Las palabras que el Papa Francisco dirija a la víctimas de la violencia en Ciudad Juárez, serán únicas en la historia de su pontificado…
Comisión Diocesana de catequesis para la visita del Papa Francisco a Ciudad Juárez
En las otras catequesis para la visita papal ha quedado bastante claro cuál es el mensaje que el Papa Francisco quiere dar ya sea a los presos, a los inmigrantes y al mundo del trabajo. Esto es debido a que en su pontificado, aunque todavía breve, han habido ya varios encuentros con estas realidades humanas. Sin embargo, el encuentro con las víctimas de la violencia tiene la característica de ser más especial.
La violencia que se ha vivido en México en los últimos años como consecuencia de la guerra al narcotráfico, tiene rasgos peculiares. Aquí en Ciudad Juárez la sufrimos con tintes acentuados: más de 10 mil muertes violentas en un período de unos 3 años, por no mencionar los secuestros, extorsiones, robos y un largo etcétera. Si a esto agregamos las terribles muertes y desapariciones de muchas mujeres, sobre todo a lo largo de la década de los 1990s, entonces caemos en la cuenta que las palabras que el Papa Francisco dirija a las víctimas de la violencia serán únicas en la historia de su pontificado.
Por ello, para esta catequesis, hemos tomado algunas declaraciones del Papa argentino que pensamos puedan ayudar a todas las personas que, en nuestra diócesis, hemos sufrido los estragos violentos de los últimos tiempos.
La revolución de la ternura
La expresión “Revolución de la Ternura” se está convirtiendo en la marca del Año de la Misericordia. Ante tanto sufrimiento en el mundo, la única respuesta cristiana y coherente es, en primer lugar, voltear la mirada a Dios y descubrir, a pesar del dolor y la injusticia, la ternura divina.
“En 1994, durante el Sínodo, en una reunión del grupo, dije que había que establecer la revolución de la ternura… Y hoy sigo diciendo que la revolución es la de la ternura, porque de ella se deriva la justicia y todo lo demás… Si te pones en el lugar de la otra persona, en lugar de pensar en tus propios bolsillos… las cosas cambian. La revolución de la ternura es lo que tenemos que cultivar como fruto de este año de la misericordia: la ternura de Dios para cada uno de nosotros. Cada uno de nosotros tiene que decir: “Yo soy un desventurado, pero Dios me ama; entonces también tengo que amar a los demás de la misma manera” (Entrevista al Papa Francisco por la revista italiana Credere, el 2 de diciembre del 2015)
Y esa ternura divina está íntimamente relacionada con Jesús de Nazaret, que vino a revelarnos la infinita misericordia de Dios, que tiene que convertirse en una realidad concreta para los cristianos:
“Jesús de Nazaret, con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios”(Misericordiae Vultus MV) n.1).
“Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz”( MV2).
“La misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo” (MV6).
Cristo y la Iglesia ante el sufrimiento
Cristo y Su Iglesia tienen que jugar un papel primordial ante el inmenso sufrimiento de la humanidad contemporánea.
El Papa Francisco no quiere que apartemos la mirada ante tantas situaciones inhumanas que se viven hoy en día. Hay que reconocer esas realidades y no caer en la tentación de ser indiferentes. Dios nos llama como Iglesia precisamente allí, en medio de tanto dolor e injusticia, a dar testimonio cristiano. Y desde la fe, sepamos descubrir en los sufrientes al mismo Jesús crucificado.
“Este rostro desfigurado se asemeja a tantos rostros de hombres y mujeres heridos por una vida que no respeta su dignidad, por guerras y violencias que afligen a los más vulnerables… Sin embargo, el rostro de la Sábana Santa transmite una gran paz: este cuerpo torturado expresa una majestad soberana. Es como si dejara transparentar una energía condensada pero potente; es como si nos dijera: ten confianza, no pierdas la esperanza; la fuerza del amor de Dios, la fuerza del Resucitado, todo lo vence. Por eso, contemplando al hombre de la Sábana Santa, hago mía la oración que San Francisco de Asís pronunció ante el Crucifijo:
Sumo, glorioso Dios, Ilumina las tinieblas de mi corazón Y dame fe recta, Esperanza cierta Y caridad perfecta, Sentido y conocimiento, Señor, Para que cumpla Tu santo y verdadero mandamiento. Amén” (Video mensaje con ocasión de la ostensión de la Sabana Santa en Turín, Italia).
“Me vino a la mente la imagen de la Iglesia como un hospital de campaña después de la batalla: ¡cuánta gente herida y destruida!… Creo que este es el tiempo de la misericordia” (Entrevista a la revista italiana Credere 2015)
“En las guerras y conflictos hay seres humanos singulares, hermanos y hermanas nuestros, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, niños y niñas, que lloran, sufren y mueren. Seres humanos que se convierten en material de descarte cuando la actividad consiste solo en enumerar problemas, estrategias y discusiones” ( Discurso ante la 70 Asamblea general de la ONU, NY 2015).
Tercera Guerra Mundial …en fases
Es tan grave la situación de violencia en el mundo, que el Papa Francisco trata de explicarla con esa frase: una “tercera guerra mundial en fases”, o en “pequeños bocados” ha dicho otras veces, o expresiones parecidas. Es decir, los daños ocasionados por el terrorismo, por el narcotráfico, por las grandes mafias, por la violencia económica y la corrupción, por la delincuencia común, por los conflictos armados, etc., bien pueden ser comparados por los ocasionados en las dos primeras guerras mundiales: el número de muertos y heridos, el temor producido, los miles de refugiados, la pobreza y carestía material, el sin sentido y la falta de esperanza, la indiferencia y los corazones de piedra.
“En esta misma línea quisiera hacer mención a otro tipo de conflictividad no siempre tan explicitada pero que silenciosamente viene cobrando la muerte de millones de personas. Otra clase de guerra que viven muchas de nuestras sociedades con el fenómeno del narcotráfico. Una guerra “asumida” y pobremente combatida. El narcotráfico por su propia dinámica va acompañado de la trata de personas, del lavado de activos, del tráfico de armas, de la explotación infantil y de otras formas de corrupción. Corrupción que ha penetrado los distintos niveles de la vida social, política, militar, artística y religiosa, generando, en muchos casos, una estructura paralela que pone en riesgo la credibilidad de nuestras instituciones” (Ibid).
“Las guerras y los atentados terroristas, con sus trágicas consecuencias, los secuestros de personas, las persecuciones por motivos étnicos o religiosos, las prevaricaciones, han marcado de hecho el año pasado, de principio a fin, multiplicándose dolorosamente en muchas regiones del mundo, hasta asumir las formas de la que podría llamar una tercera guerra mundial en fases” (Mensaje para la XLIX Jornada Mundial de la Paz 2016).
En el sufrimiento, abrazar la cruz
Vivimos en un mundo que muchas veces es injusto y hasta cruel, y tenemos la obligación de cambiarlo, como cristianos. Pero esos mismos cristianos deben saber lidiar con los problemas y persecuciones, sin perder la paz, que es un don divino. Es decir, a pesar de lo que hayamos sufrido (injusticias, muertes violentas de seres queridos, amenazas), no podemos quedarnos de brazos cruzados, saboreando la amargura y la tristeza, sino que Cristo mismo nos lanza a dar testimonio de Él en medio de la prueba. El mismo Papa Francisco lo expresa con estas bonitas palabras:
En una entrevista le preguntaron al Papa Francisco cómo interpretaba las palabras de Jesús: “los odiarán por causa mía”. El Papa contestó, entre otras cosas: “Lo único que pido es que la paz en mi corazón sea preservada y que yo sea preservado en Su gracia (la de Cristo). Una cosa me consuela: que San Pedro cometió un pecado muy serio, que fue negar a Jesús. Después de esto lo hizo Papa. Si con este pecado lo hicieron Papa, con todos los que yo tengo, me consuelo a mí mismo: Ok, el Señor me cuidará como cuidó a Pedro. Pero Pedro fue crucificado, así que yo no sé cómo terminaré. Lo que Él decida. Mientras me de la paz, Él puede hacer lo que quiera”. (Entrevista del Papa Francisco a la periodista Aura Miguel, de Radio Renacesca, en Portugal)
Y, si hemos observado con cuidado el escudo del Papa Francisco, habremos descubierto su lema: Miserando Atque Eligendo. Él lo explica a continuación, dejando en claro que, como el apóstol Mateo, él se sabe pecador y, al mismo tiempo, amado con misericordia:
“También la vocación de Mateo se coloca en el horizonte de la misericordia. Pasando delante del banco de los impuestos, los ojos de Jesús se posan sobre los de Mateo. Era una mirada cargada de misericordia que perdonaba los pecados de aquel hombre y, venciendo la resistencia de los otros discípulos, lo escoge a él, el pecador y publicano, para que sea uno de los Doce. San Beda el Venerable, comentando esta escena del Evangelio, escribió que Jesús miró a Mateo con amor misericordioso y lo eligió: miserando atque eligendo. Siempre me ha cautivado esta expresión, tanto que quise hacerla mi propio lema” (MV8)
RECUADRO
Si Dios es misericordioso
tenemos que ser misericordiosos
En el Año Santo de la Misericordia se han abierto muchas puertas santas en el mundo. Su significado, al pasar esas puertas, es reconocer haber entrado en la misericordia de Dios pero, al mismo tiempo, esto se convierte en un compromiso: no se puede entrar en la misericordia divina, y su ternura y su alegría y consuelo, si uno mismo no se convierte en misericordioso con los demás. Este es un mensaje que constantemente señala el Papa Francisco:
“Acojamos entonces la exhortación del Apóstol: “No permitan que la noche los sorprenda enojados” (Ef 4, 26) (MV9).
“El evangelista refiere la enseñanza de Jesús: “Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso” (Lc , 36). Es un programa de vida tan comprometedor como rico de alegría y de paz. El imperativo de Jesús se dirige a cuantos escuchan su voz (cf. Lc 6, 27). Para ser capaces de misericordia, entonces, debemos en primer lugar colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios. Esto significa recuperar el valor del silencio para meditar la Palabra que se nos dirige”. (MV13)
“El Señor Jesús indica las etapas de la peregrinación mediante la cual es posible alcanzar esta meta: “No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados”(MV14).
“Caín dice que no sabe lo que le ha sucedido a su hermano, dice que no es su guardián. No se siente responsable de su vida, de su suerte. No se siente implicado. Es indiferente ante su hermano, a pesar de que ambos estén unidos por el mismo origen. ¡Qué tristeza! ¡Qué drama fraterno, familiar, humano! Esta es la primera manifestación de la indiferencia entre hermanos. En cambio, Dios no es indiferente: la sangre de Abel tiene gran valor ante sus ojos y pide a Caín que rinda cuentas de ella… ( )… Es importante destacar los verbos que describen la intervención de Dios: Él ve, oye, conoce, baja, libera. Dios no es indiferente. Está atento y actúa” (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2016).
Periferias existenciales
Las “periferias existenciales” es otra de las expresiones que ha popularizado el Papa Francisco. Y se refiere no tanto a las periferias de una ciudad, sino a los que viven apartados de los demás seres humanos, a niveles más profundos: los que viven en su egoísmo, en su indiferencia al dolor ajeno, los que no le encuentran sentido a la vida, los que han olvidado la sonrisa, los que creen que no son amados por Dios o ni siquiera creen en su existencia. En esas “periferias existenciales” viven los seres humanos más necesitados en la actualidad, y hacia ellos tiene que dirigirse la ayuda del cristiano:
“En este Año Santo, podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea… ( )… No caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye” (MV 15).
Practicar las obras de misericordia
Antes, por lo menos, era común la enseñanza en los catecismos de cuáles eran las obras de misericordia. Hoy ni siquiera eso. Por ello, el Papa Francisco nos invita a retormarlas y a ponerlas en práctica, como un programa de vida, el más importante de todos:
“Redescubramos las obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir a los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos” (Ibid).
“La invitación de Jesús a los discípulos: Pasemos a la otra orilla, fue el lema de esa etapa (el viaje del Papa a África). Pasar a la otra orilla, en sentido cívico, significa dejar atrás la guerra, la división, la pobreza, y elegir la paz, la reconciliación y el desarrollo. Pero esto presupone un “pasaje” que se lleva a cabo en las conciencias, en las actitudes e intenciones de las personas”. (Audiencia general del 2 de diciembre 2015)
“No olvidemos las palabras de san Juan de la Cruz: En el ocaso de nuestras vidas seremos juzgados en el amor”(Ibid)
RECUADRO
La conversión de los delincuentes
El verdadero discípulo de Cristo odia el pecado, pero ama al pecador. Por ello el Papa, de manera especial, pide la conversión de los delincuentes. Si alguien necesita volverse a Cristo, si alguien es víctima de la violencia, es el mismo violento, pues lo que corre peligro es su salvación. Así lo deja ver el Papa en estas entrañables palabras:
“Mi invitación a la conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida. Pienso en modo particular a los hombres y mujeres que pertenecen a algún grupo criminal, cualquiera que éste sea. Por vuestro bien, os pido cambiar de vida. Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador. No caigáis en la terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que ante él todo el resto se vuelve carente de valor y dignidad. Es solo una ilusión… ( )… La violencia usada para amasar fortunas que escurren sangre no convierte a nadie en poderoso ni inmortal. Para todos, tarde o temprano, llega el juicio de Dios al cual ninguno puede escapar”. (MV 19)
La ternura de María
En este mundo tan duro basta volver la mirada hacia ciertas realidades y descubriremos que, al mismo tiempo, es un mundo lleno de hermosura y bondad. Y para descubrir la verdad de la ternura de Dios, el Papa Francisco recomienda que no nos olvidemos de la devoción a Nuestra Madre, la Virgen María, y al Niño Jesús en el pesebre:
“El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios” (MV 24).
“El Nacimiento nos dice también que el Señor nunca se impone con la fuerza. Para salvarnos no cambió la historia haciendo un milagro grandioso. En cambio, vino con simplicidad, humildad, mansedumbre. A Dios no le gustan las imponentes revoluciones de los poderosos de la historia y no utiliza la varita mágica para cambiar las situaciones… ( )… Os invito a deteneros ante el Nacimiento porque allí nos habla la ternura de Dios. Allí se contempla la misericordia divina, que se hizo carne humana y puede enternecer nuestras miradas. Pero sobre todo quiere mover nuestros corazones” (Discurso a los ayuntamientos bávaros que donaron el Arbol de Navidad para la Plaza de San Pedro, diciembre 2015).
Preguntas para la reflexión
¿Es posible conservar la alegría y la esperanza después de haber sido víctimas de la violencia?
¿Cuáles considero que son los problemas más grandes en Ciudad Juárez con respecto a la violencia?
¿Rezo frecuentemente por las personas que me han hecho daño?
¿Es posible vivir lo que dijo Jesucristo sobre amar a nuestros enemigos?
Si una persona me trata con violencia,, ¿cómo reacciono generalmente? ¿Es posible perdonar cualquier acto violento?
¿Cómo podemos ayudar a implementar en nuestra diócesis y en nuestras parroquias la Revolución de la Ternura que nos pide el Papa Francisco?