Ana María Ibarra
En respuesta a la necesidad de los fieles de encontrarse con Jesús sacramentado en la Eucaristía y poder alimentarse de él de manera corporal, no solo espiritualmente a través de las redes sociales, algunos sacerdotes optaron por realizar “auto misas”.
Tal fue el caso de los párrocos Istibal Valenzuela, de la comunidad San Isidro Labrador, en El Valle de Juárez, y Hugo Muñoz, de Santa Inés.
En entrevista vía telefónica, lo sacerdotes compartieron su experiencia y la alegría que sus fieles mostraron al hacerse presentes en el sacramento de la Eucaristía.
San Isidro Labrador
Para el padre Istibal fue una experiencia bellísima poder celebrar la misa en el atrio de su templo parroquial.
“El atrio es un lugar de encuentro de la comunidad con Cristo. Pusimos el altar, el ambón, la sede, qué representa a Cristo, sacerdote, profeta y rey, para que todos reconociéramos que, como hijos de Dios, tenemos una misión que vivir unidos a Cristo”, compartió.
Dijo que la Eucaristía que la comunidad diocesana ha vivido en esta pandemia a través de los medios digitales, radio y televisión ha sido una buena experiencia, pero en el sentir de la comunidad no es igual.
“Querían ver a Jesús, querían ver el altar, ver la Eucaristía y vivir el sacrificio de llevar sus ofrendas al altar, cosa que no se puede hacer a través de las pantallas”, señaló.
Motivado
Explicó que fue gracias al apoyo del padre Gabriel Grajeda, de la Diócesis de Nuevo Casas Grandes, que se animaron a tomar este formato, pues él tiene meses celebrando la auto misa con un transmisor y fue quien le indicó las cuestiones técnicas y beneficios pastorales de celebrar una misa así.
También recordó la motivación que recibió de las palabras de una servidora de su parroquia.
“Me dijo: si mis hijos me piden de comer no los pongo a ver un canal de cocina, les preparo el alimento. Eso me hizo ver que como sacerdote tenía que buscar, junto con los servidores, cómo alimentar a la comunidad, que puedan recibir a Jesús Eucaristía o hacer su Comunión contemplando el cuerpo de Cristo recién consagrado”.
Así, la misa se celebra en una esquina del atrio desde la cual los fieles pueden contemplar el altar.
“Transmitimos una señal al radio de cada automóvil, así que la gente puede estar dentro del automóvil escuchando la misa”, compartió.
Para el momento de la Comunión, los fieles encendían las intermitentes de su auto y un ministro acudía a llevar el cuerpo de Cristo con todos los protocolos de higiene dictados en esta pandemia.
De esta manera se atiende al mandato de Jesús que dice: “El que coma de este pan vivirá para siempre, yo soy el pan de vida”, dijo el padre Istibal.
La experiencia
El sacerdote inició estas celebraciones el domingo de la fiesta de Cristo Rey y se realizaron durante los cuatro domingos de Adviento. Además en la solemnidad de la Inmaculada Concepción, en el pueblo de San Francisco Tres Jacales.
“La auto misa se volvió una experiencia de contemplar el altar, escuchar el audio tanto del sacerdote, los lectores, el coro en la comodidad del automóvil sin que hubiera riesgo de contagio, ni de ningún tipo. Ha sido una bellísima experiencia”, reiteró.
El padre Istibal señaló que, aunque se celebre al interior de los autos, convendrá seguir transmitiendo el audio en el transmisor que se puede escuchar en varias cuadras alrededor del templo.
En Santa Inés
El domingo 20 de diciembre, el padre Hugo Muñoz presidió la celebración en una auto misa en dos horarios: a las nueve de la mañana y seis de la tarde.
“En la mañana se llenó el estacionamiento con los carros, en la tarde fueron menos, pero también hubo bastante gente. Venían familias completas, fue raro que viniera una o dos personas”, compartió.
Para la misa matutina, un joven de la parroquia les apoyó con su celular, enviando la señal por Bluetooth a su auto y del auto a la sintonía, y de ahí quienes están cerca captan la señal, de esta manera pudieron sintonizar.
Aquellos que no tenía FM en su auto, podían escuchar desde una bocina que el sacerdote colocó en el atrio y cuyo alcance cubre muy bien el perímetro.
“La celebración se llevó a cabo con sus limitaciones, un solo lector, un solo corista. Siento que la experiencia fue alentadora porque eran días previos a la Navidad y aprovecharon los que quisieron”, señaló.
Comunión en el auto
Ese domingo, fueron 22 autos los que pudieron entrar en cada celebración, informó el párroco, quien dio la Comunión en la mano, como está establecido, pero la gente no descendió del auto, solo bajaron las ventanas un poco.
Para estas celebraciones en auto, la personas se registraron previamente ya que el cupo era limitado.
“No queríamos amontonarlos. La noche previa, una persona me ayudó a delimitar los cajones del estacionamiento. En la mañana, los que confirmaron su asistencia ya tenían su lugar reservado, creo que solo llegaron dos carros de más, pero como había cupo, les permitimos la entrada”, agregó el sacerdote, quien se ha caracterizado por buscar innovadoras maneras de continuar su servicio pastoral.
“Desde el altar pude ver la fe de la gente que buscó, aunque fuera de esa manera, estar presente en la Eucaristía, y fue una bonita experiencia, aunque tenían la misma comodidad en el auto que en el templo, pero sabían que estaban protegidos sin tener contacto con otras personas”.
“La Iglesia Católica ha sido una de las instituciones con más cuidados que un supermercado o tienda, en esta pandemia. Nosotros tenemos lavamanos móviles en la entrada para lavarse las manos y les ofrecemos toallas de papel, les damos gel, pasan por el tapete sanitizante”.
“Tenemos más cuidado que cualquier otra organización y nos limitan”, lamentó.