Ana María Ibarra
La Diócesis de Ciudad Juárez llevó a cabo una misa en la Casa del Migrante el pasado 01 de junio, fiesta de San Juan Bautista Scalabrini, santo patrono de los migrantes.
La misa unió en oración a toda la República Mexicana pues fue transmitida por medios digitales. Y fue presidida por monseñor J. Guadalupe Torres Campos, obispo diocesano y responsable de la Dimensión Episcopal para la Movilidad Humana, acompañado del padre Francisco Bueno, director de la Casa del Migrante, y el padre Guillermo Morton.
No ser indiferentes
El obispo saludó a los asistentes, de manera especial a los migrantes presentes a quienes vía remota se unieron para pedir a Dios por los migrantes.
En la Liturgia de la Palabra las voces que se escucharon fueron las de migrantes que se albergan en dicha casa.
En su homilía, el obispo se refirió a san Juan Bautista Scalabrini, patrono de los migrantes, como un gran ejemplo que dedicó su vida como persona, como cristiano y como obispo en el cuidado de los migrantes.
“Le pedimos a Dios por intercesión del santo Scalabrini, a los migrantes los cuide y los proteja, y a los que colaboramos en algún servicio pastoral con los migrantes nos de alegría, fortaleza y todo lo necesario para acompañarlos”, dijo el obispo.
A la luz del evangelio, el obispo resaltó de la parábola del Buen Samaritano que el prójimo es el forastero, el que va de camino, el enfermo, el que va lastimado en su persona por el poder del mundo.
“Esta parábola nos da la enseña que al ver a alguien caído nos detengamos, nos acerquemos y auxiliarlo. Dice el papa que ser indiferentes es un pecado grave”, expresó el obispo.
En ese sentido, el obispo invitó a ver al migrante como persona, con dignidad que necesita ser acompañado, curado, apoyado, orientado y auxiliado de muchas maneras.
“San Juan Scalabrini lo hizo. Y hay tanta gente de buena voluntad que entrega su vida por los migrantes. Muchos laicos, muchos bienhechores, agentes de pastoral que se entregan por los migrantes en todo el mundo, en México y aquí en Ciudad Juárez”, resaltó.
Recordó visita
El obispo compartió su experiencia en el encuentro con el papa Francisco en la Visita Ad Limina, donde expuso la situación de los migrantes en esta frontera y en todo su proceso.
Añadió que todo cristiano está llamado a ser buenos samaritanos y vivir los cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar a los hermanos migrantes.
Antes de la bendición, el obispo leyó un comunicado de la dimensión diocesana de la Pastoral de movilidad humana, encabezada por el padre Francisco Bueno, sobre la vigencia del Título 8, y con un recuento sobre la situación migratoria en Ciudad Juearez desde 2018.
El comunicado llama a la sociedad a la justicia, solidaridad y al cuidado de los más vulnerables, en este caso los migrantes. Invita a los miembros de la Iglesia a seguir siendo solidarios; solicita a los tres niveles de gobierno acciones contundentes a favor de los migrantes y hace un llamado a todas las instituciones de la sociedad civil, religiosa a sumar esfuerzos para seguirlos atendiendo.
Después de la celebración, el obispo paso un momento de convivencia con los migrates.