Los católicos festejaron el nacimiento de la Madre de Dios, quien fue llena de gracia y concibió sin pecado al Salvador.
Diana Adriano
Como es sabido, cada 8 de septiembre la Iglesia católica celebra el nacimiento de la Virgen María. Por ello, la comunidad de la parroquia Nuestra Señora del Refugio, que es atendida por los Misioneros de la Natividad de María, celebró con gozo esta fiesta dedicada a la Madre de Dios.
En punto de las 7 de la tarde del pasado miércoles, los fieles se congregaron en el templo para vivir la fiesta. Pero también durante el día se vivieron diferentes momentos en los que la comunidad celebró, por ejemplo, las mañanitas y el rezo del santo Rosario durante la mañana.
La santa misa vespertina estuvo presidida por el padre Juan Manuel Sánchez, MNM, párroco de la comunidad, en conjunto con el padre Samuel Gómez Rodríguez, MNM, quienes estuvieron acompañados por algunos sacerdotes de la diócesis.
Niña angelical
En la homilía, el padre Samuel, vicario parroquial, reflexionó sobre la figura de inocencia y ternura de María niña.
“Qué alegría celebrar un año más de que la Virgen María, la Madre de Dios, haya nacido. A través de esta niña nos viene nuestra salvación, la nueva Eva de la que hemos recibido a Cristo. Todo a Jesús por María y todo a María por Jesús.”, dijo el sacerdote.
Además de celebrar el nacimiento de la Madre del Cielo, los fieles devotos mostraron su devoción a la Divina Infantita, y cada familia, con gran fervor, revistió una imagen de María niña con ropones y vestidos para agradecer así su infancia.
Las imágenes se colocaron a los pies del altar, y durante un momento de la celebración el padre Juan Manuel las bendijo al rociar agua bendita.
“No hay que dejar desapercibido aquella mujer que nos ha nacido. A través de ella recibamos esa maternidad, ese amor, es esta la alegría de la Iglesia. Nos ponemos en sus manos por este amor tan grande que nos da”, agregó el padre Samuel.
Esclavos de María
Durante la celebración, el grupo de Esclavos de María guiados por el padre Juan Manuel Sánchez realizaron sus votos por un año para congregarse a la Santísima Virgen María.
“Recordemos que esta consagración es para verdaderamente ser esclavos de María, y entregar la vida y el corazón a Dios”, dijo el sacerdote.
Acto seguido, bendijo y entregó unas pequeñas cadenas a los nuevos miembros como signo de pertenencia a los Esclavos de María.
Al concluir la celebración eucarística, los asistentes se dispusieron a compartir un pequeño convivio con gozo y alegría por todo lo vivido.