Pbro. Eduardo Hayen Cuarón/ Director de Presencia
¿Quién era más inteligente, la Virgen María o san José? Escuchando lo que afirma la ciencia hoy, es cierto que el cerebro de José era 15 por ciento más pesado que el de su esposa, lo que no significa que él tuviera una capacidad mental superior. Ambos tenían mismo número de células cerebrales, aunque en el caso de María estaban agrupadas más densamente, en un cráneo más pequeño. No era ella más inteligente que él, sino que los cerebros de ambos se comportaban como complementarios para cumplir su función de esposos y, sobre todo, la misión de proteger y guiar a Jesús, el Hijo de Dios.
Sin embargo la Virgen le llevaba una ventaja: ella había sido concebida sin pecado original, por lo que gozaba de los dones preternaturales que Adán y Eva tuvieron en el paraíso, antes del pecado. En ese sentido María tenía una disponibilidad, una intuición y una facilidad mayor para captar las cosas de Dios y hacer su divina voluntad.
Como todo varón, José tenía un elevado nivel de testosterona, lo que le permitía tener más habilidades que su cónyuge para manejar el espacio. Por eso sabía trabajar bien la madera y las herramientas para fabricar muebles y artesanías. Pero también su testosterona le hacía tener una menor capacidad lingüística que su esposa. María, por su nivel alto de estrógenos, tenía mucha más fluidez verbal que José. De hecho, los evangelios no dejan ver ni una sola palabra que el santo varón haya proferido; en cambio de la Virgen sí conocemos algunas frases.
San José, cuando estuvo en el vientre de su madre y cuando fue niño, fue un ser más débil que María. Por su condición de varón, tuvo más probabilidad de haber sido abortado de manera espontánea; y si hubiera nacido de modo prematuro, hubiera tenido menos probabilidades de sobrevivir que su mujer. Además maduró más lentamente que la Madre de Dios. María, a los 13 o 14 años ya había alcanzado una madurez cerebral correcta y adecuada a su edad, mientras que José tuvo más dificultad. Su masculinidad tenía que ser conquistada al tener que abrirse paso por la vida, al enfrentar la pobreza y al aprender a defender, a sostener y guiar a la que sería su esposa.
En los relatos de los evangelios de la vida pública de Jesús, no aparece san José. Se cree que murió antes de que Jesús iniciara su ministerio. Aunque no lo sabemos, quizá murió por ataque cardíaco, esto porque los varones tienen una tasa de mortalidad prematura por infarto; el doble que las mujeres. Si atendemos las estadísticas actuales sobre la diferencia de años entre la muerte del hombre y la de la mujer, la Virgen María pudo haber sido viuda durante siete años, es decir, José habría muerto cuando Jesús tenía 26 años.
Por ser de sexo masculino, san José pudo haber tenido más problemas de salud mental, trastornos de personalidad y conductas violentas. Nada de ello vemos en la vida del santo. Al contrario, en él observamos un gran equilibrio, y una gran madurez –obra de una educación en casa y, sobre todo, fruto de la gracia de Dios– que le permitió ser modelo varonil para su hijo Jesús.
En su vida de ama de casa en Nazaret, la Virgen María podía hacer varias cosas a la vez como platicar con alguna vecina mientras lavaba o tendía la ropa, preparar la comida y jugar con el niño. Sus hemisferios cerebrales estaban mucho mejor conectados que los de su santo marido. Este, en tanto, estaba sumergido en su trabajo, con absoluta concentración. Gracias a su configuración cerebral varonil –con menos conexiones que el cerebro femenino–, san José pudo llegar a ser un gran especialista en su trabajo. Era más capaz que María para concentrarse en un asunto y tomar decisiones firmes, como tomar a su esposa y al niño para llevarlos a Egipto y así evitar que Herodes matara a Jesús.
Actualmente las corrientes feministas se empeñan en abolir las diferencias entre varones y mujeres, así como en construir una sociedad carente de masculinidad y feminidad. Es importante redescubrir que uno y otro sexo tenemos enormes diferencias biológicas y cerebrales que nos hacen ver y vivir la vida de manera diferente. Por eso Dios creó al hombre y a la mujer como seres complementarios.
El Año de san José, decretado por el papa Francisco, nos ayude a educar a nuestra cultura en la biología y a la biología en la cultura para potenciar las habilidades de cada sexo, y así construir mejores relaciones interpersonales que fortalezcan la vida familiar.