Presencia
Durante el tiempo litúrgico de la Cuaresma, la Iglesia propone medios concretos que ayudan a los fieles a vivir la dinámica de este período especial de purificación. Preguntamos a religiosas de la diócesis local qué les aconsejan a los fieles juarenses para vivir los cuarenta días de preparación para la Pascua, sobre todo en este año especial en que se vive el Jubileo de la Esperanza.
Esto nos compartieron:
Con el miércoles de ceniza iniciamos nuestro caminar en la Cuaresma, este año con una gracia más, la vivencia de un año jubilar que nos invita a reencontrarnos con la misericordia de Dios, podemos decir como el profeta Isaías “proclamamos un año de gracia en el Señor”.
Si cada cristiano este tiempo lo vivimos en modo esperanza, seremos signos en la humanidad, así como San Pablo infundía aliento a la comunidad cristiana de Roma cuando les decía que “la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado”, así también nosotros al lado de Jesús de Nazaret caminemos en esta Cuaresma jubilar, teniendo en cuenta los siguientes puntos tomados de la convocación al jubileo.
*Anunciar siempre, en todas partes y a todos a Jesús puerta de nuestra salvación y de nuestra esperanza.
*La esperanza nos lleva a vivir la confianza ante el temor; la serenidad ante el desaliento; la certeza ante la duda.
*Estamos llamados a vivir el amor que brota del corazón traspasado de Jesús en la cruz.
*Ante las dificultades recordar que la tribulación produce la constancia; la constancia, la virtud probada; la virtud probada, la esperanza-
*Vivir la paciencia, ante un mundo que quiere todo de manera inmediata, que vive de prisa, la paciencia nos enseña a detenernos y observar los procesos de la vida y sobre todo a redescubrir que Dios es paciente con nosotros.
Lo anterior son ejemplos de cómo podemos vivir esta Cuaresma en modo jubileo y unido a ellas cada uno seamos experiencia viva del amor de Dios. Cuando somos peregrinos de esperanza, el mundo descubre una esperanza cierta en la salvación en Cristo.
Hna. Maricruz Meza, Carmelitas Misioneras de Santa Teresa/ Instituto Teresa de Avila
La Cuaresma nos sale al encuentro y nos invita a comenzar un camino nuevo.
Está bien ayunar como nos pide la Iglesia, para sentirnos solidarios con los pobres y descubrir el sacrificio de los que ayunan de manera forzada todos los días porque no tienen acceso a los alimentos necesarios. Por tanto, se nos invita a ir más allá del ayuno del mero alimento: ayunar de egoísmos, odios, avaricias, corrupción, injusticias, mentiras, envidias, resentimientos y la indiferencia.
A veces pareciera que Dios no nos hace demasiada falta, ya que queremos arreglar los problemas de cada día solo con salud, dinero y trabajo. Este es el reto que tenemos delante en esta Cuaresma: vivir para ser, creer para avanzar, amar para descubrir a Dios presente en todas las personas y cuidarnos para cuidar a los y las demás.
Que nuestro viaje a la Cruz de este año culmine con la gloriosa celebración de la Resurrección y la realización más profunda del Reino de Dios en medio de su pueblo.
Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor/ Proyecto Cihuatl
La invitación es a aprovechar este tiempo de gracia para meditar sobre en qué tenemos puesta la Esperanza. Meditemos en Lc 18,35-43. ¿Dónde está el ciego? ¿Vamos caminando juntos, juntas como cristianos? O ¿nos encontramos al lado del camino? ¿Con quién nos identificamos, con quienes callaban al ciego o con el ciego mismo?
Jesús nos enseña aspectos que vitalizan, sobre todo la escucha, la acogida al diferente, a incluir al que va al lado del camino, a renovar mi modo de ejercer autoridad, los procesos de tomar decisiones, en fin. En estos días pensemos en nuestras cegueras y pidamos la conversión. Hay esperanza.
Hna. Nereida Vargas, Misionera de María Dolorosa
En unos días estaremos comenzando el tiempo de la Cuaresma con el signo penitencial de la ceniza y este año lo haremos bendecidos por la gracia del Año Jubilar que viene a iluminar y fortalecer nuestra fe y esperanza.
El Papa Francisco en su mensaje de Cuaresma, nos invita a vivir como “peregrinos de esperanza”. Peregrinos que, al igual que el pueblo de Israel, avanza hacia su liberación, hacia la consumación de la promesa de una tierra nueva y no peregrina de forma individual sino juntos, como familia, como pueblo elegido.
Este andar juntos es la vocación de la Iglesia, no somos viajeros solitarios, estamos llamados a la sinodalidad, a experimentar todos, sin excluir a nadie, que Cristo es nuestro fin último, que la vida eterna es la promesa hecha por Dios para cada uno de nosotros, y que no seremos defraudados, porque Dios es fiel a sus promesas.
Vivamos la Cuaresma con la certeza de que Él acompaña nuestro peregrinar hacia la vida eterna.
Hna. María del Socorro Arellano Ibarra, Misioneras de Jesús Hostia/ Tribunal Eclesiástico
Haciendo alusión a los consejos que nos da el papa este año de Jubileo, en tu hogar que tú seas el primero en saludar, en disculparse, en perdonar, mirando siempre a Jesús como el buen Maestro, el que nos da la vida, el que nos enseña, porque es un año de júbilo, porque tenemos vida, tenemos esperanza, y esto proviene de Dios, y es un regalo para compartir con el que está a tu lado, llamando a esta persona que tal vez se alejó de ti, y que tiene rencor, para encontrarte en gozo con él, porque aún tienes vida.
También el Papa Francisco nos invita a dar siempre las gracias, a ser almas agradecidas por tantos beneficios que se recibe a diario, a ser gente de paz, con gestos corporales y gestos de gratitud en la Eucaristía, pidiendo por estas personas que ya no tienen esperanza, que viven en la amargura, si conoces alguna, acércate a ella y trata de escucharla sin juzgar, simplemente pidiendo a Dios mientras esa persona te habla, viéndola a los ojos y diciéndole a Jesús: ¿cómo la verías tú, Jesús?, ¿Cómo la amas tú, Jesús? Y ponerte en el lugar de Jesús para que libere ese rencor que trae, y así esta persona pueda vivir más feliz su vida con esperanza, porque tal vez ya la perdió.
Así tú podrás ser ese puente donde Jesús va a encontrarse de nuevo.
Solamente eres un espacio para el otro, un espacio de escucha, de armonía.
En esta Cuaresma también yo te invitaría a ayunar de criticar, de murmurar, de quejarte, porque depende de la actitud de cada uno, es como se puede ir creciendo en la alegría y en la esperanza. Doy este consejo y lo tomo para mí en este Año Jubilar, en el que pido por todos aquellos que lo lean o lo escuchen.
Hna. Angelita López Mora/ Misioneras del Santísimo Sacramento
Vivir la Cuaresma como camino hacia la Pascua de Cristo, implica para nosotros, participar de sus sufrimientos y su muerte en cruz. Todo esto incluye una serie de actitudes del espíritu, entre las que cada comunidad y cada creyente debemos discernir para encarnar en nosotros la vida en Jesucristo. Citemos algunas:
- Buscar sinceramente al verdadero Dios viviente; de una manera realista y profunda; superando ideas falsas y purificando nuestra fe. Hasta aceptarle en la propia vida personal, familiar y social.
- Descubrir a Jesucristo como nuestro «Salvador», como la única solución definitiva de nuestra propia existencia, de la existencia de todos y de toda la historia. Conocerle mejor y aceptarlo más vivamente.
- Lograr una sincera conversión; con todas las consecuencias que implica: cambio de mentalidad y de vida en lo que haga falta. Abrir el alma, la fe, la esperanza, el amor y la vida, al dinamismo de la muerte y resurrección de Cristo; y, a su luz y su fuerza, para purificar, quemar, arrancar lo que sea preciso en nuestro propio vivir egoísta.
- Sellar el encuentro con Dios, en Cristo y con los hermanos, en los sacramentos: Confesión hecha a fondo; redescubrimiento y renovación del propio Bautismo; Eucaristía viva y fraterna;
- Vitalizar nuestras «prácticas religiosas». Que el culto que brindemos a Dios sea sincero y que produzca vida: Que sea un encuentro siempre nuevo con Dios, con Cristo y con los hermanos;
- Llevar a la vida diaria la fe y la vivencia de los sacramentos: amando de verdad, a través de nuestro servicio, ayuda mutua, solidarizándonos con los demás, especialmente con los que sufren y con los más necesitados; vivir al impulso del Espíritu de Cristo que es el amor sin límites, y comprometernos en la acción de promover a los hombres hacia la libertad, la justicia, la paz, la dicha y la verdadera existencia que corresponde a la dignidad humana la dicha y la verdadera existencia que corresponde a la dignidad humana.
- Vivir todo eso de tal manera que nuestra fe, nuestro amor y nuestra acción nos sitúen en la Iglesia que es la responsable y servidora del mensaje y el amor de Cristo; procurando que nuestras actitudes no acentúen más las distancias y divisiones dentro de la Iglesia, sino más bien, que contribuyan a ser fermento de unidad futura en la fraternidad de la Iglesia.
Hna. Rosa María Ledesma Reynoso/ Oblatas de Santa Marta/ Obispado