Lucita es una mujer que vivió la peresecución cristiana cerca del sacerdote chihuahuense san Pedro de Jesús Maldonado, proclamado santo mártir de la guerra cristera en México
Claudia Iveth Robles
Luz María Estrada Duarte es un testimonio vivo de lo que fue la guerra cristera, época que le tocó vivir nada menos que junto al primer santo chihuahuense y de quien luego se convirtió en familiar.
Con 89 años de edad, Luz María quiso compartir la experiencia que le dejó vivir esta convivencia, así como la persecución cristiana que se vivió en México a inicios del siglo pasado.
Ella tenía tan sólo cuatro años de edad cuando conoció al sacerdote chihuahuense, pero luego se convirtió en familiar del santo, pues se casó con uno de los sobrinos del sacerdote.
Una buena noticia
Luz María puede recordar a san Pedro de Jesús como una persona buena. Lo quería mucho pues los padres de ambos llevaban una amistad muy cercana. Durante la persecución, los padres de Doña Luz permitían a Pedro pasar temporadas escondido en su casa, mientras ocurrían los hechos violentos de la persecución iniciada por Plutarco Elías Calles.
“Vivíamos en Santa Rosa, un pequeño caserío perteneciente al municipio de Santa Isabel, CHihuahua”, recordó la entrevistada.
Dijo que un buen día su padre les dijo que el padre Pedro de Jesús se quedaría por un tiempo a vivir con ellos, lo cual fue motivo de felicidad para la familia
“Se fue mi papá al rancho, mató un becerro y lo preparó para celebrar que el padre se quedaría con nosotros”, recordó doña Luz.
Convivencia cercana
A partir de ese momento, la convivencia con el joven sacerdote fue muy cercana. Era como tener un hermano mayor en casa, aunque Lucita dice que más bien veía al sacerdote como “un segundo papá”, gracias a quien hizo su primera Comunión.
“Él era muy devoto de la sagrada Eucaristía, quería que yo comulgara aunque yo tenía cuatro años…me hacía preguntas como¿cuántos dioses hay? o ¿dónde está Dios?… me sabía todo el Catecismo pues nos había enseñado una hermanita mía más grande”, compartió Lucita.
Sacramentos a escondidas
Uno de esos días, el padre Pedro Maldonado dijo a la mamá de Lucita que podía comulgar al día siguiente, y cuando la señora le dijo al padre que la llevaría a confesarse, el joven Pedro le contestó: “que no espere, que ya que comulgue”, y la absolvió de sus pecados.
“Así hice mi primera Comunión a los cuatro años y luego seguí comulgando”, recordó Lucita con una sonrisa iluminando su rostro.
La entrevistada recordó una de las habitaciones de su casa, que adaptaron como un oratorio y pequeña capilla. Ahí había un altar y acudía la gente del rancho para escuchar misa o comulgar.
“Era muy pequeña y no cabían todos, pero los hombres se colocaban hincados en el patio”, recordó Doña Luz.
En ese entonces, todos los fieles estaban muy alerta de la situación que vivían los cristianos por la persecución ordenada por el presidente Calles. Y fueron muy discretos siempre acerca de la celebración diaria de la misa en la casa de Lucita, para evitar que el padre Pedro fuera detenido.
Ofrenda de sacrificio
Lucita recordó una platica del sacerdote con su madre, que durante algún tiempo se mostró muy preocupada de que el joven presbítero fuera descubierto.
“Una vez mi mamá le dijo muy apurada, padre lo están buscando y no sabemos qué hacer. Pero el padre Pedro tranquilamente le contestó: ‘ Si es necesario que yo muera, así será’… Él ya se había ofrecido”, reflexionó Lucita.
Recordó que en esa ocasión, ante la insistencia y el susto de su mamá el padre Pedro decidió irse de la casa.
Dios no existe
Al recordar el ambiente que se vivía en ese tiempo, Lucita trajo a la mente el momento en que su papá la sacó a ella y a sus hermanos de la escuela oficial en que estaban inscritos en Santa Rosa.
“En ese tiempo Plutarco Elías Calles prohibió que en las escuelas se rezara, ya que era una costumbre hacerlo antes de iniciar con los estudios. Pero el presidente había dispuesto que a los niños se les dijera que Dios no existe”, recordó.
Pero debido a la decisión de su padre de sacarlos de la escuela, la familia de Lucita también comenzó a estar en la mira del ejército de Calles, pues sabían que no estaba de acuerdo con la disposición del presidente. Por ello, la familia Estrada Duarte emigró a un rancho solitario cerca de Chihuahua capital.
En este tiempo le “perdieron la pista” al padre Pedro Maldonado. Luego arreglaron un pequeño cuarto del rancho, para que fuera una pequeña capilla. Cuando estuvo lista, se comunicaron con el padre Pedro y le pidieron que fuera a celebrar la misa en ese lugar. Lucita tenía 7 años entonces.
“El padre nos celebraba la misa y daba la Comunión, también hacíamos la adoración al Santísimo, pues mi papá siempre fue adorador nocturno y mis hermanos también”, dijo.
Detenido por el ejército
Al pasar el tiempo, a la familia estrada le llegó la noticia de que habían apresado al padre Pedro de Jesús en una colonia de Santa Isabel llamada “La Boquilla”, donde fue su martirio.
“Fue un dolor horrible, no supe los detalles de su martirio pero pero sí supe de la manifestación que hubo, una manifestación gigantesca, pues con la muerte del padre la gente se enojó muchísimo”, platicó Lucita.
Los muchachos de la Acción Católica, envalentonados, se treparon por las canteras de la Catedral de Chihuahua y como pudieron tocaron las campanas. Las campanas de.
“Ya habían matado al padre y de ahí para adelante se abrieron los templos. Creo que sí fue su ofrecimiento de vida lo que hizo que se compusiera la situación en que vivíamos, escondidos”, dijo.
Con el paso del del tiempo Lucita convivió muy de cerca con la familia de ahora santo, y se casó a los 19 años con uno de los sobrinos del sacerdote, por lo que hoy sus hijos son sobrinos del padre Maldonado.
Para destacar…
Yo veía al padre Maldonado con cara de santo. No era muy alto, ni muy bajito, pero tenía un gran corazón y un gran amor por la Eucaristía.
Doña Lucita.