Diana Adriano
Con gran alegría y júbilo la comunidad de la Natividad del Señor conmemoró el 62 aniversario de la colocación de la primera piedra de su parroquia y a la vez realizó la bendición de una nueva capilla -recientemente remodelada- para una mejor atención a los fieles. La celebración Eucarística fue presidida por el obispo don José Guadalupe Torres Campos, y concelebrada por el párroco, padre René Murillo.
Unidad con Cristo
En su homilía, el obispo invitó a los fieles a reflexionar sobre el significado profundo de la parroquia y la importancia de la unidad en torno a Cristo.
“En esta construcción todos participamos como Iglesia, como unidad, porque alrededor del altar está Cristo, en torno a su Iglesia”, expresó nombrando a Cristo como «el verdadero fruto en espíritu y verdad».
Recordó a la comunidad que es el Espíritu quien suscita la fe, los convoca y reúne, y que la verdad es Cristo mismo: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida».
Al reflexionar sobre los 62 años transcurridos desde la colocación de la primera piedra, el obispo destacó que estos son signos del amor de Dios, que congrega a la comunidad en torno a Él.
También hizo énfasis en la importancia del altar, describiéndolo como un símbolo de Cristo que eleva a la comunidad.
“Somos morada como comunidad parroquial, como Iglesia. Él habita en nosotros”, afirmó.
Para concluir, el obispo José Guadalupe Torres Campos recordó a la comunidad que más allá de la belleza y fortaleza de la edificación física, lo que realmente importa es la fortaleza de la comunidad.
“Que está remodelación y aniversario 62 nos recuerde que no podemos ser Iglesia sin Jesús, no podemos ser Iglesia con otro espíritu que no sea el de Cristo”.
Bendice el lugar
Al concluir su homilía, don Guadalupe se dirigió a la nueva capilla ubicada dentro del templo, para bendecirla.
En el lugar dirigió una oración especial en la que agradeció a Dios por este espacio renovado de culto. Posteriormente, roció agua bendita a lo largo del espacio, consagrando el lugar como un símbolo de la fe y unidad de la comunidad parroquial.
Al finalizar la misa, la comunidad se congregó para compartir los alimentos en un ambiente de fraternidad.