En misa y Adoración, la comunidad vivió la Solemnidad de Corpus Christi, dejando sus intenciones ante Jesús, confiados en su amor y bondad.
Ana María Ibarra
Llenos de amor a Jesús Eucaristía, fieles de la diócesis se dieron cita el pasado jueves 03 de junio en el templo de Catedral para celebrar la solemnidad de Corpus Christi presidida por el señor obispo, don J. Guadalupe Torres Campos, quien estuvo acompañado por los sacerdotes Rafael Saldivar y Jesús Ramírez, vicarios de Catedral.
Por la pandemia de Covid-19, sólo una pequeña parte de la grey participó de manera presencial, sin embargo quienes no pudieron asistir, pudieron escuchar o ver la transmisión a través de Radio Guadalupana.
Preparación para el Misterio
Después de la lectura del evangelio, a cargo del diácono Diego García, el obispo dijo en su homilía que la solemnidad de Corpus Christi tiene su origen en el Jueves Santo.
Recordó la motivación de los pontífices, desde el Siglo XI, para que se expusiera el Santísimo Sacramento y para que sea visitado por los fieles.
“Contemplamos a un Jesús dispuesto, preparado para celebrar la Pascua con sus discípulos y los involucra. Siempre debe haber una preparación externa, pero sobre todo interna para celebrar el misterio de Cristo, la Eucaristía”, expresó.
El obispo resaltó la presencia de Jesús en la hostia consagrada, como promesa cumplida de quedarse entre su pueblo como alimento: su Cuerpo y Sangre.
“Dijo: tomen y coman, tomen y beban, hagan esto en memoria mía. Y desde entonces celebramos la Eucaristía”.
Y aunque la Solemnidad del Corpus incluye una procesión con el Santísimo, ésta no se pudo realizar debido a las circunstancias de la pandemia.
“Es un aspecto importante (la procesión): Jesús que instituye la Eucaristía, se queda entre nosotros y sale al encuentro de las personas, y todos como pueblo, caminamos hacia Él”.
Los fieles vivieron ferverosos cada momento de la Eucaristía, especialmente al recibir la sagrada Comunión.
Adoración
Al concluir la misa, el obispo expuso el Santísimo Sacramento y, después de incensarlo, elevó algunas oraciones propias para ese momento de adoración.
Enseguida tomó en sus manos la custodia para iniciar una pequeña procesión hacia del exterior del templo.
En su trayecto fue acompañado por integrantes de Adoración Nocturna, el padre Saldívar, el diácono García y detrás de ellos la feligresía reunida.
La procesión llegó hasta el interior del templo de la Misión de Guadalupe, donde el obispo colocó el Santísimo en el altar que era rodeado de flores y candelas.
En su oración, el obispo pidió por la Iglesia Universal, pero en especial por la Iglesia Diocesana, “para que seamos una diócesis eucarística”, pidió el obispo.