Ana María Ibarra
Agradecida con Dios por el don de la vida consagrada para el servicio del pueblo, la hermana María del Rosario Córdoba López, de la congregación Siervas de los Pobres, celebró sus 50 años de vida religiosa al lado de sus hermanas de congregación, familiares, amigos y miembros de la comunidad parroquial La Virgen de la Luz.
Sencillo y significativo
De una manera sencilla, pero llena de amor, la congregación y la parroquia organizaron una celebración eucarística de acción de gracias por la vocación de la hermana María del Rosario.
La misa se realizó en la capilla Santa Margarita María Alacoque el pasado sábado 9 de diciembre, y fue presidida por el padre Luis Escudero, párroco, quien estuvo acompañado de los sacerdotes Héctor Xavier Villa y Oscar Enríquez, amigos de la hermana Chayo, como es conocida cariñosamente la religiosa.
“Le damos gracias a Dios también por tu fidelidad, por la historia de fe que hemos compartido algunos años. Me siento muy agradecido con Dios por tu presencia y por tu amistad”, expresó el padre Luis en su homilía.
Señaló que uno de los regalos que Dios le da al sacerdote es tocar la gracia y el sacerdote va siendo testigo de las respuestas de fidelidad, de lucha y de misiones.
“A nombre de toda la comunidad damos gracias a Dios porque hemos caminado juntos. Durante los años me has enseñado que la vida religiosa es entregada, arraigada, con visiones. En estos 50 años te has esforzado por demostrar que el único sentido de la vida es aquel que nos lleva al encuentro de los demás”.
Confirma sus votos
La hermana María del Rosario reiteró la respuesta al llamado y su servicio a los pobres confirmando sus votos de pobreza, castidad y obediencia, y pidió el auxilio de la Virgen de Guadalupe.
La religiosa presentó algunos signos como una vela gastada, simbolizando la
luz la vida que se ha ido gastando, pero que ha servido para alumbrar la vida de otros.
También se presentaron canastos de pan de parte de migrantes venezolanos, quienes sufren en Juárez.
“El pan significa vida, trabajo, y eso andan buscando. Tenemos que ser pan partido y compartido para los pobres”, expresó la hermana Rosario.
Al final de la celebración, la hermana Chayo agradeció a Dios Padre.
“Gracias por acompañarme y sentirlo siempre a mi lado. Me ha hecho sentir que siempre me está llamando a través de la realidad. Gracias por lo que me hace sentir ante el sufrimiento de la gente”.
Asimismo, agradeció a todas las personas que han caminando a su lado, entre ellas, sus hermanas de congregación.
Su vida en obras
Aún sin conocer la vida consagrada, desde muy niña, María del Rosario sintió el llamado a ayudar a los demás y fue en su adolescencia cuando conoció a las Siervas de los Pobres. A los 17 años pidió permiso a sus padres para ir a informarse sobre la congregación, pero ya no regresó a su casa hasta un año después, ya que enfermó.
Ya recuperada, a los 20 años decidió ingresar nuevamente a la congregación, lo cual hizo en 1970 a pesar de la negativa de su padre.
Después de su etapa de postulantado y noviciado, hizo sus primeros votos el 8 de diciembre de 1973 en el Santuario de Guadalupe en la Ciudad de Chihuahua.
En febrero de 1974 fue enviada a Ciudad Delicias al Hogar de Niñas. Poco después regresó a Chihuahua por problemas de salud.
Para 1978, fue enviada a Ojinaga a colaborar en la Pastoral Parroquial. De 1979 a 1980 fue enviada a Ciudad de México a un año de formación y preparación para los votos perpetuos, mismos que realizó en 1980 en Chihuahua dentro de la celebración del primer centenario de la fundación de la congregación.
“A lo largo de estos 50 años he estado inserta en los diferentes ministerios caminando al lado de los pobres, de las familias sencillas y humildes que he encontrado, en las Comunidades Eclesiales de Base desde la pastoral parroquial, y con los pueblos indígenas”, compartió la religiosa.
“Quiero darle gracias a Dios por su presencia a través de todos estos años y por la presencia de tantas personas que han formado parte de mi historia”, concluyó.
En frases…
“Pidamos a Dios para que Chayito siga siendo cautivada por Jesús. La vida religiosa es un don para la Iglesia, para el pueblo. Es una bendición cuando se puede contar con ustedes en la vida parroquial”.
Pbro. Héctor Xavier Villa
“Tu vida la has guiado en la línea del evangelio. Mantén firme esa fidelidad profunda.
Todo lo que hagan a los más pequeños a mi lo hicieron”.
Pbro. Oscar Enríquez