Ana María Ibarra
En la actualidad se ha confundido el papel del líder político con el del ser simplemente un funcionario público; pero el liderazgo no se debe reducir a ello. Y los católicos pueden hacer mucho bien por los líderes, si oran por ellos, entre otras cosas.
Así lo afirmó el padre Arturo Ríos, CCR, a propósito de la intención de oración que este mes de agosto presentó el Santo Padre Francisco, quien ha pedido orar “por los líderes políticos, para que estén al servicio de su pueblo”.
El sacerdote de la Sociedad Apostólica Cruzados de Cristo Rey, cuyo apostolado es promover la conciencia social de los fieles cristianos en todos los niveles y ambientes, “para que Cristo reine en los corazones, en las familias y en la sociedad”, reflexionó con Presencia sobre las características de un buen líder político, y cómo puede llegar a cumplir la misión por la que el papa pide hoy hacer oración.
Tarea fina
El sacerdote explicó que un líder es una persona con ciertas cualidades y características capaz de dirigir y orientar, de tomar la iniciativa y poder conjuntar un grupo de personas con un mismo fin.
Mientras que la política es la ciencia del “bien hacer” para alcanzar el bien común.
“El político se dirige al bien común no solo de la sociedad, sino al bien común de la humanidad”, dijo parafraseando a santo Tomás de Aquino.
“Un líder político debe ser un buen dirigente, capaz de conocer todos los ámbitos de la sociedad, las necesidades del individuo, de las familias y los grupos sociales, de tal manera que su tarea sea organizar y buscar las condiciones necesarias para vivir dignamente”, expuso.
Y explicó que la vida digna del ser humano se entiende como el tener las condiciones necesarias para su pleno desarrollo: vivir con techo, comida, sustento, trabajo, salario, educación, salud, justicia social.
“Esto nos permite entender que la tarea del líder político es muy delicada, muy fina, que implica principios de justicia y capacidad de ponerse en el lugar de cada individuo”, expuso.
Mala fama de ser político
Aunque “la política es una de las formas más altas de la caridad” ya que debe ser una manera de servir al bien común, hoy en día se muestran muchos ejemplos de líderes políticos que no necesariamente trabajan por la comunidad.
“Últimamente dentro del desarrollo y liderazgos políticos en el mundo, se ha fijado más la vista a aquellos políticos que no han sido consecuentes con la búsqueda del bien común. Muchas de las acciones de los políticos en el mundo se han basado en ocupar estructuras de poder y alcanzar cierto liderazgo…así se van desviando», señaló.
Consideró que esto ocasiona que se generen ‘pequeñas camarillas’ que desvían la misión del líder político y llevan a ideologías dañinas y hasta a dictaduras.
«Muchos de los gobiernos populistas en América Latina han presentado figuras muy populares como líderes políticos, pero que no corresponden a la tarea de buscar el bien común”, expuso.
Dijo que estos personajes han tomado programas sociales de aparente atención a los pobres, pero sin ver las necesidades generales para el desarrollo de la sociedad.
“Así se crean situaciones de corrupción”, lamentó.
Además de líderes políticos corruptos, en la modernidad también se observa otro tipo de líderes: los ineptos, pues se ha hecho moda que personajes de la farándula o los deportes se quieran dedicar a la política, “sin entender que esta tarea es un arte muy fino que requiere de la formación académica necesaria”, dijo el padre Arturo.
«Se requiere también tacto y calidad humana, entender a la sociedad. Pero al no contar con ello se desvirtúa la visión del político… y hasta su fama”, opinó consciente de la necesidad de recuperar “la buena fama” del líder político.
Qué hacer por ellos
Al encomiar la intención de oración del Papa Francisco para este mes de agosto, el padre Arturo dijo que los católicos pueden hacer mucho bien por los líderes políticos si oran por ellos.
“Debemos pedir al Señor que nos conceda vocaciones para el liderazgo político, vocaciones que respondan al llamado de procurar y trabajar por el bien común”, dijo.
Explicó que, por otra parte, los cristianos católicos deben también prepararse para conocer la Doctrina Social de la Iglesia, que da elementos importantes para poder enfrentar la realidad atemporal.
“Estos compendios nos dan orientaciones importantes para que sepamos detectar los liderazgos políticos y podamos promover en nuestros grupos y movimientos católicos esa vocación para la participación política, no solo como partido político, sino en muchos ámbitos, incluso en el religioso».
En el caso de los que participan directamente en partidos políticos, dijo, el católico debe orar para que estos trabajen por la democracia.
«Es necesario que se prepare la sociedad para la participación ciudadana, no solo en el voto, sino también para saber elegir a sus dirigentes. Saber elegir y estar atentos a su trabajo, es también una forma de ayudarlos», puntualizó.
Que el pueblo exija
Para el sacerdote, es factible y real el deseo del Papa Francisco en el sentido de que los líderes políticos sean firmes procuradores del bien común.
“Hay ejemplos claros en el mundo, en los que los líderes dan prioridad a los más pobres. Y esto es posible cuando la ciudadanía es madura y participa con interés en la sociedad y su integración a la política”, dijo.
Pero para que estos líderes existan “se necesita que el propio pueblo les exija”, que busque la aplicación del Estado de Derecho, sobre todo en torno al tema de la seguridad y la justicia.
“Una sociedad que es justa y pacífica tiene las condiciones necesarias para que los ciudadanos vivan dignamente”, aclaró.
Características de un buen líder político
Para concluir, el sacerdote dijo que los filósofos de la antigüedad enseñan que “los mejores gobernantes son los que conocen más de los asuntos públicos, que comparten el compromiso con la verdad, la honestidad, la ética y el bien común”. Y en este sentido, enumeró algunas características de un buen líder político:
- Honestidad: Ningún gobernante puede ser tomado en serio si no es considerado una persona honesta. La honestidad es el fundamento humano donde reside la confianza. Ninguna sociedad se siente segura al ser liderada por una persona que engaña y que no demuestra ser justa. Esta virtud se relaciona con la verdad.
- Conocimiento multidisciplinario de la política. Debe conocer la materia con la que trabaja, tener experiencia en la administración y función pública, así como experiencia en la gobernanza de una sociedad. Conocer la historia de la sociedad que pretende liderar, así como los factores que influyen en la compleja tarea de dirigir una ciudad, un estado o una nación.
- Alta capacidad de análisis. La complejidad del fenómeno social, los retos y desafíos del gobierno de un país, de una sociedad, necesitan que el líder político sea analítico, es decir, capaz de fragmentar un sistema complejo en soluciones simples y sencillas para que se alcance el bien común tan anhelado.
- Amplio criterio para delegar y trabajar con grupos. El líder político no trabaja solo, debe teber equipos de trabajo con los que debe permanecer en constante comunicación y claridad para alcanzar las metas deseadas. Debe saber confiar en sus colaboradores, repartir tareas y para ello debe conocer las aptitudes y debilidades de sus colaboradores.
- Dirigir con autoridad no con autoritarismo. El líder político actúa conforme al diálogo argumentativo y no impone; su autoridad en este ámbito es más moral que ejecutiva, porque realmente convence a sus seguidores como a sus adversarios. La autoridad no es algo que se obtiene por la fuerza, sino que se gana. Para eso es necesario que sepa escuchar y atender las necesidades de la sociedad y en especial de los más pobres y necesitados para velar por su bienestar con convicción.
- Debe ser justo, buscar y anhelar la justicia. Dar a cada uno lo que le corresponde. Hay una gran ausencia en nuestra sociedad y en nuestros gobiernos de esta característica. La justicia implica, no solo el ejercicio de la jurisprudencia, sino que se aplique la justicia en cada individuo.
- Prudencia política. Es una virtud que implica ejercicio intelectual y moral. En lo intelectual es darse cuenta que no tan solo es la decisión de las cosas temporales tan cambiantes y poderlas dirigir con claridad, buscando que impere la verdad. En lo moral, buscar el bien y hacerlo de manera clara.