradecer un día más de vida y pedirle que guie nuestros pasos. En especial siempre le pido que guie y cuide mis palabras, que él sea el guardián de mi boca”, agregó.
Consciente de con lo que más batalla es con su carácter es, Paty compartió sus dificultades en el servicio, para ser obediente.
“Es difícil con un genio tan duro saber obedecer y el Espíritu Santo eso ha hecho. Hoy mi servicio lo hago por amor, por amor a Dios y siendo obediente, eso es lo principal”, señaló.
Donación total
Paty tiene muy claro que vivir un encuentro personal con Dios no es sólo una moda o sentir bonito, sino entregar la vida completa. Un estilo de vida que se aprende gracias al Espíritu Santo.
“Él nos guía y nos ilumina. Hay momentos en que nuestra condición humana nos gana, nos abruma, pero es volver a la oración, confiar plenamente en Él, que al ponernos en sus manos Él obra, y claro que cumple sus promesas”, confirmó.
Un corazón dispuesto
Paty recordó que para dejar obrar al Espíritu Santo se debe tener un corazón dispuesto. E invitó a no tener miedo de decir sí al Señor, ni a dejarse guiar por el Espíritu Santo.
“Siempre tenemos miedo en cualquier encomienda que se nos da. Se vale tener miedo, pero hay que ponerlo en las manos del Señor y pedir la sabiduría del Espíritu Santo para saber qué hacer y cómo hacerlo”, finalizó.