Ana María Ibarra
Con gran agradecimiento a Dios por haberse fijado en uno de los sectores más vulnerables de la ciudad, la comunidad educativa del Centro Multicultural Yermo y Parres celebró con gran júbilo sus XV años de ser una escuela donde se respira la fe, el amor, la igualdad y el compañerismo, valores que son inculcados a los niños que estudian en la institución.
Las religiosas Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres, así como directivos, alumnos, padres de familia, ex alumnos y benefactores, se reunieron el pasado 16 de junio en las instalaciones del plantel para celebrar con una gran fiesta y una exposición cultural, donde se mostró el trabajo que realizan los alumnos en sus talleres.
Gran festejo
Para este festejo, la comunidad preparó una feria cultural que consistió en mostrar a los asistentes el fruto de los talleres que el alumnado recibe.
Danza, canto, manualidades, entre otras actividades, fueron presentadas con gran entusiasmo por los alumnos, mientras los visitantes, en su mayoría padres de familia y benefactores del colegio, recorrieron los diferentes módulos a la vez que disfrutaron algunos antojitos que la comiundad puso a la venta.
En el auditorio, los asistentes apreciaron la danza que ofrecieron algunos grupos de niños y adolescentes y luego, en un momento especial, los directivos del plantel y el alumnado entregaron reconocimientos a los bienhechores que han hecho posible que el programa educativo del CEMYP llegué a niños y jóvenes del sector.
Testimonios
Un momento emotivo fue el testimonio de ex alumnos y maestros del plantel quienes agradecieron a Dios y a la institución la experiencia vivida dentro de las aulas.
El maestro Jesús Ramón Cruz dio gracias a Dios y a la congregación, así como a la institución, por la experiencia de vida que recibió en 14 años que tiene como integrante del equipo formador.
“El primer contacto que tuve con las Siervas fue en 1977, en El Paso, Texas. En el 2003 me integré al CEMYP y me siento satisfecho. Es una gran satisfacción ver a ex alumnos presentes en este festejo y verlos como profesionistas”, expresó el maestro.
Por su parte la ex alumna Lucero Alejandra, hoy maestra del CEMYP, dijo sentirse orgullosa de celebrar los 15 años del instituto, que significan 15 años de esfuerzo y amor.
“Soy de la segunda generación. Aquí aprendí que con grandes esfuerzos las metas se pueden lograr. Parte de lo que soy se lo debo a esta casa, a mi escuela. Agradezco a cada uno de mis maestros, a las hermanas. Aquí adquirí conocimiento y valores”, agradeció la maestra Lucero.
Noé Vázquez, también de la segunda generación, compartió:
“Aquí me enseñaron a soñar y en su momento tuve la oportunidad de soñar lo que soy ahora. Nuestros sueños nos ayudan a generar nuestras metas. Es importante seguirlos”, dijo el ex alumno en un mensaje dirigido especialmente a los estudiantes.
La convivencia continúo durante toda la mañana, y los asistentes salieron contentos de ser partícipes de tan emotivo acontecimiento.