Pbro. Roberto Luna/ Coordinador de la Dimensión de Fe y compromiso social
La Dimensión de fe y compromiso social comenzará una serie de artículos que buscan colaborar en el discernimiento de la participación del proceso electoral que se avecina. El objetivo de estos artículos es ponernos a reflexionar en lo que más conviene a nuestra ciudad y nuestro Estado, es descubrir que es lo que Dios desea de cada uno de nosotros y nuestra responsabilidad como creyentes y hombres y mujeres de fe.
Al pertenecer esta dimensión a la Pastoral social, manifiesta que la profundización en los misterios del evangelio, lleva a una relación profunda de mi vida y de mi fe, que plasma en el ambiente dónde vivo, la revelación evangélica al contexto concreto dónde me encuentre. No es admisible por lo tanto desentenderme de las realidades terrenas, tanto más profundizo en el evangelio.
Jesucristo mismo no vivió ajeno a su realidad social. Por ende, sus seguidores, tenemos que vivir en medio de ella y no ser ajenos a ésta.
Así pues, la fe suscita un compromiso social concreto, buscando insertar los valores evangélicos de paz, participación y entrega en la realidad que vivo. Si permanezco ajeno a esta realidad y muy cerca de Jesucristo, estoy viviendo una fe a mi manera, más no como la desea nuestro Señor.
La libertad con la que se expresó Jesús, es la misma libertad con la cual se plasman las presentes líneas, para dejar claro que el camino de nuestra comunidad, personas muy concretas nos iluminan, además, es considerar también un mandato que vive grandes esfuerzos para testimoniar esta alianza irrenunciable de la vida y la fe.
Cabe considerar también, que la guía del Espíritu Santo enarbola en nuestra sociedad, ya que no somos ajenos a nuestra mirada esperanzadora, que quiere dejar claro que el caminar hacia la Patria Eterna, exige de nosotros los creyentes pruebas fehacientes de que el Reino de Dios es algo que esperamos, pero es una realidad también en nuestra historia.
Somos agentes del Reino de los cielos, y no podemos permanecer indiferentes a ello. Un día, Dios Nuestro Señor nos pedirá cuentas en el ejercicio de este don. Esperemos su misericordia y paciencia para involucrarnos.
Reflexión y diálogo
Así, en el contexto y la importancia de las próximas elecciones la dimensión de fe y compromiso social ofrecerá estas reflexiones con la finalidad de que dialoguemos como Iglesia y como diócesis sobre el papel tan importante que tiene en la vocación de todos los laicos, su participación y compromiso con la dimensión social y comunitaria de la vida.
Es en el compromiso social donde se ve la calidad de nuestra fe y la forma como estamos escuchando la la Palabra de Dios.
El Papa Francisco para celebrar el Año de la Palabra de Dios nos recordó la parábola del rico y el pobre Lázaro. El rico representa el individualismo y la apatía.
«Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen» (Lc 16,29). Escuchar la Sagrada Escritura para practicar la misericordia: este es un gran desafío para nuestras vidas. La Palabra de Dios es capaz de abrir nuestros ojos para permitirnos salir del individualismo que conduce a la asfixia y la esterilidad, a la vez que nos manifiesta el camino del compartir y de la solidaridad.
Quiénes son los fieles laicos
Los Padres sinodales han señalado con justa razón la necesidad de individuar y de proponer una descripción positiva de la vocación y de la misión de los fieles laicos, profundizando en el estudio de la doctrina del Concilio Vaticano II, a la luz de los recientes documentos del Magisterio y de la experiencia de la vida misma de la Iglesia guiada por el Espíritu Santo[13].
Al dar una respuesta al interrogante «quiénes son los fieles laicos», el Concilio, superando interpretaciones precedentes y prevalentemente negativas, se abrió a una visión decididamente positiva, y ha manifestado su intención fundamental al afirmar la plena pertenencia de los fieles laicos a la Iglesia y a su misterio, y el carácter peculiar de su vocación, que tiene en modo especial la finalidad de «buscar el Reino de Dios tratando las realidades temporales y ordenándolas según Dios»[14].
«Con el nombre de laicos —así los describe la Constitución Lumen gentium— se designan aquí todos los fieles cristianos a excepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso sancionado por la Iglesia; es decir, los fieles que, en cuanto incorporados a Cristo por el Bautismo, integrados al Pueblo de Dios y hechos partícipes a su modo del oficio sacerdotal, profético y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos les corresponde»[15].